Ceniciento. La historia de un hada.

Capítulo 49. Los miedos de mi madrina. Aleksey.

Cuando escuché, lo que dijo el médico, me sorprendí hasta el nivel de shock. No sabía, que una mujer podía quedarse embarazada a su edad. Vi la cara de Elvira y entendí, que ella estaba igual que yo. No conocía su problema de infertilidad. Pensaba, que era su decisión no tener hijos, como “childfree”, y dedicarse solo a su crecimiento profesional.

Ella no quería creer en lo que le pasó, por eso fuimos a una farmacia, donde compró un test de embarazo. Llegando a casa Elvira se encerró en el baño y estuvo mucho tiempo en el mismo. Empecé a preocuparme.

-Eli, ¿estás bien? – pregunté llamando a la puerta.

Ella salió y vi sus ojos llenos de horror. No sabía que un embarazo podía darle tales emociones.

- ¿Qué? – pregunté otra vez, con cierto nerviosismo.

- Estoy embarazada. - Dijo con voz sin vida.

- Eli, ¿quién es el padre? Es Vasiliev, ¿con quién estabas antes de irnos de Rusia?

- Sí, ¿pero no sé qué hacer? No tengo veinte años y mi vida se ajustó a mis necesidades, pero ahora esto es, como un rayo en un cielo despejado, - me dijo, pero sentí, que tenía algo más, que no me atrevía a decir.

 La abracé y ella, como una niña pequeña, enterró su cabeza en mi pecho y comenzó a llorar. Yo acaricié su espalda suavemente y le hablé tratando de calmarla.

-No pasa nada, madrina, tú puedes, eres muy fuerte, serás la mejor madre del mundo y yo te ayudaré. Podemos manejar esto juntos. Estaré a tu lado.

- No lo sé todavía, si tendré este niño, - Suspiró con tristeza.

- ¿Cómo que no sabes? Él ya existe. – me sorprendí sin entender nada.

- Voy a abortar, - dijo en voz baja.

- ¡No! – exclamé, - dime que es una broma de mal gusto.

- No, Alex, lamentablemente no estoy bromeando, - sollozó de nuevo, - si no fuera por un motivo, no hubiera pensado en volver a matar a mi hijo.

- ¿Qué motivo? -  Pregunté, acariciándola por la espalda.

- Será mejor que no lo sepas, - contestó con tanto dolor en su voz, que a mí me dolió el corazón.

- No existen ninguna circunstancia para matar a un niño, - dije y la aparté un poco, para ver sus ojos.

- Sí, cariño, existen, si este niño es de mi hermano, - espetó.

- ¿Que hermano? ¿Dijiste que era de Vasilyev? - yo no entendí nada. – Mira, vamos a tomar un refresco y me lo explicas todo.

- Dimitri también es el hijo de Khan, - suspiró.

Mientras preparaba los refrescos y unos pinchos, Elvira me contó la historia de su madre y de los resultados de test ADN con Khan.

- ¿Piensas contarle a Vasiliev de su hijo? -  la pregunté con seriedad, después de que dejó de sollozar.

- No, es suficiente que yo voy a vivir con eso. No quiero que me odie. Es un incesto, entiendes, - dijo, y me estremecí de disgusto, - Por eso tampoco quiero un hijo de esta relación perversa.

- Espera, a lo mejor no es todo tan grave. ¿Te dijo Khan, que Vasiliev era su hijo?

- No, Irina. Escuchó a su madre hablar con alguien por teléfono al respecto. - Respondió.

- Deberías llamar a Khan, - concluí.

- ¿Para qué? Él ya me rompió toda mi vida, - dijo con amargura.

Entonces entendí, porque estaba tan triste todo esto tiempo. Sería muy desgraciada mi madrina, porque no hay derecho, que una persona como ella, tuviera tan mala suerte.

- Porque solo él sabe toda la verdad al cien por cien. Irina podría estar equivocada o entender algo mal. Simplemente pregúntale, si Vasiliev es su hijo, - dije, - a lo mejor te dirá, lo que esperas y tu hijo no es producto del incesto.

- ¡Sabes, tienes razón! Llamaré, para que él también se llene de amargura por lo que hizo, - dijo mi madrina con fuerza.

Ella tomó el teléfono y marcó el número de la tarjeta de visitas de color blanco, pero luego colgó la llamada.

- ¿Qué pasó? - pregunté, cuando vi en sus ojos el miedo otra vez.

- No, no quiero saber la verdad, - dijo.

- ¿Por qué? - no entendía nada.

- Porque tengo la esperanza de que todo esto sea un error, - sollozó y sus lágrimas de nuevo salieron de sus ojos.

- Bien, será mejor que te vayas a la cama, lo pensaremos sobre esto mañana, - dije y la acompañé al dormitorio.

No me podía creer, lo que estaba pasando con mi madrina. Si esto me causó un shock emocional, entonces, ¿Como debería estar ella? “Tengo que ayudarla como sea. Si ella tiene miedo de saber la verdad, tengo que averiguar yo, por mi cuenta,”- pensé y marqué el número de Khan.




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