Citas, matches y desastres

Capítulo 73

Después de la cena oficial, Valeria y él decidieron dar un paso más: cocinar juntos.
La idea sonaba romántica, casi cinematográfica. Ella lo imaginaba cortando verduras con estilo, él probando la salsa con una cuchara de madera, ambos riéndose mientras bailaban entre las ollas.
El problema era que Valeria no sabía cocinar ni un huevo sin arriesgar una alarma de incendios.

La propuesta 🍳

—¿Qué te parece si el sábado hacemos pasta en tu casa? —sugirió él.
—¿Pasta? Perfecto. Es solo hervir agua y ya, ¿no?
—Exacto. Fácil, imposible fallar.

Valeria sonrió confiada, sin saber que estaba a punto de protagonizar un episodio de Pesadilla en la Cocina: versión romántica.

El inicio del caos 🙈

La cosa empezó mal cuando Valeria, en su afán de impresionar, compró ingredientes “sofisticados”: pasta fresca, queso que ni sabía pronunciar y una botella de vino que eligió por la etiqueta bonita.

—Mira todo esto —dijo orgullosa.
—Wow, ¿trajiste parmesano auténtico?
—Eh… sí, creo. El señor de la tienda dijo algo en italiano y yo solo asentí.

Al poner la pasta a hervir, Valeria olvidó un detalle pequeño pero importante: poner suficiente agua en la olla.
Resultado: los fideos se pegaron entre sí como un bloque sólido digno de construcción.
—Creo que inventé un ladrillo de carbohidratos —comentó.

El incendio controlado 🔥

Decidió salvar la noche preparando salsa casera. Picó cebolla con tanto entusiasmo que parecía una escena de crimen, y luego, al intentar flambear con vino (¿por qué, Valeria, por qué?), casi incendia la sartén.
Una llamarada salió disparada.
—¡Apaga, apaga! —gritó él, corriendo por un trapo.
Valeria, en pánico, empezó a soplar como si fuera una vela de cumpleaños.
—¡No soples, loca, eso empeora todo!
Cuando lograron apagarlo, la cocina parecía un campo de batalla con olor a cebolla quemada.

El desastre final 🍽️

Al final, sirvieron un plato que parecía más una sopa rara que una pasta italiana. La salsa tenía grumos sospechosos, la pasta estaba tan blanda que se deshacía con mirarla, y el queso… bueno, digamos que olía demasiado fuerte para el gusto de Valeria.

Ella bajó la cabeza, derrotada.
—Perdón. Quise hacer algo especial y salió horrible.
Él probó un bocado, hizo una pausa dramática y sonrió.
—Sabe terrible… pero contigo sabe mejor.

Valeria lo miró entre incrédula y divertida.
—¿En serio acabas de decir la frase más cursi de la historia?
—Sí, y la voy a repetir: contigo, hasta la pasta desastrosa me gusta.

El cierre inesperado 💕

Terminaron riéndose tanto del desastre que terminaron pidiendo pizza. Mientras esperaban la entrega, sentados en el suelo de la cocina todavía con manchas de salsa en la ropa, brindaron con vasos de vino barato.

—A nuestros talentos culinarios inexistentes —dijo ella.
—Y a los mejores accidentes —respondió él, chocando el vaso contra el suyo.

La pizza llegó justo a tiempo, pero la sensación de que habían compartido algo especial, caótico y divertido ya estaba servida.



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En el texto hay: romance, humor

Editado: 20.09.2025

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