JAKE
La carretera serpentea frente a nosotros, apenas iluminada por los faros del coche y cada segundo que pasa siento que el tiempo se me escapa entre los dedos. Renzo está a mi lado, el rostro iluminado por la tenue luz de su teléfono mientras intenta localizar algo de Lily. Su expresión se vuelve seria y luego me lanza una mirada que no necesito interpretar.
—Jake… su celular está apagado. No aparece.
El estómago se me retuerce. Me aferro al volante con más fuerza y, sin pensarlo dos veces, piso aún más fuerte el acelerador. El motor ruge y el coche avanza más rápido por la carretera oscura, deslizándose como un proyectil directo hacia la casa de ese maldito. No sé qué voy a encontrar cuando llegue, pero si ese hijo de su bendita madre le ha hecho algo a Lily…
—Estamos cerca, Jake —dice Renzo, su voz tensa, tratando de calmarme. Pero es inútil. La adrenalina me corre como un veneno por las venas y mi única imagen es la de ella, atrapada en esa casa, quizás en peligro, quizás…
—Amigo, ¿y si la estás interrumpiendo y ella ya está durmiendo con ese tipo? Digo, ya fue, hermano. Tranquilo.
Aprieto los dientes. No, no puedo pensar en eso. O en tal caso solo quiero asegurarme que está bien y luego desaparecer de su vida si así lo prefiere.
Las luces empiezan a aparecer a lo lejos en un avistamiento a kilómetros de distancia. Nos estamos acercando y siento la furia arder dentro de mí.