"El segundo papel"..
El segundo papel estaba más arrugado que el primero, como si hubiera sido leído mil veces… o escrito con prisa.
“Hoy entendí que a veces uno carga cosas que no eligió.”
Tamia tragó saliva.
El recuerdo llegó enseguida: un día de verano, ella sentada en el pasto tratando de hacer la tarea mientras sus padres discutían dentro de la casa. Tenía nueve años y ya se sabía de memoria el sonido de una puerta cerrándose fuerte.
Se recordó a sí misma diciendo, indignada:
—Algún día voy a tener mi propia casa y no voy a pelear con nadie… bueno, tal vez con la licuadora, porque esa cosa siempre pierde una pieza.
Lo triste era que había cumplido la profecía: vivía sola, en paz… pero más sola de lo que admitiría.
El papel continuaba:
“Intentaste ser fuerte, Tamia. Y lo fuiste. Pero también te dolió más de lo que aceptaste.”
Tamia sintió que el pecho se le apretaba.
Era extraño… ¿por qué su versión niña escribiría algo tan adulto?
Lo dejó a un lado, inquieta.
Algo en esos papeles no estaba cuadrando.