Valeria nunca había pensado en tener mascotas. Decía que con las plantas ya tenía suficiente responsabilidad, y aún así había matado tres cactus por exceso de agua.
Pero aquel domingo su vida cambió cuando un perro entró en escena… literalmente.
El encuentro inesperado 🐾
Ella y él caminaban por el parque cuando un perro callejero, pequeño, orejón y con una cola que se movía como hélice, corrió hacia ellos.
Se lanzó directo sobre Valeria, manchándole el vestido con lodo.
—¡Ay! —gritó ella, pero el perro no paraba de lamerle la cara.
Él reía a carcajadas.
—Creo que ya tienes un nuevo admirador.
El collar improvisado con un cordón roto y la mirada tierna del animal hicieron que Valeria cediera.
—Solo lo llevaremos a casa hasta encontrar al dueño —dijo, aunque ya sabía que se estaba mintiendo.
Cupido en acción 💘
Bautizaron al perro como Cupido, porque parecía empeñado en juntar sus hocicos cada vez que ellos se acercaban demasiado.
Si intentaban besarse en el sofá, Cupido ladraba y saltaba encima, como diciendo: ¡Aquí nadie se besa sin que yo lo apruebe!
Si discutían, Cupido aparecía con un calcetín en la boca, distrayéndolos hasta que la risa ganaba.
Claudia, por supuesto, no tardó en opinar:
—Ese perro es más eficiente que cualquier terapeuta de pareja.
El desastre doméstico 🐕🦺
Tener a Cupido no era solo risas.
En su primera noche en el apartamento, el perro destrozó un cojín, orinó en una maceta y persiguió a Valeria por toda la sala con su propio zapato en la boca.
—¡Esto es una locura! —gritó Valeria, medio riendo, medio desesperada.
Él trataba de calmarla:
—Míralo por el lado positivo: ahora tienes un perro y un gimnasio, porque corres más que nunca.
El momento tierno ✨
Una tarde, después de un día caótico, Valeria encontró a Cupido dormido sobre sus piernas mientras él tocaba la guitarra suavemente.
Ella lo miró y murmuró:
—Tal vez Cupido no llegó por accidente. Tal vez nos hacía falta un poco más de caos para darnos cuenta de que ya somos familia.
Él sonrió y le acarició el cabello.
—Pues que se quede. Cupido es parte de nosotros.
El perro, como si entendiera, movió la cola medio dormido. Y Valeria pensó que, al final, tener un perro llamado Cupido era la manera más graciosa y tierna de confirmar que el amor había encontrado un hogar.