Cien días nos separan

Estrella 10: Historia

El profesor Gerlovich continuó con su clase luego de la corta interrupción y Kamille devolvió sus ojos al paisaje de la ventana. Ella no le dedicó ni una sola mirada más a Lucas ni a Shay, durante el resto de la clase. Le repugnaba verlo. ¿O quizás le repugnaba verlo e imaginárselo con ella? Era una sabandija exactamente igual que Kane, era obvio. Se notaba a leguas que la rubia ni siquiera le gustaba. La chica de cabello oscuro no sabía cómo, pero estaba muy segura de eso.

Mientras tanto, a Lucas, por alguna extraña razón, le dolía su indiferencia. No le dedicó siquiera una mirada furtiva. Incluso salió del salón sin mirarlo cuando acabó la clase. Pero, en todo caso ¿Por qué le importaba? ¿Por qué demonios le importaba algo tan trivial? Culpó a su orgullo. Últimamente lo culpaba de todo, o a lo mejor lo ponía de excusa para no admitir que algo diferente estaba ocurriendo dentro de él. Spud. Su mente quedó atrapada por un largo instante en ese nombre despectivo que le habían asignado por su aspecto de espantapájaros. Spud. Spud. Spud. Spud. Spud. Spud. Spud. Era tan fácil pensarlo, pero ¿por qué entonces le costaba tanto pronunciarlo en voz alta?

 

 

Lucas

     ― ¿Qué demonios quieres? ―gruñí cuando el paliducho cerró la puerta de mi casillero de un golpe.

     ―Deja en paz a Kamille―me exigió con sus ojos verde esmeralda fijos en mí.

Solté un resoplido exagerado. ¿Quién se creía para exigirme algo? No tenía ninguna intención de volver a acercarme a esa chica, pero en ese momento sentí la gran tentación de jugar un poco con él. Se notaba a leguas que se preocupaba por ella más de lo que debería preocuparse un amigo común y corriente. Pues a ver si le seguían quedando ganas de salir con ella cuando terminara de decirle todo lo que tenía en mente.

     ― ¿Por qué debería? ¿Porque tú lo dices? ―bufé.

     ―No tienes ni un poco de dignidad. ¿Sabes todo lo que están diciendo acerca de ella? ¿Y lo que dicen acerca de ti? ―volví a resoplar.

Lo sabía perfectamente. Shay se había encargado de ponerme al día con el centenar de mensajes que me dejó en el móvil durante la clase de matemática. Aunque por una parte me arrepentía de haberle dado mi número telefónico, pues ya me imaginaba el acoso al que será sometido de ahora en adelante. De todos modos, lo que dijeran de mí me tenía sin cuidado. Lo que dijeran de ella… Pues ella podía hacerse cargo de sus propios problemas.

     ―No es la gran cosa.

     ―Escucha no me interesa qué fue lo que pasó ni cómo conseguiste filtrar esas fotos a todo el colegio, pero quiero que dejes a Kamille fuera de cualquier estupidez que estés planeando―sentenció acercándose a mí con su dedo índice apuntando acusadoramente hacia mi pecho.

¿No sabía con quién se estaba metiendo?

     ―Ten cuidado con la manera en la que me hablas. Y agradece que la foto que se filtró fue esa y no la del beso―esbocé una sonrisita de satisfacción cuando vi su cara ponerse roja de la ira.

De todos modos, el único que sabía la verdad era yo. Lucas tres, Spud cero.

 

 

――*――

     ― ¡¿ESO DIJO?!―exclamó la chica con la cara roja de la vergüenza cuando su amigo les contó acerca de su charla no tan amistosa con Lucas.

Instintivamente se llevó los dedos a los labios, imaginando de qué manera podrían haber llegado hasta ese punto.

Ya predecía algo como eso desde que Brandt le susurró en medio de una clase que necesitaba hablar urgentemente con ella y Maggie en un lugar privado y no podía ser en el armario del conserje. De alguna manera el irlandés veía venir aquel grito de su amiga y no podía arriesgarse a que todo el colegio descubriera aquel escondite. Kami fue la que propuso la reunión en la azotea a la hora del almuerzo.

     ― ¿Estás seguro? ―dudó Maggie con el mismo asombro, pero sin alzar la voz. El irlandés soltó un respingo con la mirada perdida más allá de la cerca que rodeaba la azotea y asintió―. A lo mejor lo dijo para fastidiar solamente―propuso la chica.

Kamille no sabía qué más decir. No podía siquiera negarlo porque no recordaba qué había pasado. Pero sea lo que sea que hubiese pasado, estaba muy segura de que había sido en contra de su voluntad. Su rostro se puso rojo nuevamente.

     ― Y... ¿Es cierto? ―indagó el irlandés. Kami abrió la boca para hablar, pero Maggie se le adelantó.

     ― ¿Cómo se te ocurre?

El chico se encogió de hombros sin saber qué decir. Su amiga les había dicho que la foto no era lo que parecía, pero no había explicado qué era, ni les había contado qué hacía en ese momento con Lucas. No quería pensar en ello, pero en el fondo realmente creía que algo había pasado entre ellos. Ambos, Maggie y Brandt, se morían de ganas por saber la historia completa pero no se atrevían a preguntar. Temían que Kami volviera a apartarse de ellos, así que decidieron simplemente escuchar lo que ella tuviera que decir sin presionarla.

     ―Yo...necesito estar sola―la que habló fue la chica de cabello oscuro.

 



#2173 en Novela contemporánea
#16031 en Novela romántica

En el texto hay: juvenil, desamor, amor

Editado: 18.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.