“...Nuestros postres y pasteles son los mejores de la ciudad, ven y prueba nuestros postres italianos, aquí en “Marco’s Bakery” desde pasteles de cumpleaños, bodas o aniversarios, hasta postres internacionales…”
Estaba cansada de escuchar el mismo comercial cada vez que mamá me pedia prender la tele para ella, siempre aparecía el dichoso comercial, ella estaba enamorada de “Septhis Sciarrone”un italiano de 25 años que era dueño de una repostería y era muy famoso, tanto él como su repostería, además de que era modelo y tenía muchos seguidores en su página de Instagram.
Sí, era guapo, pero no era para tanto.
- Mamá, deberías de dejar de verlo, te vas a traumar con ese hombre. -dije intentando apagar la televisión vieja. Claramente el control no funcionó y eso le causó gracia a mi madre.
- No, es lo único que mantiene mi viejo corazón latiendo. -dijo suspirando.
- Ma, no digas eso. No estás vieja.
- Vieja no, enferma sí.
- Mujer, deja de decir eso. -dije dejando de lado las facturas que tenía que pagar con el salario que me daban hoy. Medicamentos, hospitalizaciones, renta, los $20 dólares de la señora McDonolush, servicios y comida.- Espero alcance el dinero. -dije en voz baja.
- ¿Mala semana? -“Mal mes, mamá.”
- No, mamá, todo bien… -el sonido del reloj temporizador me interrumpió, avisando que era hora de sacar los bizcochos y las galletas.
Me levante y saque las bandejas, deje enfriando las galletas y empecé a preparar el tercer pastel y último, al menos antes de irme a trabajar, anoche ya había hecho otros 4, por lo que todos mis pedidos estaban listos.
Termine los pasteles y las galletas, dentro de poco entraria al trabajo, por lo que me fui a bañar, gracias a tener el pelo corto logre estar lista en media hora, traía la blusa del uniforme y unos pantalones de mezclilla. Eran unos pantalones viejos y unas botas sucias y viejas.
Agarré mi viejo celular, un smartphone de 3era generación que me dieron en un cumpleaños hace mucho, apenas podía mensajear, hacer llamadas y escuchar música. No podía comprarme un celular nuevo, tampoco ropa o rentar un mejor departamento donde yo no tenga que dormir en el sillón viejo de la sala, porque había facturas que pagar.
Mi salario me podría dar para tener una mejor vida, ganó $360 dólares al mes más propinas y lo que gano con los pasteles y galletas, pero los medicamentos y las facturas de la hospitalización eran muy altas, por lo que no podía darme ese lujo. Mejor dicho, esos lujos.
Antes de llegar a mi trabajo pase a dejar 1 pastel y otras 2 órdenes de galletas. Me tocó salir 40 minutos antes para poder llegar a tiempo. No podía darme el gusto de gastar en el bus. Por lo que mi único recurso era caminar.
Al caminar por la ciudad te das cuenta de muchas cosas, los carteles promocionando un producto, nuevas tiendas, rentas de locales, los carros que pasan rápido, personas apuradas a tomar taxis, buses o uber. Entonces veo de nuevo al hombre del que está enamorada mamá, está en una imagen pegado a un cartel promocional, sostiene su nueva línea de productos para repostería y gastronomía premium.
Al llegar al trabajo marcó mi entrada, me pongo el delantal, agarro una libreta y pluma. Equipó mi delantal con popotes, azúcar, el menú de tragos, el menú infantil y mi celular.
- Puedes ir a la mesa 4, es recoger los platos nomas. -dijo Zulema.
- Si, no hay problema. -le sonreí y fui hasta la 4, mi turno empezaba en 5 minutos pero no pasaba nada con ayudarle.
Agarre una charola y camine hasta allí, levantó todos los platos sucios, vasos y cubiertos, limpio la mesa y acomodó las sillas de nuevo. Regreso a la cocina y dejó las cosas y voy a la mesa para rellenar las servilletas y poner cubiertos limpios.
- Buenos días, linda.
- Buenos días, señor González. -le dije a mi jefe.
- Mira, acaba de llegar un cliente muy importante, y me pidieron que fueras la mesera principal, se te pagará extra y dejan buenas propinas.
- Claro que sí, señor González, no hay problema.
- Oh, genial, los puedes guíar, y te presentas.
- Si señor.
Camino hasta la sala de espera y me encuentro con la chica de las reservaciones. No es un restaurante fino y de calidad, pero si es un restaurante reconocido y por lo mismo tenemos muchos clientes y preferimos poner citas, así estará más ordenado.
- Ellos son. -dijo Azul en voz baja.
- Buenos días, mucho gusto soy Aris Cohen, seré su mesera el día de hoy. -dije sonriendo viendo a varios hombres y unas mujeres, todos iban en trajes y vestidos caros.- Si me siguen les mostraré su mesa.
- Área privada. -dijo Azul de nuevo en voz baja.
- Oh disculpe señorita Aris…-dijo uno de los hombres.- Falta uno.
- No se preocupe, pueden ir pasando y cuando llegue yo misma lo guió hasta allá.
- Que amable. -dijo una de las mujeres sonriendo.
- Por favor, siganme.
En el camino me fui poniendo la radio y el auricular que Azul me dio, era para cuando el pedido de bebidas y comida estuviera listo y para qué Azul me avisara cuando llegara el último integrante de la mesa. Al llegar al área privada los deje acomodarse. Todos se veían sonrientes y cómodos. Solo quedaba un lugar vacío. Fui por más menús de bebidas y regresé.
- ¿Quieren ir pidiendo las bebidas o prefieren esperar?