Ceniciento. La historia de un hada.

Capítulo 20. Irina “Aciano”. Elvira.

Mientras hablaba con Simón, apareció en el jardín cierta persona insolente, que desde el primer segundo comenzó a insultarme. 

- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Quién te permitió andar por la casa? ¡Lavas tu ropa aquí y te sientas en el sótano! - me gritó. 

- Disculpe, pero ¿quién es usted? - Le pregunté con voz tranquila. 

“No puedes sacarme de quicio poniéndote histérica, niña. He escuchado y visto tantos de ellos en los últimos años, que podría soportarlo fácilmente sin levantar la ceja.”- pensé sonriendo. 

- Soy la dueña de esta casa, - respondió desafiante la niña, cuyo rostro me resultaba familiar. 

- Y yo soy la invitada del dueño de esta casa, - respondí, - y si se llega a eso, no camino por su casa, sino que estoy en el jardín, que es un lugar abierto para invitados, según todas las reglas de buena educación internacional, - le sonreí con una sonrisa de Bagheera, de “El libro de la selva”. 

- Pero, ¿cómo te atreves a hablarme en ese tono? - la hija de Vasilyev no se calmó. 

- ¿Qué le disgusta de mi tono? No le humillo, no le "tuteo", no le grito, no alzo la voz. ¿Qué le disgusta? - respondí con calma. 

- Sí, no me gusta para nada que usted esté aquí - continuó, pero noté que la chica ya había dejado de "tutearme". 

- Su padre me roció con barro con su auto y arruinó mi ropa, pero fue tan amable, que me sugirió que usara su ropa para que pudiera lavar la mía, - le expliqué sin levantar la voz, - cuando recupere mi vestimenta, estaré encantada de abandonar su casa. 

-Pero él no está aquí, - sentí duda en su voz. 

- Usted debe ser su hija, me advirtió, cuando se fue a la clínica, - continué tranquilamente, - créame, aquí estoy por la fuerza de la situación. 

Yo la entendí. A mí tampoco me gustaría ver a una mujer desconocida, que venga de la nada, que llevami ropa, que anda en mi casa. "¡Eh! Si me hubiera enfrentado a Victoria así en aquellos tiempos, tal vez mi historia hubiera tenido un final diferente", - pensé de repente. 

- Está bien, pero tan pronto, como su ropa esté lista, desaparecerá de esta casa para siempre, - dijo esperanzada. 

- Definitivamente. Su padre no me interesa para nada, como hombre, eso si cree, que tengo algún interés en él, - me reí. 

- Entonces, ¿qué hacía aquí? - no se calmó. 

- Tengo un cliente aquí. Soy Elvira Brown, la creadora de imágenes, por cierto, soy muy buena, - dije, publicitándome. Este es un hábito puramente estadounidense - siempre y en todas partes buscar oportunidades para promocionar su negocio. - Tenía una cita, pero debido a la negligencia de su padre, tuve que cancelar la reunión, porque era indecente aparecer frente a un cliente con la ropa sucia. Como ve, solo yo, soy la única perdedora. - Respondí amablemente. 

Con estas palabras mías, sucedió un cambio increíble en la niña. De repente, pasó de ser una bestia a una admiradora fanática del equipo de fútbol americano. 

- ¡¿Usted es Elvira Brown?! ¡No puedo creerlo! ¡En mi casa - La misma Elvira Brown! - ahora la niña gritaba de alegría, - ¿Puedo tomarme una foto con usted? Me llamo Irina. 

- Sí, por supuesto, - respondí, completamente conmocionada de gran cambio en su comportamiento. 

- Nosotras, las chicas de la academia del arte, leemos todos sus artículos, - explicó. 

Sabía que en los Estados Unidos mi empresa y yo éramos bastante conocidos, pero ni siquiera podía imaginar, que mi popularidad llegara a mi hogar, en el sentido literal de la palabra. "Esto es todo por Megan y su nuevo programa de publicidad. Merece que le aumente su salario", - pensé. 

- Estoy muy contenta de que les gusten mis ideas, - respondí. 

- Sí, mucho, - admiró ella. - Vamos, le mostraré mis dibujos. 

- ¿Qué, disculpe? - No entendí. 

- Bueno, mis dibujos. Estoy estudiando para ser diseñadora, pero mi sueño es convertirme en una creadora de imágenes, como usted, - la chica me llevó a la casa, - yo decidí cambiar la apariencia de Bruce Willis. 

- Pero él no quiere cambiar nada, - me reí, pero la seguí a la casa. 

Me condujo a la habitación, que alguna vez fue mi dormitorio. Todo era diferente allí ahora. “En esta habitación no quedó nada de mí, ni siquiera recuerdos, hay fotografías de otras personas en las estanterías”, - pensé y miré a una de ellas. 

"¡Esta es" Aciano!"- la princesa de nuestro Alex, de verdad, el mundo es un pañuelo." - exclamé por dentro. 

- Mire, mire - dijo la niña, entregándome un álbum con dibujos. 

Miré, pero no me impresionaron en absoluto. Pero ahora tenía la idea de convertirme en su amiga. Entonces sería más fácil para mi ahijado ganarla, y para mí descubrir, si ella vale esa victoria y si es una verdadera "princesa". 

Le di mi teléfono y le prometí encontrar tiempo para tomar un café con ella y sus amigas. En ese momento, Valentina me trajo mi ropa limpia y planchada, me cambie y fui a casa.  El rastro de Victoria se perdió, la única esperanza queme quedaba, era si Aleksey encontrara algo.

Queridos lectores estoy esperando anciosa algunos comentarios de vosotras y estrellitas, si os gusta. Regaladme más animo.




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