Cero

CAPÍTULO X

La cabeza no paraba de darme vueltas desde el instante en que desperté. No me sorprendía demasiado considerando la situación en la que estaba.

Hoy era el día de la Colecta.

Todos las personas que se habían inscrito probablemente estarían levantándose desde temprano, corriendo de un lado a otro en sus casas a la espera de la transmisión oficial y del anuncio de los seleccionados.

Mientras tanto yo ni siquiera me atrevía a abandonar mi cuarto, o mi cama para el caso.

Cada centímetro de mi cuerpo estaba aterrado ante la idea de quedar seleccionada. Pero no estaba solo asustada por lo que pudiera pasarme si me iba, me asustaba lo que ocurriría con las personas que dejaba atrás. No habría nadie que vigilara a mi madre, ni quien cuide de Sofi. Dejaría a todos y no les podría volver a ver.

Sacudo mi cabeza asustada intentando borrar esos pensamientos. 

En ese instante, alguien tocó mi puerta sacándome de mis pensamientos.

—Pasa —digo levantándome de la cama quejándome sentada.

La puerta se abre y entra Sofi lentamente. Al parecer, ella sí se había levantado cómo era debido y ya estaba lista para la transmisión.

—¿Te desperté? —pregunta inclinando la cabeza haciendo una pequeña mueca con los labios.

—Para nada, solo estoy evitando salir de mi cuarto —digo esbozando una sonrisa.

Ella solo asiente levemente. Puedo notar que se encuentra algo distraída por no decir asustada.

—¿Sofi? —llamo su atención levantándome de la cama caminando hacia ella—. ¿Estás bien? —pregunto preocupada. Se veía más decaída y apagada que lo usual.

—Sí, solo… —se detiene a media oración pensando en algo que decir—, hay personas que me importan que se inscribieron.

El estómago se me encoge en cuanto dice esas palabras. No había manera que ella supiera que me había inscrito. ¿O sí?

—¿Por qué lo dices? —pregunto colocando mis manos en sus hombros esperando que confíe en mí.

Ella rápidamente niega y esboza una sonrisa.

—No es nada, solo son compañeras de la escuela.

Me da una última sonrisa antes de salir del cuarto.

Muerdo mi labio ciertamente preocupada por ella. Tal vez sí sabía que estaba inscrita y trataba de ocultarlo, era por esto que no quería que lo supiera, sentía que solo se preocuparía más. Había muy pocas posibilidades de quedar seleccionada, no creía que tuviera tan mala suerte y quedara.

Muy a mi pesar, no podía dejar que el día continuara y yo no hiciera nada. Los eventos del día de hoy eran inevitables y lo mejor que podía hacer era seguir con mi vida normal confiando en que, llegado el momento, todo salga bien.

Tomo un baño como de costumbre, evitando tardarme demasiado para no gastar agua. Me visto con una blusa azul de tirantes, unos pantalones pesqueros de mezclilla y unas sandalias azules.

Mi mirada viaja hacia el tocador dónde aún se encontraba el collar que me había dado Clay. La noche anterior, después de que me lo diera, él se había tenido que ir. Yo, por otro lado, había subido para subirme y me había quitado el collar antes de dormir.

Sujeto el collar con mis manos pasándolo a través de mi cuello cerrando la cadena. Sujeto el dije recordando lo que había dicho. Era la representación de que estaríamos juntos siempre y en verdad quería creer en eso. 

Al salir del cuarto, lo primero que noto es el olor a panqueques provenientes de la cocina. Bajo lentamente las escaleras sin saber qué esperar, veo a mi madre cocinando tranquilamente a un lado de la estufa con una pila de panqueques a lado de ella. Sofi está en la mesa viendo a mi madre, por el movimiento que hace con las manos sé que está emocionada por comer algo hecho por mi madre. Siempre había sido una buena cocinera, a pesar de todo.

Mi madre sirve los panqueques a cada una dejando varios en la mesa cubiertos con un trapo. A pesar de que estaba mejor que antes, no podía dejar de preocuparme porque algo saliera mal o por los medicamentos que le habían dado para que mejorara tan radicalmente en un día.

Desayunamos tan tranquilamente como el día anterior. Al terminar, miré el reloj dándome cuenta que faltaba media hora para el medio día; media hora para que comenzara la transmisión de la Colecta.

Recogimos la mesa dejando todo en la cocina. Mi madre y Sofi se adelantaron a prender la televisión para ver la transmisión; en cambio yo me hice tonta lavando los trastes. Intentando ganar todo el tiempo que pudiera.

Inevitablemente, terminé a tiempo para ver la parte importante de la transmisión.

Cada seis años, los ciudadanos realizaban todo un desfile en honor a la Colecta antes de que llegara la líder en un automóvil especial que la llevaba al Centro de Gobierno. Luego transmitían historias de personas que vivían felizmente en la Colecta, siempre intentando persuadir a los jóvenes a entrar.

Después de pasar todo eso, la líder salió finalmente del Centro saludando a la audiencia, la cual aplaudió emocionada. Como era de esperarse, en cuanto terminaron los vítores, la líder salió a la tarima esbozando una sonrisa. Una señora, no mucho mayor a ella, se acercó dejando una vasija de vidrio, con varios papeles dentro, en la mesa a su lado. Nuevamente, los gritos resuenan por todo el lugar. Se trataban de los nombres de los seleccionados.




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