Cielo negro

Negro

Negro

Positivo: silencio, oscuridad, infinito, introspección.

Negativo: mal, abismo, opresión, amenaza.

 

Perséfone iba sentada sola al fondo del autobús, acompañada únicamente por la negrura absoluta que se filtraba por las ventanas, contemplando la foto de sus padres que le había pedido a su tía Valeria llevarse de recuerdo. Había elegido aquella en la que estaban sentados en un portal, fumando tranquilamente, ajenos a su brutal y trágico destino.

 

Valeria le había contado que nunca se esclarecieron los hechos ni se llegó a saber quién de los dos provocó el incendio. Seguramente, habrían tenido una discusión muy fuerte, más fuerte que nunca, a causa de la infidelidad de ella… Y a alguno de los dos se le iría la pinza y le prendió fuego a la casa. Según le contó Valeria, ni siquiera pudieron velar sus cuerpos porque estaban reducidos a cenizas… y ella misma se había salvado por los pelos, pues tenía un alto porcentaje de su pequeño cuerpo cubierto de quemaduras… Luego vendrían todos los problemas con la custodia, ya que ninguno de sus abuelos quiso asumirla y su propia tía Valeria era demasiado joven para hacerse cargo de ella.

 

Perséfone se dio cuenta de que tenía el rostro mojado, aunque ni siquiera era consciente de haber estado llorando. Poco a poco, el shock inicial se iba disipando, y el terrible desgarro emocional que había sentido al leer aquel recorte de periódico – el cual también le había pedido a su tía – se iba transformando en una especie de redención, en una forma de reconciliarse con su propio pasado. Ahora tenía una respuesta, sórdida y devastadora, pero una respuesta al fin y al cabo. Sus padres habían dejado de ser unos entes oscuros y extraños para ser seres de carne y hueso, que vivían, respiraban y sentían, y que, a pesar de todo, la querían, lo cual para Perséfone era más fuerte que todo, más que la muerte, que el fuego, que el destino.

 

Los siguientes días fueron duros para Perséfone, pues ella aún se encontraba impactada y también sentía de alguna forma la necesidad de guardar un luto por sus padres. Sin embargo, ninguna ley reconoce el derecho a baja por enterarse de la muerte de un familiar veintidós años atrás, así que Perséfone tuvo que ir a trabajar y continuar con su vida, actuando como si todo fuera normal. Por si fuera poco, quedaban pocos días para que Alfonso se marchara a América, y debía decidir pronto si se iría con él o no.

 

Al llegar el lunes siguiente, Perséfone no pudo más y pidió un par de días libres en el trabajo. Aquel mismo día por la tarde decidió darse un largo baño con agua muy caliente, tratando de permanecer con la mente en blanco, sin pensar en nada.

 

Cuando comenzó a enfriarse el agua, Perséfone salió de la bañera, se puso una toalla encima y se dirigió a su habitación, donde arrojó la toalla al suelo y se tumbó desnuda sobre la cama. Cogió el móvil y se puso a mirar el perfil de Instagram de su hermana Lena: a pesar de que estaba lleno de románticas fotos junto a su novio, Perséfone sabía que era todo pura fachada. Lena llevaba un tiempo ya contándole que las cosas no estaban bien con él, que a menudo él era violento y controlador, pero que ella no se atrevía a hacer nada pues no tenía a nadie más allí en París…

 

Perséfone dejó el móvil y hundió la cabeza en la almohada. Se sentía muy contrariada. ¿Qué era el amor? ¿Era lo único de la vida que realmente merece la pena, como siempre nos habían hecho creer, o era una mentira, un cáncer, una estafa para los corazones débiles?

 

Perséfone, en su cabeza, sólo veía cadáveres: los cadáveres de sus padres, que imaginaba carbonizados en el rellano de su casa en llamas; y el cadáver de su hermana Lena, que bien podría aparecer un día a orillas del Sena si un día su novio no controlaba bien su fuerza. La turbia mente de Perséfone también imaginó otra escena: ella misma estaba muerta, consumida por la tierra y los gusanos, y a su lado yacía el cadáver de Alfonso. Ella estaba consciente, aunque cada vez menos consciente, e intentaba, sin éxito, moverse para acariciar el cuerpo en putrefacción de Alfonso por última vez. Pero era inútil, ambos habían decidido separarse en vida y ya era imposible recuperar el tiempo perdido. Y no había un más allá. No había otra vida después de la vida.

 

Ya no quedaba nada.



#3470 en Novela contemporánea
#8686 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, intimista

Editado: 18.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.