Cicatrices en el Alma

Capítulo 21: Un nuevo comienzo

El sonido de las maletas deslizándose por el piso de madera llenaba el apartamento. La luz del amanecer entraba suavemente por las ventanas, bañando la sala con tonos cálidos y dorados. Era un día especial, uno que Emma y Daniel habían anticipado con emoción y nerviosismo. El día en que dejarían atrás sus respectivos apartamentos y empezarían a compartir un nuevo espacio, su espacio.

Emma miraba alrededor, su mente dividida entre el presente y las memorias que aún flotaban en las paredes. Su apartamento había sido un refugio, un lugar donde había llorado, reído y, en los últimos meses, sanado. Pero también era el escenario de un pasado que ya no quería cargar consigo. Mudarse con Daniel era más que un simple cambio de domicilio; era el símbolo de un nuevo comienzo, de una vida que ambos querían construir lejos de las sombras del pasado.

Daniel, por su parte, estaba en la habitación, cerrando la última maleta. Después de la conversación con sus padres, había sentido una mezcla de alivio y miedo. Alivio por haber sido honesto con ellos, por haberse liberado de las cadenas invisibles que lo habían atado durante tanto tiempo. Y miedo, porque ahora, por primera vez, se encontraba en un territorio completamente desconocido. Pero Emma estaba a su lado, y eso hacía todo mucho más llevadero.

— ¿Lista? —preguntó Daniel, entrando a la sala con una sonrisa nerviosa.

Emma asintió, pero sus ojos vagaban por la habitación una vez más, como despidiéndose de algo que ya no le pertenecía. — Sí, estoy lista.

Tomaron las maletas y salieron del apartamento. El ascensor los llevó al primer piso, y cuando las puertas se abrieron, ambos sintieron que el aire fresco de la mañana les traía una nueva sensación de libertad. Era el comienzo de algo distinto.

El nuevo apartamento no estaba lejos de los anteriores. Ambos habían decidido quedarse en la ciudad que conocían y amaban, pero buscaban un lugar que representara algo más, una especie de santuario donde pudieran comenzar de nuevo, juntos.

Cuando llegaron al edificio, Daniel tomó la mano de Emma y le dio un apretón suave. — Bienvenida a nuestro nuevo hogar — le dijo con una sonrisa. Emma sonrió en respuesta, y ambos subieron las escaleras hasta el tercer piso.

La puerta se abrió, y allí estaba. Un apartamento más grande, con techos altos y ventanas que dejaban entrar la luz natural en abundancia. Las cajas ya estaban apiladas en la entrada, y el lugar olía a recién pintado, a nuevo. Todo estaba listo para que ellos lo llenaran de vida.

Emma se movió lentamente por el lugar, observando cada detalle, imaginando cómo sería la vida en ese nuevo espacio. Se acercó a las ventanas y miró hacia afuera. Desde allí se podía ver una pequeña plaza con árboles y bancos. No era la vista más impresionante, pero para Emma, en ese momento, era perfecta.

— Es... diferente — dijo ella, girándose hacia Daniel, que la observaba desde la puerta.

— ¿Te gusta? — preguntó él, con una mezcla de esperanza e incertidumbre en los ojos.

— Sí, me encanta — respondió Emma, acercándose para abrazarlo—. Es perfecto para nosotros.

A medida que desempacaban y organizaban su nuevo hogar, algo dentro de ellos también comenzaba a reacomodarse. La terapia, las conversaciones, las lágrimas y las risas habían traído a la superficie heridas que necesitaban ser sanadas. Pero también había despertado algo más: una necesidad de descubrir el mundo juntos, de explorar más allá de los confines de su pequeña burbuja en la ciudad.

Una tarde, mientras terminaban de colgar las cortinas en la sala, Daniel rompió el silencio con una idea que había estado rondando su cabeza desde hacía semanas.

— Estaba pensando... —comenzó, mientras luchaba con uno de los ganchos—. ¿Qué te parecería que nos tomáramos unas semanas para viajar?

Emma lo miró sorprendida, dejando de lado la caja que estaba organizando. — ¿Viajar? ¿A dónde?

— No lo sé aún — dijo él, finalmente logrando colocar la cortina en su lugar—. Siempre he querido recorrer algunos lugares, quizás hacer un viaje por Europa o Sudamérica. O algo más corto, tal vez. Pero me gustaría hacerlo contigo. Creo que necesitamos un cambio de escenario, algo que nos permita desconectar de todo lo que hemos pasado estos últimos meses.

La idea tomó a Emma por sorpresa, pero no pudo evitar sentir una chispa de emoción. Viajar siempre había sido algo que había deseado hacer, pero nunca había encontrado el momento adecuado. Y ahora, con Daniel, sentía que quizás era el momento perfecto para hacerlo.

— Me parece una idea increíble — dijo, sonriendo ampliamente—. Después de todo lo que hemos vivido, creo que sería bueno escapar un poco, descubrir algo nuevo juntos.

Daniel sonrió, aliviado de que Emma compartiera su entusiasmo. — Podemos empezar a planearlo. No tiene que ser algo inmediato, pero quiero que sea especial, algo que marque este nuevo capítulo en nuestras vidas.

Mientras el plan de viajar tomaba forma en sus cabezas, Emma y Daniel también comenzaron a encontrar un ritmo en su nueva vida. Vivir juntos no era tan sencillo como lo habían imaginado, pero ambos estaban comprometidos a hacer que funcionara. Las pequeñas rutinas diarias, como preparar el desayuno o compartir una taza de café en la mañana, se convirtieron en momentos que apreciaban profundamente. Cada detalle de su vida cotidiana se sentía como un paso más hacia el futuro que querían construir.




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