Después del fiasco de San Valentín, Valeria juró que sus planes serían simples. Pero la vida, como siempre, se burlaba de sus juramentos.
Todo empezó cuando el coworker misterioso la invitó a cenar “en plan más personal”. Nervios, ilusión… y muchas ganas de que esta vez algo saliera bien.
El problema fue que, dos horas después, otro match olvidado de la app —un tal Daniel, con quien había quedado en verse “algún día”— le escribió:
—“¿Te animas a cenar hoy? Reservé en ese restaurante nuevo del centro.”
Valeria pensó en cancelar… pero su ego dijo lo contrario. Después de todo, ¿qué daño podía hacer una cena gratis?
La respuesta: MUCHO.
Cuando llegó al restaurante, con la esperanza de que los dos mundos no se cruzaran, el karma la recibió con un golpe bajo: los dos hombres estaban ahí… en mesas contiguas.
Valeria casi se desmaya. Intentó escabullirse, pero Daniel ya le hacía señas desde una mesa, mientras el coworker misterioso la miraba con una sonrisa que mezclaba nervios y ternura.
No tuvo escapatoria. Terminó sentada en la mesa central, con ambos hombres creyendo que la cena era con ellos. El mesero, confundido, trajo dos copas de vino… y Valeria, en un acto de supervivencia, propuso:
—Bueno… ¿y si cenamos los tres?
El silencio fue incómodo, pero sorprendentemente, los dos aceptaron. Así comenzó la cita doble más caótica:
Daniel hablaba de viajes exóticos que claramente solo existían en Google.
El coworker intentaba contar anécdotas de oficina, mientras Daniel lo interrumpía con frases tipo “yo he vivido cosas más interesantes”.
Valeria, sudando frío, hacía malabares para que ninguno notara que estaba al borde de un colapso.
La guinda del pastel llegó cuando el mesero preguntó:
—¿Una sola cuenta o separada?
Los dos hombres respondieron al mismo tiempo:
—¡Yo invito!
Valeria quiso meterse debajo de la mesa. Al final, salió corriendo al baño, respiró hondo, y se prometió jamás volver a subestimar el poder del destino vengativo.
Esa noche escribió en su diario:
“Sobreviví a mi primera cita doble. Resultado: caos, vergüenza y dos hombres probablemente confundidos. Conclusión: debería cobrar entrada a mi vida amorosa, porque es mejor que cualquier serie de comedia.”