Como todos los días, voy a la universidad hecha leña, no duermo casi nada, pero es algo que me gusta hacer y siento el deber de hacerlo por lo que no me molesta ir cansada. Ayudar a las personas que han sido atormentadas por espíritus o espíritus que no han podido cruzar al otro lado, que necesitan transmitir un mensaje o han dejado algo inconcluso y no pueden descansar en paz, es algo que me llena de felicidad saber que los estoy ayudando.
Mientras camino hacia mi salón, veo a una chica que está débil, voy a ayudarla y lo que me encuentro es un espíritu que está intentando entrar a su cuerpo, cuando está a punto de caer la agarro. Cecilio me ha dicho que tenga cuidado con estos espíritus porque una vez que entran a mi cuerpo es muy difícil sacarlos y como a mí me buscan por los poderes de mi bisabuela es más peligroso.
Me concentré en la chica sin mirarla a los ojos como Cecilio me indicó y hago un hechizo que me aprendí.
—Gorputzaren gatz hori orain! —ella comienza a moverse haciendo poses extrañas, encorvándose y echando espuma por la boca.
Me estoy asustando creo que no está funcionando, en ese momento dijo algo.
—Pronto vendrán por ti—después de eso cerró los ojos y dejó de moverse.
—¿Estás bien? ¡chica despierta! —la sacudo para que despierte, pero nada—¡DESPIERTA! —grité y abrió los ojos asustada—¿estás bien?
—Sí ¿Qué pasó? —se levanta mirando desorbitada hacia todos lados—¿Quién eres?—qué extraño que no me conozca, soy popularmente conocida como "la loca que ve fantasmas"
—Te desmayaste, solo vine a ayudarte—me levanté y la ayudé a levantarse—me llamo Aura ¿estás bien?—asintió.
—¿Lo viste?
—¿Qué cosa?—ella me miró dudando si continuar, sin pensarlo le leí la mente.
—"Si le digo que veo fantasma va a pensar que soy una loca, mejor no le digo nada"—antes que dijera algo la interrumpí.
—Ves fantasmas—ella abrió los ojos como platos.
—¿Cómo sabes?
—Yo también veo fantasmas—sus ojos se abren a más no poder.
—¿De verdad? —asiento—quiero dejar de hacerlo, no lo soporto más.
—Es algo en lo que no te puedo ayudar, yo también quería dejar de verlos, pero uno no puede luchar contra su destino—su expresión cambio a tristeza—¿¿Qué tal si nos reunimos otro día, para hablar mejor? ¿Cómo te llamas?
—Hannah.
—Bien Hannah, nos vemos después—me despedí de ella y ya me estaba alejando, pero me detuvo.
—Espera...no tengo tu número.
—Yo tengo el tuyo—sonreí haciendo un gesto con el dedo en mi sien y me retiré dejándola confundida, después entenderá yo ya voy tarde a mi clase y tengo que entregar un trabajo muy importante.
Salí super feliz de clases, saqué cien gracias a los chicos, en realidad ellos fueron los actores en mi película y el profesor me felicitó por la actuación de todos, la dirección, el vestuario y todo; no me bajó puntos por eso, pero lo iba a hacer porque lo hice sola cuando en realidad era en grupo, pero ¿Quién quiere estar conmigo? ¡nadie!
Los chicos me vinieron a buscar para ir al hotel. Me subí al auto dándole un beso a Wesley mientras todos ponían cara de asco.
—Que asco chicos.
—Cállate Darío—dijo Wesley—cuando tengas novia no dirás lo mismo.
—Ya la tiene—hablé, todos voltearon a verlo y él se sonrojó—se llama Natalie.
—Aura...—lo miro sonriendo—¿Cuándo me leíste la mente?
—Cuando estábamos entrenado y tú estabas tan distraído que simplemente te leí la mente para saber que te desconcentraba—frunce el ceño molesto.
—Odio cuando hacen eso—gritó.
—Es inevitable—Ryan y yo reímos chocando las cinco.
Seguimos molestando a Darío, Ryan y yo lo hemos agarrado como conejillo de indias, porque es super fácil hacer que caiga.
Llegamos al hotel y el gerente nos recibió con una sonrisa y nos dio una tarjeta que abre todas las habitaciones, subimos a instalarnos.
Wesley y yo estamos en una en los pisos altos. La habitación es blanca, las cortinas rojas y la cama era inmensa, las sabanas son de algodón de color blanco con rayas rojas, deslicé mis manos por la sabana y se siente bien.
Él se lanza en la cama boca arriba, apoyando su brazo debajo de su cabeza, se ve tan sexy que me lancé encima de él, sonriendo me abraza dándome besos.
—Al fin estamos solos—dijo mientras acaricia mi cabello bajando sus dedos por mi mejilla y terminando en mis labios—me encanta tus labios—sonreí.
—Y a mí los tuyos—lo besé—amo besarlos—lo besé otra vez—una y otra vez—lo volví a besar, él sonríe devolviéndome los besos.
Giramos quedando el encima de mí, sus ojos me miran brillando de deseo, sus manos están apoyado en el colchón a cada lado de mi cara , yo acaricio sus vellos mientras el sonríe.
Como si estuviéramos en cámara lenta, se fue acercando a mí, siento su respiración que se acelera junto con la mía y es algo incontrolable cuando el deseo está de por medio.
Nos fundimos en un profundo y apasionado beso, poco a poco quedamos sin ropa, acariciando cada parte de nuestro cuerpo, sintiendo una electricidad inexplicable, pero agradable que no quisiera que parara nunca, cada beso, cada caricia es algo sumamente espectacular, juntos en un solo lugar, invadiendo el espacio del otro en un agradable momento, nuestros cuerpos sudados por la acción, danzando juntos en un solo movimiento.
Acabamos exhaustos, tendidos uno al lado del otro, nos giramos quedado frente a frente, solo la sabana nos cubre. Nos miramos con ternura, enamorados, acaricio su cabello; me encanta hacerlo, es tan suave y liso que se lo envidio y el lo sabe. Nos acercamos abrazándonos, sintiendo el calor que nuestros cuerpos emanaban.