JAKE
Maldigo en voz baja, salpicándome con agua fría. Necesito centrarme en algo más. Quizás estoy siendo paranoico, pero tengo la sensación de que Mirk Collins no es lo que parece, claramente ha de estar acostumbrado a que todas caigan a sus pies. No sé si es la casa, la máquina de escribir, o solo mi imaginación trabajando horas extras, pero hay algo en ese hombre que simplemente no me da buena espina.
Mientras termino de lavar el coche, me pregunto si debería haberme quedado, si debería haber insistido en que esto es una mala idea. La veo tan emocionada y feliz, y quiero que sea feliz… pero no puedo sacarme de la cabeza que tal vez él solo esté aprovechando su admiración para algo más.
“Descuida, todo va bien” me responde ella, interrumpiendo mis pensamientos. “Voy a seguir leyendo, ¡te cuento después!”
Suspiro, guardo el teléfono en el bolsillo y me digo a mí mismo que tengo que confiar en ella y en que puede cuidar de sí misma.
***
El agua fría de la ducha cae sobre mis hombros, relajando los músculos tensos después de un día demasiado largo e intentando combatir el calor incinerante que hace allá afuera.
Cierro los ojos y, en la oscuridad de la ducha, solo veo a Lily mientras mi cuerpo responde a ese pensamiento.
Su sonrisa, su risa, la manera en que sus ojos se iluminan cuando habla de algo que le apasiona. Es una soñadora. Una soñadora bellísima.
Todo en ella siempre me ha atraído, y no es solo que sea bonita, sino que tiene algo especial que hace que el mundo entero caiga rendido a sus pies, algo que no he encontrado en nadie más, algo magnético. Ella es magnética. Tan inocente que parece desconocer del poder que tiene.
Y claro, he intentado ignorar lo que me sucede, he tratado de conformarme con ser solo su amigo, pero ya no puedo seguir pretendiendo que estoy bien con eso ahora que veo que tiene otros intereses que van por fuera de nuestra amistad que siempre he ansiado que pasen de fase. La quiero demasiado.
Mientras me lavo el cabello, las imágenes de ella vuelven a mí, momentos juntos en los que me reía con solo escucharla. La recuerdo hablándome de algún libro que la emocionaba, o el sonido de su risa cuando le contaba alguna tontería. Podría pasar horas pensando en todo eso, y antes de darme cuenta, mi mano baja instintivamente hacia mí. Sí, de esa manera justamente.
Lo cual resulta inútil…
El pensamiento de Mirk Collins, con todo su encanto, interrumpe el momento. Él, con su aspecto perfecto, su fama, su dinero… ¿Cómo podría competir con eso?
Me detengo, suspirando con frustración y cierro el agua farfullando un rosario de insultos entre dientes. Salgo de la ducha, todavía con el pecho lleno de emociones que no sé cómo manejar. Me pregunto si debería decirle algo, si tendría el valor de confesarle que ya no quiero ser solo su amigo, que ella es mucho más para mí. Pero luego me acuerdo de Mirk y de cómo ella se veía tan entusiasmada cuando lo mencionaba. Qué clase de cosas estarán haciendo ahora, será que ese idiota ya se atrevió a mostrarle los colmillos o quién de verdad es.
Tal vez, simplemente, me estoy engañando.
Me seco y miro el teléfono, dudando por un momento, pero finalmente marco su número. Necesito escuchar su voz, asegurarme de que está bien.
Caray, ahora sí que el que parece un sociópata soy yo.