Citas, matches y desastres

Capítulo 69

Cuando Valeria se enteró de que habría un viaje de la oficina para un “team building”, casi pidió vacaciones por adelantado para no ir.
—¿Team qué? —le preguntó a Claudia por teléfono.
—Team building, o sea, actividades ridículas para obligarte a llevarte bien con tus compañeros. Básicamente, dinámicas de secundaria pero con adultos cansados.

Valeria suspiró. Ella apenas podía coordinarse con su propio reflejo, mucho menos con el departamento entero en juegos de confianza.

El viernes, todos subieron al autobús con mochilas, termos de café y caras largas. El jefe iba emocionado, como si fuera guía turístico.
—¡Prepárense, chicos, este será un viaje inolvidable!
Y no se equivocaba.

La primera prueba: Karaoke improvisado 🎤

En medio del viaje, alguien decidió que cantar era una gran idea. Valeria, que había jurado solo ser espectadora, terminó cantando un reguetón en dúo con él… porque la aplicación de karaoke “los emparejó al azar”.
El resultado: ambos desafinando, pero mirándose y riéndose tanto que el jefe comentó:
—Bueno, al menos hacen buen equipo para el ridículo.

La dinámica del huevo 🥚

Ya en el lugar, los dividieron en grupos para el famoso reto de “proteger un huevo con materiales reciclados”.
Valeria quedó con él, y mientras los demás hacían estructuras tipo NASA, ellos construyeron una torre de cinta adhesiva que parecía más una trampa que una protección.
Resultado: el huevo se estrelló contra el piso como un meteorito.
—Lo importante es la intención —dijo él, muerto de risa.
—Sí, la intención de pedir huevos revueltos en el desayuno, porque esto fue un fracaso.

Fogata nocturna 🔥

La noche terminó alrededor de una fogata. Todos contaban anécdotas laborales, algunas aburridas, otras vergonzosas.
Cuando le tocó a Valeria, soltó sin pensar:
—Mi peor momento en la oficina fue cuando traté de impresionar a alguien y terminé reenviando un correo de chisme a toda la lista general.
Hubo un silencio incómodo… hasta que él se rió tan fuerte que contagió a los demás.
—Por eso me gustas —le susurró cuando las risas se calmaron—, porque no tienes filtro.

Valeria casi se atraganta con el malvavisco que estaba comiendo.

El regreso 🚌

De vuelta al autobús, todos estaban medio dormidos. Valeria apoyó la cabeza en la ventana, y sin darse cuenta, él le acomodó una chaqueta sobre los hombros.
No fue un gran gesto romántico de película, pero sí de esos pequeños detalles que calientan más que el fuego de la fogata.

Cuando despertó, lo vio sonriéndole.
—¿Descansaste, compañera de karaoke?
Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír también.
Quizás el viaje había valido la pena después de todo.



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En el texto hay: romance, humor

Editado: 20.09.2025

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