"El primer papel"..
Encontró el papel metido entre hojas de un cuaderno que claramente había pertenecido a la niña que ella había sido: tapas duras, stickers viejos y un intento de firma que parecía decir “Tami escritora famosa”.
Lo desplegó.
“No quiero que mamá esté triste por mi culpa.”
Tamia se congeló.
Con 65 años, uno creería que los recuerdos duelen menos. Mentira.
Vio de inmediato la escena: ella, con ocho años, escondida debajo de la mesa del comedor, escribiendo mientras apretaba los labios como si fuera una adulta cansada. Recordó su vestido amarillo, los crayones mordidos, y el miedo que tenía a hacer ruido.
La niña que había sido no entendía por qué su madre suspiraba tanto. Entonces intentaba ser perfecta. Sonreír más. Molestar menos.
Tamia se rió un poco, recordando que en algún momento había decidido “adoptarse a sí misma”, usando una toalla como capa.
—Caray, era una comediante trágica desde chiquita —murmuró.
Pero la risa se apagó rápido.
Ese papel era una herida vieja. Una que nunca había sanado.
Y sin embargo… se sintió agradecida por tenerlo ahora en las manos.