Ceniciento. La historia de un hada.

Capítulo 50. La verdad. Elvira.

Por la mañana me desperté en el estado más deplorable. Las náuseas y la debilidad me hicieron llamar a Megan y decirle, que hoy no iría a trabajar. Sentí ansiedad en su voz, cuando me preguntó por los resultados de la prueba, pero le respondí que todo era normal y mi mal estado era temporal, pero no dije nada de que estaba embarazada.

Alex, al verme en esta forma, no quería dejarme sola, pero le aseguré que estaría bien.

- Ayer tú pediste permiso a Manu para acompañarme al médico, no es bueno abusar constantemente de su bondad. Tú vas a trabajar, y yo estaré bien en cama, - le dije, - el embarazo, no es una enfermedad fatal.

Alex me dio un beso en la mejilla y se marchó al trabajo, y yo fui a la cocina a prepararme el desayuno. De repente sonó mi teléfono, pensé que era Megan.

- Elvira, ¿qué te pasa? - escuché la voz de Khan.

- ¿Qué quieres decir? - No entendí porque me llamó.

- ¿Qué pasa con tu salud? – Preguntó nervioso.

- Nada, pero ¿por qué piensas que tengo algo con mi salud? - aún sin entender, cómo se enteró.

- No importa, pero me preocupa mucho tu estado, porque eres mi hija y estoy nervioso, - respondió, y me di cuenta de que lo estaba realmente.

- ¿Estás preocupado por Dimitri también? – Estallé, no sé porque, supongo, que son famosas las hormonas locas del embarazo.

- ¿Qué Dimitri? - Preguntó.

- Dimitri Vasiliev, tu hijo, - respondí.

- ¿Quién te dijo que él es mi hijo? - Preguntó Mark.

- Su hija, que ahora es mi sobrina, - respondí.

- La niña, aparentemente, no entendió bien. Eres mi única hija, por lo tanto, no tengo otros parientes, además de ti. Entonces tengo el derecho de saber qué te pasa, - dijo con firmeza, pero ya no lo escuché y apagué el teléfono.

Lágrimas de felicidad y alivio rodaron por mis mejillas. “¡Que idiota soy! Durante casi dos meses vivía en una pesadilla, casi cometí un error irreparable. Gracias a Dios por darme una segunda oportunidad.”- gritaba mi corazón consolado.  Incluso se me hizo más fácil respirar, y después de una hora, en general, estaba como nueva.

 Rápidamente me duché, me vestí y fui a trabajar. En este día, todo me pareció hermoso: el sol, las palmeras, las casas y la gente. Estaba tan feliz como nunca en mi vida. ¡Vasiliev no es mi hermano, mi hijo es un milagro y no un pecado!

Tan pronto como entré a la oficina, le anuncié mi embarazo a Megan, quien simplemente saltó de alegría ante la noticia. Para mis temores sobre el parto a mi edad, mencionó un montón de nombres de celebridades que dieron a luz a niños a una edad más respetable que yo.

-Mira a Brigitte Nielsen, dio a luz a los cincuenta y cuatro y no pasó nada. - Me aseguró.

Por la noche compartí esta noticia con Alex.

- Ahora, ¿llamarás a Vasiliev y le contarás sobre el bebé? - Preguntó, sonriendo con alivio, de que todo se hubiera aclarado tan bien.

- No lo sé, él está en Rusia, yo estoy aquí. En nuestra última cita, pensando que era mi hermano, lo rechacé con mucha rudeza. Sí, y solo estuvimos una noche juntos. ¿Lo creería? ¡Si todavía no puedo creerlo ni yo! - Dije, secándome las lágrimas de alegría.

- Creo que deberías decírselo, y luego será su decisión si creerte, o no. - dijo mi ahijado. - A mí me gustaría saber que tendría un hijo.

- ¿Sí? ¿Y qué harías en su situación? - le pregunté. - ¿Tomarías mi palabra por hecho, dejarías todo y correrías hacia el fin del mundo?

- No lo sé, - admitió honestamente, - pero si este es un hijo de una mujer que amo, no volaría simplemente a los confines de la tierra, si no a la luna".

- ¡Eres una persona muy buena y honesta, Alex! Tu madre, por supuesto, es una tonta perdida, pero, sin embargo, te educó bien. - Le dije, abrazándolo de nuevo, - Pensaré, tal vez se lo hago saber, pero un poco más tarde.

- Sí, primero reorganiza tu trabajo, de lo contrario trabajar doce horas al día para una mujer embarazada no es bueno para el niño. - me aconsejó.

- ¡Qué horror, Alex, has empezado a hablar mal ruso en dos meses y medio! - Me reí.




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