LILY
Estoy atrapada en el rincón de la habitación, cada fibra de mi ser yace paralizada por el horror mientras miro a Mirk desmembrar a la chica frente a mis ojos, con la técnica de una experto. La sangre salpica en regueros que sabe contener, el sonido de la carne desgarrándose me llega despiadado y el crujido de los huesos llenan el aire en un repulsivo espectáculo que me revuelve el estómago. Intento apartar la vista, pero es imposible. Estoy congelada, atrapada en esta pesadilla de la que no puedo despertar.
En un instante, él interrumpe su trabajo. Me vuelvo a él aterrada ante la idea de que venga por mí y lo encuentro en una situación aterradora: Entre sus manos está la cabeza de la chica, su rostro aún marcado por el miedo, su piel sin vida y cubierta de manchas de sangre. Él la observa con una especie de adoración macabra y luego, con una sonrisa retorcida, se gira hacia mí.
—Bésala —me ordena.
Y quedo de piedra. ¿Cuán enfermo tiene que ser?
—No… no, por favor… —murmuro con mi cuerpo temblando y cada célula de mí deseando estar en cualquier otro lugar. Pero él se acerca, empujando la cabeza hacia mí, hasta que el rostro sin vida queda a escasos centímetros de mi cara.
—¡Hazlo! —me grita, con su mano apretando la nuca de la cabeza, obligándola hacia mí. El olor de la sangre y la muerte es insoportable, me inunda, y antes de que pueda resistirme, la presión de su mano me obliga a besar esos labios fríos, inmóviles, llenos de muerte.
Siento náuseas, mi garganta se cierra, pero él no ha terminado. Agarra un trozo de carne cruda de lo que queda de ella y me lo extiende, con sus ojos oscuros fijos en mí, disfrutando de cada segundo de mi terror.
—Come—dice; su tono es bajo y firme—. Sé una lectora buena y dale inspiración a tu escritor favorito.
La pieza de carne aún gotea y sé que no tengo más opción que hacerlo; el sabor metálico me invade mientras él me observa con una satisfacción enfermiza. Intento negarme, pero su mano me obliga a abrir la boca, me fuerza a masticar. El sabor es indescriptible, un asalto de repulsión y horror. Siento que no puedo más, que voy a desmayarme, pero él me obliga a tragar, me obliga a ser partícipe de esta pesadilla, llegando a un punto en que preferiría la muerte a saber lo que me espera a su lado.
Pero entonces… un ruido.
Algo se rompe en el piso de abajo, es el estruendo de un vidrio haciéndose añicos. Mirk se queda quieto, alerta, su expresión cambia, y por primera vez, veo una sombra de duda en su rostro.
Él se incorpora de inmediato. Busca algo en un rincón, un objeto que no alcanzo a ver, pero que claramente piensa usar, creo que es una sierra con las que estuvo cortando en pedazos el cuerpo.
Sin más, deja la cabeza en el suelo junto a mí y me lanza una última mirada de advertencia para luego salir de la habitación, cerrando la puerta tras él y dejándome aquí, atrapada en este infierno.