Ceniciento. La historia de un hada.

Capítulo 12. Las mentiras de Olga. Elvira.

- ¿Para qué?  Te dije, que ya había aceptado mi destino. - dijo Olga con irritación. - Te pedí, que ayudaras a mi hijo, no a mí.

- Escucha, Olga, entiendo que fue muy duro para ti escuchar ese terrible diagnóstico. Te entiendo, porque te viniste abajo y decidiste rendirte, pero esto está mal. Tienes que pelear y luchar por la vida con todas tus fuerzas. Han pasado treinta años desde que murió mi madre. La medicina no se detiene en el mismo punto. Hay muchos avances. Vasiliev es un muy buen médico en esta área. También veo que no estas tan mal, como lo estaba mi madre. ¡Mira, cómo comías las chuletas! ¡Así que no todo está perdido todavía, querida prima! -  Intentaba convencerla sin presión.

De repente Olga se levantó y fue a la cocina, miró hacia la habitación de su hijo por el camino. Regresó con una botella de vodka, jugo de naranja y dos vasos. "Sí, se veía, que sus esperanzas estaban por el suelo", - pensé. Estaba dispuesta a escucharla, a pesar de que quería dormir, por eso cambie el vaso de vodka por una taza de café cargado.

- Verás, Elvira, yo no quise, son las chicas en el trabajo que me convencieron. - comenzó y vertió líquido transparente en su vaso, agregando el jugo. - Soy culpable ante Alex. Cuando Michael me dejó y se fue con una mujer joven, me descarrilé. Yo le prohibí acercarse a nuestro hijo, tiraba todos sus regalos por los cumpleaños y por la Navidad. Estaba tan enojada con mi esposo que no me di cuenta de cómo mi hijo sufría sin ver a su padre. Y después de 4 años, creí que el propio Michael se olvidara de su hijo. Entonces Aleksey entró en la universidad, él mismo sin ninguna ayuda, ya sabes, es inteligente. Todo estaba bien. Al final de sus estudios, me dijo, que se iba a algún lugar de China o Japón ...

- A Corea del Sur, - la interrumpí.

- Bueno, sí, ahí. No podía imaginarme cómo estaría a solas con mi madre enferma. Lo necesitaba aquí conmigo y no lo dejé ir. Encontré esa empresa a través de mis conocidos y lo enchufé. Al principio incluso le gustaba, pero luego le pasó algo. Quizás se enamoró, pero la chica lo rechazó.

- Por supuesto, que ella lo rechazó. ¿Viste a tu hijo en ropa interior? ¡Lo convertiste en un cerdo! – exclamé.

- Tienes razón, porque una vez lo vi en el baño frente al espejo, que rompió. Lloró tanto, que me sentí mal de vivir. Me di cuenta de que fui yo, quien estropeó su vida con mi egoísmo. Pero luego una de mis compañeras del colegio trajo la revista "nuevo estilo" o algo así. Allí vi tu foto. Has cambiado mucho y ahora te pareces aún más a tu madre. Así es como descubrí que eres creadora de imagen y te dedicas cambiar no solo el rostro de la gente, también su vida. No me atreví enviarlo a Estados Unidos, decidí que tu visita a nosotros sería la mejor opción. Así que inventé la enfermedad, - dijo y se apagó.

- ¿Qué? - le grité, - ¡Cómo pudiste! Imaginaste, ¿qué dolor me provocaste? Sabes, ¡cómo funciona en mí, escuchar ese maldito nombre de la enfermedad, que mató a mi madre y quitó mi felicidad!

- Lo sé, por eso se me y ocurrió decirte que la tengo, no tengo derecho a pedirte perdón. - sollozó, - no pensé en ti, pero no tenía otra opción, ya no podía ver cómo Alex estaba sufriendo por mi culpa.

- ¡Claro, decidiste hacerme sufrir a mí también! La solución perfecta, para una egoísta, como tú.

- No me orgullezco de mí, sé que hice una barbarie, y te hice daño, pero sabes, ¿cómo duele el corazón de una madre, cuando ve el sufrimiento de un hijo?

- Pero tú sabes, ¿qué show de Broadway yo monté en la clínica, para organizarte una consulta con el mejor médico del país? ¿Cómo voy a mirarlo a los ojos ahora? – pregunté enojada.

- Bueno, déjame llamar a la clínica y cancelar la consulta, - sugirió.

- No, iré a su clínica ahora mismo a disculparme personalmente y cancelar la cita. ¡Pero no sé cómo explicarle, que mi prima es una idiota y egoísta! - Respondí.

- ¿Pero hoy por la tarde tenemos un encuentro con las chicas en el restaurante? - Preguntó con voz baja y con miedo de enojarme más. – No te da tiempo volver de la capital a tiempo.

- Trata con ellas tú mismo. Inventa algo, tu eres ya una especialista en esto. Yo tengo que sonrojarme por tus mentiras frente a Vasiliev, - respondí y comencé a prepararme para ir a la clínica.

- ¿Entonces me perdonas y ayudarás a Alex? - Preguntó con esperanza en su voz.

- Le ayudaré, si dejas de mentir y no le pongas chuletas a tu hijo sin mi consentimiento, - le presenté un ultimátum.

- ¡No te enfades! – pidió ella.

- No me enfado, simplemente te doy la orden que tienes que cumplir. ¿Notas la diferencia? – de verdad, me enfadaba con su actitud estúpida.

- Como dices, Eli. Haré cualquier cosa, - me prometió.

- Y dime, ¿Como conseguiste el certificado de inutilidad para liberar a Aleksey del ejército? – pregunté.

- Fue reclutado en el ejército después de la universidad, cuando mi madre estaba enferma, por eso no lo dejé ir, como lo hice con su viaje a China, - respondió con tristeza.

- A Corea del Sur. - La volví a corregir. - Pero él mismo quería incorporarse a la formación científica. ¿Pagaste por liberarlo? ¿Ni lo preguntaste? Ahora tiene autoestima por los suelos. Simplemente tiene miedo de decidir algo en su vida, porque está seguro de que tú encontrarás la decisión correcta para él.

- Por eso, necesita tu ayuda, él mismo no puede, - suplicó.

- Está bien, pensaré que se puede hacer, ahora voy a la clínica, - dije y fui a cambiarme para una disculpa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.