Cigarro de Miel

Capítulo 7: Una sonrisa

Aiden Mckee.

Ahora no me veo solo, cada que visualizo mi futuro, la veo a ella.

Es extraño, porque no la conozco.

Ganas no me faltan, pero ella no baja sus barreras, bueno, no ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por primera vez.

Estoy acostumbrado a las relaciones rápidas, a que vengan a mí con facilidad, que esto es extraño.

—¡Despierta Aiden! — grito Marcos, mi jefe —¿En que tanto piensas?

—Nada, olvídelo — susurré.

Mi jefe rio — Este muchacho.

—¿Qué? —Miré a todos y cada uno de ellos reían. —¿De qué me perdí?

—Llevas algunos días en las nubes —volvió a decir.

—Ah. No me había dado cuenta —bajé mi rostro.

Todos se reían.

—Ven aquí muchacho.

Caminé para estar más cerca de él.

—¿Todo bien en casa? —preguntó cauteloso.

Él sabía todo lo que había pasado mi familia, él siempre estuvo ahí para contenerme. Le tengo aprecio.

—Todo bien, es...otra cosa.

—Puedes confiar en mí, ¿lo sabes?

Suspiré.

—Es una chica —bajé mi voz para que mis compañeros no escucharán.

—¿Alguna ha venido diciendo que eres papá?

Me horrorice.

-¡No! Dios, no. — Es lo que menos necesitaba en este momento.

Él rio de manera exagerada.

—¿Entonces? — Su rostro se volvió serio.

—Conocí a una chica. Hermosa, como un ángel.

-Vaya. ¿Y él problema?

—No le intereso. Ni un poco.

—Eso es nuevo.

—Ni me digas, no sé qué hacer. Ella, en serio, me interesa.

Él suspiró.

—Ya lo resolverás. —Golpeó mi espalda. —Ahora a trabajar.

—Qué gran consejo —dije con sarcasmo.

—¿Quieres un buen consejo? — asentí —tu abuelo debe tener uno.

Buena idea, hace tiempo no lo voy a ayudar.

—Bien, ese es un buen consejo.

—¡Hay que trabajar muchachos! —gritó.

§§§

Estaba sentado en el respaldo del asiento del paradero, esperando paciente, mientras perdía tiempo en el celular.

Aún no he podido pensar una estrategia buena.

—bájate de ahí — dijo una voz a poca distancia.

La reconocí enseguida.

—Arisha. —Dije bajándome de prisa.

—Por fin dices mi nombre.

Me acerqué a ella tan rápido que ella tuvo que retroceder dos pasos de la impresión.

—¿Eso es malo?

—No — carraspeo — es que siempre me llamas señorita.

Hoy está más habladora. ¿Le habrá pasado algo bueno?

—¿Prefieres así? — le coqueteé.

—No dije eso —miró calle arriba —pero es inusual.

—Supongo. Viene en 10 minutos —avisé.

—Bien.

—¿Cómo estás? — Ella guardó silencio. —¿Arruiné el ambiente?

—No me gustan ese tipo de preguntas.

—Perdón.

Lo poco que había avanzado, lo retrocedí.

—Hoy me llamaron la atención en el trabajo —quise cambiar el tema.

—¿Y?

—¿Cómo qué "Y"? Hazte responsable, fue tu culpa.

Ella levantó un poco el lado derecho de su labio.

¿Eso era una sonrisa?

—¿Por qué sería mi culpa?

—Estaba pensando en ti, así que es tu culpa.

Ella levantó un poco más su labio.

Definitivamente era una sonrisa.

—Estás loco.

—Un poco, si.

Una sonrisa.

Dame una sonrisa.

Lo necesito.

Como aire para vivir.

—Y lo admites.

—La locura es algo bueno, en su justa medida.

—Estoy seguro que lo tuyo no es una justa medida.

—Tendrás que descubrirlo.

—Prefiero no hacerlo.

—Vamos, soy una gran persona.

—Yo no.

—Para mi lo eres, eres...

—No sabes nada Aiden.

Mi nombre.

Ella dijo mi nombre.

Sus labios pronunciaron mi nombre.

—¿Estás bien? —preguntó agitando su mano frente a mis ojos —Ah, viene la micro.

No, justo ahora.

—Señorita —llamé su atención.

Ella me miró con sus ojos claros con un pequeño, indescriptible brillo.

Estoy seguro, algo bueno le pasó.

—La veo mañana aquí, a la misma hora.

Ella con una suavidad nunca vista sonrió con los labios cerrados, dejándome a mí con una sensación indescriptible.

—Estás loco.

La micro llegó al paradero y mientras ella subía giró su cuerpo y se dirigió a mi

—Te vas a arrepentir de esperar — sus ojos se apagaron nuevamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.