Ceniciento. La historia de un hada.

Capítulo 51. Otros miedos. Elvira.

Revisé mi horario y liberé bastante tiempo. Resultó, que trabajaba doce horas al día solo porque quería controlarlo todo. Mis empleados harían un excelente trabajo de todos modos, porque estuve fuera por casi cinco meses y no pasó nada. Así que no tendría que esforzarme en absoluto y podría cuidar de mí y de mi hijo con toda la tranquilidad. "¡Hijo mío!" - pensé, y mi corazón se llenó de una ternura y un amor indescriptibles, - "Lo principal es, no ser una madre como mi prima". - Me reí de mis pensamientos.

Las vitaminas, que me recetó el médico, me ayudaron, por eso decidí disculparme con él por mi comportamiento inadecuado y pedirle, que dirigiera mi embarazo. Resultó estar completamente resentido e incluso fue muy amable y me explicó, cómo sucedió que me quedé embarazada con mi diagnóstico de infertilidad. A veces, después del tratamiento, el cuerpo necesita tiempo para recuperarse y comenzar el programa de reproducción. Entonces. ha llegado mi momento.

El último paso para completar mi felicidad fue informar a Vasiliev, de que pronto tendría otro hijo. Solo que no tuve el coraje para hacerlo. Tan pronto, como cogía el teléfono con la determinación de marcar su número, un miedo incomprensible me obligaba colgar la llamada. ¿Por qué temía hablarle? ¿Qué me enviaría al bosque a buscar setas? ¿Qué no me creería, llamándome cuentista? ¡Pero no necesitaba nada de él! ¡Yo misma podría criar a mi hijo! Solo quería informarle y nada más.

Así me mentí a mi misma, porque si, quería mucho de él. Quería, que estuviera en mi vida. Quería, que se alegraría de pensar, que iba a tener un hijo conmigo. Quería, que dejara todo y vendría a verme, abrazarme, besarme. Quería que me amara.  Me mentí a mí misma, sabiendo bien, por qué tenía miedo de llamar. Tenía miedo de escuchar, que todo lo había ocurrido entre nosotros no le importaba ahora, porque yo me había escapado de él. Además, conocía la historia de su matrimonio anterior con la madre de Irina. Tenía miedo, de que me hiciera daño al no creerme. Porque recibir un golpe, que, hasta cierto punto merecido, de un ser querido era muy doloroso.

Por el consejo de mi médico, decidí mudarme a la casa en Sun Beach, que le había ganado a mi exmarido. Después del divorcio, no me presenté allí, simplemente la cedí a una gestora inmobiliaria, para que la alquilara a los turistas, para que la casa no estuviera vacía.

 Ahora llegó el momento de recordarla. Contraté trabajadores para que la pusieran en orden, la arreglaran, pusieran todos los electrodomésticos nuevos y contraté a una diseñadora, que me aconsejó Megan, era su amiga. Un mes después, se completó la mayor parte del trabajo. La casa empezó a brillar con colores completamente nuevos, gracias al talento de Mili, se dio cuenta de lo que yo quería e hizo todo de la mejor manera posible. Quedaba por averiguar el sexo del bebé, para decorar su habitación.

Fui a la ecografía, acompañada de Alex, como siempre. Al principio todo el mundo pensaba, que era el padre de mi hijo, y el pobrecito estaba muy perdido, cuando las enfermeras lo llamaban "papi", pero me acompañó denodadamente a las pruebas y visitas a la clínica. Solo después de que yo expliqué al médico, que él no tenía nada que ver con mi embarazo y me apoyaba, porque era mi sobrino, todos los chistes se detuvieron de una vez.

Entramos a la consulta y me acosté en la camilla. Por supuesto, estaba terriblemente impaciente por saber a quién tendría, pero lo único que me preocupaba especialmente era que todo estaba bien con el bebé. Alex se paró a mi lado, cogió mi mano y miró al monitor.

- Todo está bien, Sra. Brown, su hijo cumple con todos los estándares, sin desviaciones, - dijo el médico.

- ¿Así que todo está bien con él? - Le pregunté.

- Sí. Exactamente. Usted tiene un chico maravilloso de veintidós semanas, - me sonrió, - cálmese, Elvira, le dije, que todo irá bien.

Me limpié el gel de la barriga con una servilleta, mi ahijado me ayudó a levantarme, agradecimos al médico y salimos de la clínica.

-Necesito llamar a Mili, para que comience a decorar la habitación de mi hijo, - dije con una sonrisa, porque yo presentía que era un niño y con él estaba todo bien.

- Pensé, que decidirías llamar a su padre, - dijo Alex disgustado. – Tu entiendes, que el niño necesita un padre. Sabes lo mucho, que yo lo extrañé. Cuando los chicos de la escuela hablaron sobre cómo repararon un auto en el garaje, cómo fueron a pescar, cómo preparaban la pista de hielo en invierno.

En ese momento, miré a mi ahijado con otros ojos. Durante este año había cambiado mucho, y no tanto exteriormente, como interiormente. Ahora me hablaba como un hombre, sopesando cada palabra para convencerme.

- Has crecido, Aleksey, - le dije, - pero no me presiones. Dije, que le llamaría y le diría lo del niño, pero más tarde. Será mejor que me ayudes a empaquetar mis cosas. Tan pronto como Mili termine, me mudaré a Sun Beach.

- Por cierto, quería hablarte de esto. No me gusta tu idea de ir a vivir allí. ¿Cómo estarás ahí sola? ¿Y si necesitas ayuda? - dijo Alex.

- Bueno, Sun Beach está a sólo veinte kilómetros de Los Ángeles, pero el aire allí es mejor y hay menos gente, - respondí. – Llego la hora, que tú también empieces a vivir solo.

-Está bien, pero siempre debes llevar tu teléfono contigo, para que no me preocupe, - me dio un ultimátum. - Y cuando llegue el momento de dar a luz, volverás aquí.

- ¿Crees, que estoy loca completamente? Por supuesto, tan pronto como llegue el momento volveré por aquí. Es que me siento mejor allí, - le expliqué y, parece, que conseguí tranquilizar a mi ahijado.




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