Citas, matches y desastres

Capítulo 56

Valeria siempre había sido cautelosa con las redes sociales.
Subía fotos de atardeceres, platos de comida que parecían sacados de Pinterest (aunque en realidad eran delivery), y algún meme gracioso que Claudia le pasaba a las tres de la mañana. Lo que nunca, nunca, hacía era exponer su vida romántica.

Así que, cuando ocurrió el desastre, lo sintió como la traición suprema del universo digital.

Todo empezó inocente: una salida de viernes por la tarde con Claudia, él (Señor Ambigüedad) y un par de colegas. Nada formal, solo cervezas, risas y karaoke improvisado. En algún momento, alguien —todavía nadie confesaba quién— tomó una foto: Valeria y él, demasiado cerca, riéndose como dos adolescentes.

La foto era bonita, incluso tierna. El problema es que apareció publicada el sábado por la mañana en el Instagram de la compañía, bajo el hashtag: #TeamBuilding #FamiliaLaboral.

Valeria despertó con treinta notificaciones, mensajes de Claudia en mayúsculas y su madre preguntándole por WhatsApp:
"¿Quién es ese chico tan guapo? ¿Es tu novio? ¿Por qué no me lo has presentado?"

Entró en pánico.
—¡Claudiaaaa! —gritó por el teléfono.
—¡Ya lo vi! —respondió su amiga entre carcajadas—. ¡Y lo mejor es que la empresa lo puso en historias destacadas! ¡No se borra en 24 horas, cariño, estás expuesta!

Valeria sintió que iba a necesitar cambiarse de identidad y mudarse a otro continente. Mientras tanto, en el grupo de WhatsApp de la oficina, la tormenta era imparable:

"Qué linda pareja."
"Yo lo sabía desde el karaoke."
"Cuando inviten a la boda, no se olviden de mí."

Ella intentó minimizarlo:
"Jaja, nada que ver. Solo amigos."

Pero entonces apareció el mensaje que la desarmó:
"¿Solo amigos? Porque yo pensaba que podríamos escribir otra historia juntos."
Era él.
En público. En el grupo.

Valeria no sabía si matarlo, besarlo o las dos cosas en simultáneo.

Cuando finalmente lo vio en persona el lunes, él apareció con esa sonrisa tranquila que la sacaba de quicio y le dijo:
—No fue tan malo, ¿no? Ahora todo el mundo sabe.
Valeria lo fulminó con la mirada.
—¡Ese es el problema, todo el mundo sabe! Mi tía de Florida ya me mandó un voice note de siete minutos dándome consejos matrimoniales.

Él se encogió de hombros, divertido.
—Bueno… al menos ya no somos tan “involuntarios”.

Valeria suspiró. El universo parecía decidido a exponerla, quisiera o no. Y aunque quería quejarse… había algo en la foto, en esa risa capturada, que la hacía pensar que tal vez el caos no se veía tan mal después de todo.



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En el texto hay: romance, humor

Editado: 20.09.2025

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