Valeria siempre había tenido un talento especial para mandar mensajes equivocados. Ya fuera el clásico “me muero de hambre” enviado al grupo del trabajo en vez de al de amigas, o aquel fatídico “te amo” que terminó en el chat de su primo por error (y que todavía le recordaban en las reuniones familiares).
Pero esta vez… esta vez la cosa se le fue de las manos.
El inicio del desastre 📲
Era lunes por la mañana, Valeria estaba medio dormida, sosteniendo su café en una mano y su celular en la otra. Mientras intentaba armar una lista mental de pendientes, decidió escribirle a Claudia:
> “Si hoy sobrevivo a esta reunión, te juro que me voy a casar con el primero que me invite a cenar. Aunque sea el del Uber Eats.”
Claro, el destino no perdona despistes: en vez de Claudia, el mensaje voló directo al chat de ÉL.
Silencio.
Tres minutos eternos.
Finalmente, respuesta:
> “¿Así de fácil me ganas, Valeria? ¿Una cena y ya?”
Valeria casi escupió el café encima del teclado.
—¡No, no, no, maldito autocorrector social! —murmuró en pánico.
La reacción inesperada 🙃
Decidió aclararlo rápido.
> “Perdón, era para Claudia. Fue un error. Olvida lo que leíste.”
Pero él, en lugar de dejarlo morir, respondió con un emoji de anillo 💍 y una pizza 🍕.
Valeria se tapó la cara.
—Genial. Ahora soy la loca desesperada que se casa con cualquiera que le traiga comida.
Claudia, al enterarse, se rio tanto que casi se atraganta con una galleta.
—Amiga, esto es oro puro. Estás oficialmente en la lista negra de los memes.
El efecto dominó 😅
Como si no fuera suficiente, el mismo día Valeria cometió otro error: estaba hablando con su compañera Ana sobre el jefe insoportable y escribió:
> “Ese hombre tiene la cara como un pepino amargado.”
¿Adivina quién recibió el mensaje? Sí, el propio jefe.
Él contestó con un escueto:
> “Gracias por la comparación vegetal, Valeria. Muy profesional.”
Valeria quiso meterse debajo de la mesa y vivir ahí para siempre.
—Me voy a mudar a otro planeta. Marte está bien, allá no hay Wi-Fi.
El final cómico-romántico 💕🤣
Al final del día, él volvió a escribirle:
> “Entonces, ¿ya decidiste con quién vas a casarte? Porque yo puedo traer pizza.”
Valeria se rió tanto que se le olvidó la vergüenza.
Le contestó:
> “Solo si prometes que no vas a pedirme matrimonio en medio del supermercado.”
La respuesta llegó rápido:
> “Supermercado no, pero en la próxima cena nunca se sabe. 😏”
Valeria dejó el celular a un lado, con el corazón latiéndole más rápido de lo que quería admitir. Entre errores, mensajes fuera de lugar y malentendidos, parecía que el universo conspiraba para mantenerlos cerca… y con risas aseguradas.