“Cierta clase de amor”..
Este papel era más corto.
“No escribo esto para hacerte sentir culpa.
Lo escribo porque te amo.
Y quiero que recuerdes cómo fue todo…
no solo como tú lo viste.”
Tamia sintió una mezcla de dolor, alivio y ternura.
Era verdad: el amor entre madres e hijas no siempre era suave.
A veces era punzante.
A veces era torpe.
A veces dolía más de lo que uno admitía.
Pero seguía siendo amor.
Guardó todos los papeles que había leído en una caja aparte.
Se quedó un rato sentada, abrazando el tarro.
Sabía que aún faltaban muchos papeles.
Decenas.
Cientos tal vez.
Y cada uno sería una parte de la historia que nunca se contaron… pero que siempre necesitaron escuchar.