LILY
El mundo se siente como un mal sueño mientras el cuchillo queda hundido en la espalda de Mirk por mi…por mi culpa. Estoy en shock, la imagen de su rostro distorsionado por el dolor y la furia persiste grabada en mi mente. Pero no hay tiempo para temblar, al menos por ahora. La adrenalina bombea en mis venas y, aunque el horror me asfixia, debo actuar.
Jake está allí, firme, vigilando a Mirk mientras él se tambalea, su rostro está pálido mientras la sangre brota de la herida.
Con un esfuerzo, aparto mi mirada de él y busco frenéticamente las llaves en la mesa de al lado, donde las había visto antes. Mis manos tiemblan, pero finalmente las encuentro; no soy consciente de cuánto estoy temblando hasta que las tengo en manos.
—¡Jake!—grito con desesperación y él me lanza una mirada—. La chica… ¡la jaula!
Él asiente y se mantiene cerca, arrancando el atizador de la mano de Mirk provocándole un quejido con sus últimos respiros de vida, mientras me apresuro hacia la última jaula. La chica dentro está temblando, su rostro sumamente demacrado y asustado. Alzo las llaves, y con un movimiento rápido, las inserto en la cerradura. Escucho el clic y la puerta se abre con un chirrido que suena como una liberación. Ella sale, sus piernas tambaleándose, pero la chispa de vida aún brilla en sus ojos.
—Vamos, rápido —le digo, casi arrastrándola mientras el miedo me empuja a actuar. Jake no se mueve de mi lado, manteniendo el atizador alzado, listo para cualquier cosa.
Mirk sigue en el suelo, retorciéndose y gimiendo, la sangre empapa el suelo alrededor de él. No puedo sentir compasión. Este es el final para él y lo sé. No pienso volver a mirar atrás.
Corremos hacia la salida, atravesando la casa, y cuando finalmente llegamos al exterior, el aire fresco me golpea como un salvavidas. Mis pies pisan la tierra mientras me doy cuenta de que hemos sobrevivido a lo peor.
—¡Renzo!—grito al ver el coche a lo lejos y mi corazón se acelera aún más. Pero al acercarme, también veo las luces intermitentes de patrullas de policía. La esperanza se apodera de mí. Estamos a salvo.
Renzo sale del coche y su rostro está pálido al vernos. Rápidamente, se acerca y me abraza.
—¡Por todos los cielos!¿Qué ha pasado?—pregunta, mirando a Jake y a la chica, quien apenas puede mantenerse en pie.
En ese momento, el sonido de sirenas se mezcla con el latido frenético de mi corazón, y por un instante, siento que la pesadilla ha terminado. La policía está aquí, y todo lo que hemos pasado, toda esa oscuridad, parece desvanecerse en el aire.
La chica a nuestro lado se está desvaneciendo, y aunque no sé si lo que venga será suficiente para curar las heridas que hemos recibido, sé que hemos sobrevivido. Dentro del coche y con la policía rodeando el lugar, siento el peso de la libertad en cada segundo. Por fin puedo respirar.