Citas, matches y desastres

Capítulo 3

Después del “incidente del café”, juré que nada podía salir peor. Error de principiante.

El segundo match apareció dos días después. Se llamaba Andrés, tenía una sonrisa de anuncio dental y, según su perfil, amaba los perros, el sushi y viajar. Mis amigas me dijeron:
—Es perfecto, dale una oportunidad.
Y yo, ingenua, acepté.

Quedamos en vernos en un barcito de tapas. Yo llegué puntual —otra vez—, con la ilusión renovada y cero líquidos en las manos para evitar repetir el desastre.

Al entrar, lo vi de inmediato: alto, barba recortada, camiseta blanca. Sonreía igual que en la foto. Caminé hacia él y solté la frase más coqueta que mi cerebro pudo improvisar:
—Hola… así que tú eres Andrés.

Él me miró raro.
—¿Andrés? No, yo soy Daniel.

Me puse roja como tomate.
—Perdón, creo que me equivoqué de mesa…

Me di media vuelta con la dignidad colgando de un hilo. Pero ahí, en la esquina, vi a mi Andrés. Y sí, era exactamente lo que temía: el exnovio de mi mejor amiga, Mariana.

Se me cayó el alma a los zapatos. ¿Cómo no lo reconocí en las fotos? Claro, con barba y gafas oscuras parecía otra persona.

—¡No puede ser! —susurré, y él ya venía hacia mí, sonriendo como si no existiera la palabra “awkward”.
—¡Qué sorpresa! No pensé que fueras tú.

Yo, en pánico, le respondí con la elegancia de una persona madura:
—Eh… ¡tampoco yo!

Pasamos los siguientes diez minutos en una especie de cita fantasma. Él contaba anécdotas, yo pensaba cómo huir sin que me acusaran de mala amiga. Y como la vida siempre tiene humor negro, justo en ese momento Mariana me mandó un audio:

—Amiga, ¿te imaginas que un día te toque un match con mi ex? Jajaja, eso sí sería un desastre.

El celular casi se me cae de las manos. Andrés arqueó las cejas, curioso:
—¿Era Mariana?

Yo solo atiné a reírme como hiena.
—¿Quién, Mariana? No, no… era mi… dentista.

Obviamente, no me creyó.

La cita terminó en un abrazo incómodo y una promesa vaga de “hablamos después”, que ambos sabíamos que no iba a pasar. Yo salí del bar con una sola conclusión: el universo tenía un sentido del humor muy cruel.



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En el texto hay: romance, humor

Editado: 19.09.2025

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