Citas, matches y desastres

Capítulo 90

Valeria siempre había soñado con escenas románticas en aeropuertos. Ya sabes, esas de las películas donde alguien corre por la terminal gritando “¡No te vayas!” mientras todos aplauden. Lo que nunca imaginó fue que ella terminaría protagonizando una… pero en versión comedia.

El plan perfecto (en teoría)

Todo empezó porque él tenía un viaje de trabajo de tres días. Nada grave, nada de meses en el extranjero, solo una simple conferencia. Pero Valeria llevaba días con una vocecita interna que decía: ¿y si pasa algo y no vuelve? ¿y si en el avión se sienta junto a una azafata que le lee poesía?

Claudia, como siempre, fue la chispa que encendió la locura.
—Tienes que despedirlo como en las películas. Ir al aeropuerto, darle un beso que nadie olvide y hacer historia.
—¿No crees que es exagerado?
—¿Exagerado? ¡Exagerado es dejarlo ir con un “chao, cuídate”.

Y así, contra toda lógica, Valeria se subió a un taxi con Claudia rumbo al aeropuerto.

La misión imposible

Lo primero que salió mal: el tráfico. Media ciudad había decidido colapsar justo ese día. Valeria casi se arranca el pelo.
—¡Se va a ir sin mí!
—Tranquila —dijo Claudia—. Si las películas me enseñaron algo, es que siempre se llega justo a tiempo.

Cuando por fin entraron al aeropuerto, empezó la segunda catástrofe: las filas eternas. Y la tercera: Valeria, nerviosa, confundió la puerta de embarque.
—¡Claudia! ¡Aquí no hay aviones, solo un puesto de tacos!
—Bueno, por lo menos comemos si fallamos —respondió ella, ya con hambre.

El drama anunciado

Después de correr como maratonistas perdidas, por fin lo vieron: él, en la fila del abordaje, con la maleta en la mano.

—¡Lo encontré! —gritó Valeria, al borde de la histeria.

Corrió hacia él, esquivando turistas, empujando maletas y gritando su nombre. La gente se apartaba como si fuera una escena sacada de una telenovela.

Cuando llegó, se lanzó sobre él, casi derribándolo.
—¡No podía dejarte ir sin despedirme como se debe!

Él la miró, entre sorprendido y divertido.
—Valeria… ¿estás bien?
—No, estoy loca. Pero loca por ti.

La fila entera soltó un “awww” espontáneo. Claudia, grabando con su celular, gritó:
—¡Yo siempre supe que terminaría en YouTube!

La confusión final

Lo mejor (o peor) fue que Valeria, en medio de su drama, no se fijó en un detalle: no era la fila de su vuelo.

Un señor con sombrero levantó la mano.
—Señorita, este avión va para Cancún, no para Nueva York.
Valeria se quedó congelada.
—¿Qué?
Él no aguantó la risa.
—Mi amor, mi puerta de embarque es la de al lado.

El público explotó en carcajadas. Valeria quería morirse, pero él la abrazó fuerte.
—No importa dónde, contigo cada escena parece sacada de una película.
Ella murmuró:
—Una película de comedia barata, pero igual película.

El cierre caótico

Al final, lograron despedirse como se debía: con un beso largo, en medio de un aeropuerto lleno de extraños que aplaudían como si fueran extras contratados.

Claudia subió el video a redes con el título: “Drama en el aeropuerto: cuando el amor no conoce de puertas equivocadas”.

Valeria sabía que nunca viviría esa escena con glamour… pero tampoco la cambiaría por nada.



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En el texto hay: romance, humor

Editado: 20.09.2025

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