Cigarro de Miel

Capítulo 3: Insistencia

Aiden Mckee

Apagué mi cigarro en el suelo. Y vi por última vez hacia esa dirección.

No viene...hoy no viene.

Aquella señorita.

Arisha Cervantes

Hoy dormí menos horas con la intención de llegar temprano. No deseo ver nuevamente esos rostros molestos.

Y más, cuando debía caminar al trabajo, no tenía dinero para cargar la tarjeta de locomoción.

El bar trabaja por pago diario o semanal, depende del ánimo del gerente y eso me complica. Tengo que juntar pagos tras pagos para pagar el arriendo, la luz, agua y gas; pero eso me deja con poco dinero para comprar una gran cantidad de comida.

Mi delgadez es evidente y ya estoy cansada de escuchar a los trabajadores palabras como "tienes que comer", "recuerda alimentarte bien". No saben cuanto deseo hacerlo, cuenta hambre paso, pero es evidente que ellos ganan más que yo. A pesar de que gracias a mi tienen más clientes - sus palabras - y no son capaces de darme una recompensa monetaria como corresponde.

Traspasé la puerta que me lleva al interior del local y me petrifique al instante.

Vicente, ahí está Vicente.

De pie frente a la barra, junto a su abuelo contando todas las botellas del bar, comprobando que estén todas como dice la hoja que llevan en su mano.

Estaba ahí.

Hace más de un mes que no viene al bar y yo me había sentido tranquila.

Ellos notaron mi presencia y pude ver el brillo en los ojos de Vicente y esa sonrisa que me genera terror.

-No puedo creerlo - dijo acercándose - mira quién está aquí. Mi bello ángel.

Él llegó a mi y tomó uno de mis mechones y se lo llevó a sus labios.

-Tan bella como siempre - dijo en un susurro.

-Te he pedido muchas veces que no hagas eso - dije con miedo.

Nicolas estaba ahí.

-Y yo te he pedido muchas veces que seas mi esposa, pero supongo que nadie hace lo que el otro quiere - dice como si no fuera la gran cosa.

-Esta vez llegaste temprano niña - habla Nicolas con su característica voz de mando - Bien hecho.

-Sí señor - puse espalda recta - perdón por mi atraso de ayer.

-No pasaría eso si fueras mi chica - volvió a susurrar cerca de mi oreja - un día todo esto será mío.

-Eso no pasará en muchos años más, aún estoy vivo.

-Claro abuelo - y pude ver una sonrisa malvada en su rostro - mientras tanto aún tengo tiempo para conquistarte pequeño ángel.

-Disculpen la hora - apareció el baterista - Oh, ¿Interrumpí una conversación importante? - dice fingiendo asombro.

-Antonio - dice con voz gruesa.

-Vicente.

Dicen en forma de saludo dos personas que se odian a muerte.

Nunca entendí su rivalidad, pero sé que viene de mucho años atrás. Los rumores dicen que es por una mujer, pero esas cosas a mi no me interesan.

-¿Los demás no han llegado? - se dirigió a mi.

-Aún no - dije un poco más tranquila por la presencia de alguien más.

Vicente y Nicolas me ponían los pelos de punta, sobre todo aquel rubio. Lleva insistiendo en una relación por años, pero no puedo corresponderle por dos grandes razones.

Él en serio me da miedo, tiene una energía oscura que me pone alerta. Y en segundo lugar, no creo que merezca el cariño que él me promete.

Así que simplemente digo que no.

La noche llega y así también llegan los clientes. Algunos sólo vienen a beber y ver el show, pero otros sólo vienen por las damas - como suelen decirles - y a pasar una buena noche.

No te preocupes, ven a verme

Muñeca de trapo, nena, ¿no me vas a hacer?

Como hiciste antes

Me siento como un chico malo

MMM Como un chico malo

Estoy levantando una muñeca de trapo

Como tirar un juguete viejo.

Las horas pasan y mi voz está mejor que ayer, pero mis nervios no lo están, ya que Vicente está sentado en la mesa más cercana al escenario y no me quita la mirada. Está sentado mirándome con esos ojos verdes como si pudiera atravesarme.

No entiendo su "amor", su obsesión conmigo.

Cada vez viene menos al bar, pero cada vez, él se sienta delante mirándome como si quisiera comerme, como si él fuera una fiera y yo un cervatillo.

Me da miedo.

Terminé la canción, pero enseguida comenzamos otra.

Al bajar del escenario vi al Leyla sentada en el piso frente a la puerta de mi camerino, sujetando un ramo de rosas.

-¿Otra vez? - me acerqué a ella.

-¿Qué debería hacer? - preguntó ella entregándome el ramo.

-Ser clara con él y decirle que no te interesa.

-Es que lo hace. Es tan lindo, dulce y lo hace delicado, no como otros clientes.

-¿Y cuál es el problema entonces? - le di espacio para que pasara a la habitación.

-¿Cómo que cuál? Soy prostituta lo olvidas, ¿Cómo podría estar en una relación? Prefiero seguir viéndolo así - negaba con su cabeza.

-Qué problema.

No podía considerar a Leyla una amiga, pero ella confiaba en mí, creo que ve en mi una hermana mayor. Pero no puedo serlo, por su bien.

-¿Cómo me dijiste que se llamaba tu cliente?

Ella suspira enamorada - Ignacio.

- Ignacio, ¿eh?

La persistencia misma.

Él está por encima de Vicente en lo que es la insistencia. Ese joven viene todas las semanas, él mismo día, a la misma hora a ver a Leyla y siempre trae consigo un obsequio: chocolates, flores, peluches. La mayoría termina en mi mano, pero los chocolates no le duran ni media jornada.

Leyla menciona que él siempre le promete amor y estabilidad, que si ella quiere podría dejar este trabajo y vivir bajo su cuidado. Que no le faltaría nada y podría incluso terminar el colegio, pero ella siempre se niega.

"¿Tu crees que sus padres acepten a una puta en su familia?". Esas fueron sus palabras en la tercera propuesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.