Ceniciento. La historia de un hada.

Capítulo 11. El amor de una madre. Elvira.

Entendí dónde estaba el punto débil de Aleksey. Ese era su amor por "Aciano". Fue un poco cruel golpearlo en donde más le dolía, pero no vi ninguna otra salida para agitarlo. Se llama terapia de choque. Le dibujé una imagen colorida de cómo podría ser su vida, para comenzar a pensar con la cabeza y esforzarse para recuperar su vida. Ofrecí mi ayuda. Ahora todo dependía de él. Él mismo tenía que venir a mí, pedirme mi apoyo. Estaba segura, sabiendo muy bien, que vendría. Una persona normal nunca rechazaría tal regalo. Y esperaba que Alex fuera normal.

Llamé a Megan y le pedí que me enviara las fotos de Franz Reed y Tony Cano a mi correo electrónico. Quería las imágenes antes y después que empezáramos a trabajar con ellos. Pensé que, si mi ahijado veía de lo que yo era capaz, rápidamente creería en el éxito. En cuanto recibí lo que pedí, llamé a Aleksey, que estaba parado en el pasillo, sin atreverse a entrar en mí habitación por orgullo o por el miedo, y le mostré las fotos.

- También pensaron que no se podía hacer nada, pero puedes ver por ti mismo cómo han cambiado y no solo exteriormente. Su gran cambio tuvo lugar dentro. Dejaron de sentir lástima por ellos mismos y se convirtieron en ganadores. - Expliqué.

- Está bien, ¿qué debo hacer? - preguntó, rindiéndose.

- Lo primero, necesito sacarte unas fotos y ver qué podemos crear. Mis diseñadores trabajaran con ellas y me mandaran proyectos, cuál podría ser el resultado final. Entonces tú y yo elegiremos la opción que consideres la mejor para ti y empezaremos a trabajar, - le dije con un tono tranquilizador.

Tomé unas veinte fotografías de Aleksey en calzoncillos. Él chico estaba muerto de vergüenza y no sabía a donde poner las manos, siempre intentaba taparse. Al final saqué las fotos desde diferentes ángulos (una vista, os diré, poco agradable) y se las envié a Megan.

- Mañana iremos a un nutricionista y tenemos que buscar un buen entrenador personal. Yo misma llevaré tu apoyo psicológico. - ¿No te importa? - Le pregunté, sabiendo con certeza, que estaría de acuerdo, pero de esta manera le di el derecho a elegir. Y esto era necesario, porque Alex tenía que entender que esa era su decisión, su elección.

- Está bien, estoy de acuerdo, - respondió, y se fué a su habitación.

- ¡Espera! -  le paré, - Puedes acompañarme al super, quiero cocinar algo yo misma, - pedí, con la esperanza de sacar ese fastidio de su cueva. - Tengo una receta increíble.

- Está bien, sólo dame cinco minutos para terminar, - dijo sin mucho entusiasmo.

Estaba encantada, porque hasta ahora todo iba bien. Mi ahijado aceptó mi ayuda y conseguí un médico para Olga, que parece ser el mejor.

Después de la tienda, lo arrastré a la cocina, con el pretexto para ayudarme a hacer la ensalada “California”, y allí le saqué todos sus secretos de manera fácil sin forzarlo mucho. Resulta, que ni siquiera fue al ejército, su madre compró un certificado de que tenía pies planos y alguna otra tontería. Pero él quería hacer el servicio militar, como cada hombre. Entonces su madre le encontró este trabajo y no escuchó que él quería ir a Corea del Sur para trabajar y hacer master allí, después de graduarse, incluso recibió una llamada.

 Así empezó todo. Se encerró en su habitación, o más bien en su mundo. Estaba bastante feliz hasta que apareció Irina "Aciano". Por primera vez vio en la biblioteca de la academia de las artes, donde él instalaba un nuevo software. Se enamoró de ella enseguida. La encontró en una red social. Comenzaron a comunicarse, primero por el juego, él le contaba sus trucos, cómo pasar los niveles, luego comenzaron a conversar sobre otros temas.

Como resultado, Aleksey se enamoró tanto de ella que comenzó a seguirla, o más bien a esperarla cerca del instituto, sin atreverse a acercarse a ella. La guapa, naturalmente, no lo vio. Y él, comido por los celos, la vergüenza y el miedo, no podría negarse a mirarla en directo, aunque fueran cinco minutos. Sentí mucha lástima por él.

Nos sentamos a comer, cuando Olga regresó del trabajo en el colegio. Dejé la ensalada en la mesa y ella se metió en el frigorífico con la cabeza, en busca de las chuletas de ayer. "Así es como un amor maternal y protección ilimitada puede hacer infeliz a su propio hijo". - Pensé, pero no dije nada en voz alta, no quería enfadarla y molestarla antes de la visita al médico. Después del almuerzo la llevé a mi habitación y le dije:

- Tengo buenas noticias para ti. Mañana te recibirá el doctor Vasiliev a las doce de la mañana en su clínica, es el mejor especialista en esa área, y yo iré contigo y te apoyaré, - le dije, pero en mi opinión, ella no estaba contenta. No la entendí. ¡No puede bajar los brazos! ¡Tiene que luchar por sí misma, por su hijo, por mí!




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