Citas, matches y desastres

Capítulo 28

Después del karaoke, Valeria estaba convencida de que medio mundo ya hablaba de ella y el coworker misterioso. Pero lo que nunca imaginó fue que hasta su jefe se daría cuenta.

La primera señal llegó una mañana cualquiera, cuando él entró a la oficina con una ceja arqueada y dijo:
—Valeria, ¿y usted desde cuándo tiene tanto entusiasmo para quedarse horas extra?

Ella casi se atragantó con el café.
—Ah… bueno… es que soy muy comprometida. Con el… trabajo. Sí, el trabajo.

El coworker, sentado a dos escritorios de distancia, se mordía los labios para no reírse.

La segunda señal fue peor: el jefe organizó una reunión improvisada y, al repartir los equipos, puso a Valeria y al coworker juntos “porque hacen buena dupla”.

Claudia, que también estaba presente, le envió un mensaje por el chat interno:
—Traducido: “los shippeo”.

Valeria quería morirse.

Lo más incómodo fue cuando, en plena reunión, el jefe los miró fijamente y preguntó con una sonrisa sospechosa:
—¿Y ustedes dos… se llevan bien, no?

El silencio fue eterno. Valeria sintió que todos los ojos estaban sobre ellos. El coworker respondió con tranquilidad:
—Muy bien, jefe. Trabajamos excelente juntos.

Ella solo asintió, mientras por dentro gritaba: “¡Esto parece interrogatorio amoroso, no reunión de trabajo!”

Al salir, Claudia la tomó del brazo y le dijo:
—Amiga, tu jefe ya los descubrió. Prepárate, porque ahora cada cosa que hagas va a parecer romance de oficina.

Valeria suspiró. Sabía que Claudia tenía razón.

Esa noche escribió en su diario digital:
“No sé qué es peor: que el jefe sospeche… o que tenga razón.”



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En el texto hay: romance, humor

Editado: 20.09.2025

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