Aiden Mckee
Me gusta verla.
Aunque tenga que caminar una cuadra y esperar paciente a que llegue.
Desde que la vi supe que era para mi, ella debía ser mi chica.
Una belleza sobrenatural, su piel como leche me atrae y me invita a tocarla. Sus ojos distantes, esa barrera en su mirada que dice "Vete de aquí". Sólo hace que quiera acercarme más.
Creo que será difícil conquistarla, pero no importa cuanto tiempo me tome, ella será mi chica.
Dejé mi chaqueta en el sillón de la entrada y quedé en una polera sin mangas de color negro con letras rojas en la espalda. El calor que hace es aterrador, pero ella siempre usa ropa que la tapen suficiente.
¿Cómo vendrá hoy?
¿La veré hoy?
Caminé por las calles del centro en sentido contrario de las personas. Mis pies iban con prisas, deseando llegar antes que ella.
Hoy voy contra el tiempo.
No puedo llegar después de ella, tendré así menos tiempo.
Vi el paradero a lo lejos y pude notar que estaba vacío.
Bien.
Me senté en el paradero con la vista puesta en el celular. Ya se hizo costumbre para mi mirar cuando viene su micro.
Espero que su llegada sea pronto.
Estoy todo el tiempo ansioso, esperando que llegue la tarde para poder verla, anhelo más de ella.
Una princesa rota. Al menos eso me revelan sus ojos, su mirada harta de la vida.
Y eso me fascina. Eso tal vez me hace un psicópata, pero le da un aire misterioso.
Quiero saber que oculta su mirada en esos ojos oscuros.
Miré en la dirección de donde suele aparecer, como una aparición. Y pude notar que venía acelerada, con pasos rápidos.
Vestía un pantalón negro apegado s sus delgadas piernas y una polera suelta color crema con un estampado de tigre. Se veía cómoda, pero menos arreglada qué otras veces. Su cabello caía mojado en sus hombros y cargaba su usual mochila.
Se veía preciosa.
No podía dejar de verla.
Estaba encandilado, no podía hablar, no podía dejar de verla.
La miraba como se acercaba mirándome intensa, diciéndome con la mirada "dejame en paz". Pero no podía, ni quería. Quería saber más de ella, quería permanecer a su lado el mayor tiempo posible.
—Buenos días. —mi voz salió en un susurro.
—Ah. Buenos días —dijo sin ganas ajustando su mochila al hombro.
Permanecí en silencio mirándola sin vergüenza alguna.
—Disculpa —dijo llamando mi atención —¿Cómo se hace para saber en cuanto viene la micro?
Eso me sorprendió.
—Viene en 7 minutos —respondí.
—No es lo que pregunté —volteó sus ojos.
—Claro —despabilo —Tienes que descargar la aplicación de la Red o buscar en la página con el mismo nombre y colocar el código que está en ese letrero.
—Vaya, no sabía eso.
Dice simplemente.
—Pero no te preocupes, siempre estaré aquí para verla por ti —sonreí.
—¿No te aburre?
—¿Qué cosa?
—Estar aquí perdiendo tu tiempo.
Reí amargo.
—No estoy perdiendo mi tiempo, me gusta verte.
Ella guardó silencio.
—No deberías decir esas cosas —responde después de un largo silencio—No deberías acercarte a mi.
Lo dice de una manera extraña, como si le costara decirlo.
Puedo notar que la micro se acerca y me genera un sentimiento amargo, quisiera estar más tiempo a su lado.
Me entristece esperar otro día para ver ese rostro distante, para ver sus ojos, su labios.
Me fascina, todo en ella lo hace.
¿Qué me hiciste señorita?
Ella aparta la vista y se acomoda más cerca de la calle.
—¿Te puedo pedir un favor?
—¿Qué quieres?—dijo sin mirar.
—Sonríe para mí. —Ella volteo con los ojos muy amplios. —Si no es ahora, algún día.
—Eres insoportable y muy insistente.
—Cuando quiero algo no me detengo porque haya un obstáculo.
—¿Eso soy para ti? ¿Una meta? Si es así, por favor vete.
Ella volvió su mirada a la micro que cada vez se acercaba más.
—Señorita. No me interesa lo que piense de mi ahora, sino lo que quiero que llegue pensar de mi.
—Estás loco.
—Me interesa señorita, creo que lo he dejado bastante claro. Solo una oportunidad pido.
—No te lo diré otra vez. —me miró con sus ojos fríos. — Déjame en paz.
Apartó la vista de mí y con una tranquilidad abrumadora subió a la micro dejándome con un sentimiento de abandono.
Por una mujer que con suerte conozco, pero que caló profundo en mi.
"Déjame en paz".
No lo creo.