Clauxtro

Capítulo 4

Mi corazón empezó a palpitar acelerado, sentía como si fuera a salírseme del pecho, recuerdo la primera vez que la encontré en esa misma posición.

- No me hagas nada, ¡por favor! - Me dijo una niña rubia de ojos tristes y asustados tan indefensa, abrazada a ella misma.

Yo sólo estaba jugando al escondite con una de las muchachas que trabajaban en casa de mi padre.

- No te hare nada; - digo tratando de acercarme a ella.

- No te acerques, - la vi moverse asustada y con los ojos llenos de lágrimas.

Moví mi cabeza para apartar ese recuerdo, no era momento de recordar eso, no con el de esa forma; me acerque a ella despacio, sujete su hombro y ella levanto la cabeza con aquella misma mirada. Mis ojos ardían y podía verlos rojos sin necesidad de ver mi reflejo... sujeto sus mejillas mirándola temblar y llorando, siento mis lágrimas caer y eso me asusta aún más.

- Loa, mírame, mírame ¡Por favor!, aquí; estoy aquí.

- Esta aquí, está aquí, no por favor ¡NO! - Sus lágrimas bajaban por sus mejillas... - Estuvo aquí. - La tome de las manos y la levante, abrazándola fuerte mientras la acariciaba por la espalda, estaba ardiendo en fiebre. No pude evitar que mi mente viajara otra vez a aquel día.

- ¿Cuál es tu nombre? - Le pregunto acercándome a pasos lentos.

"THIAGO"... - Escuché mi nombre tras la puerta, antes de irme le volví a preguntar su nombre. - ¿Podrías decirme tu nombre? "¿¡Thiago!?" - Volví a escuchar mi nombre, salí de la habitación sin saber su nombre; hasta que la escuche.

- Loa, soy Loa; - y así cerré la puerta.

Aún la seguía abrazando, susurrándole en el oído que todo estaría bien. - Lo siento tanto, no debí dejarte sola después de que me dijiste.

No sé porque la mujer duraba tanto en llegar, pero me estaba poniendo nervioso por la fiebre de Loa quien empezaba a temblar.

- Aquí está la joven. - Se escuchó la voz entrar junto a ella el médico y los padres de ella.

- ¿Señor Otto? - Él solo me dio un asentimiento de cabeza abrazando a su mujer para que puedan asistir a su hija.

- ¿Que paso? - Pregunto el medico entre su padre y yo le explicamos mientras la revisaba, luego fui a abrazar a su madre.

- ¿Thomas está al tanto de esto? - Le pregunte sin soltarla.

- Están camino a su luna de miel, le dijimos que ella lo llamará desde que este descansada, él sabe que ella odia las despedidas; pero ¿cómo paso esto? - me pregunto y yo no supe que responder, no podía decirle la verdad.

- Todo estará bien, ella es fuerte y los tiene a ustedes, nos tiene a nosotros. - Digo dándome cuenta de que ella es parte de mí y yo de ella. Compartimos más que niñez, compartimos un secreto un pasado triste y dura; sin origen real; lleno de ultrajes y maldiciones, de encierros y no sabemos ¿Por qué razón una niña de nueve años terminaría allí?

- Será mejor irnos todos necesitamos descanso, tus padres ya se fueron también. - asiento con la cabeza y miro hacia el doctor quien aún habla con el señor Otto y le entregaba medicamentos para ella.

Una vez en casa el señor la lleva a su habitación seguido por su esposa, entonces aprovecho para hacer una llamada, al segundo repique contestan.

- ¡Hola! ¿Por qué no me contestabas más temprano? - suspire cansado poniendo los dedos sobre el puente de mi nariz.

- Leticia estaba ocupado, por eso no conteste más temprano. - Le dije. - Te invite, pero no quisiste venir.

- Lo sé cariño, pero necesitaba avisarte que te alcanzare dentro de dos semanas. - Quise mostrar alegría, pero en mi cabeza sólo había la imperiosa necesidad de estar con ella, intenté sonar emocionado.

- ¿Que bueno amor! - Exclamé y me sentí fatal por sonar tan falso. - te iré a buscar al aeropuerto, debo irme.

- Aún podemos hablar, - me pidió ella y la verdad no estaba de humor en ese momento.

- Estoy cansado amor, hablamos luego. - Dije pasando mi mano sobre mi sien esperando su respuesta; una vez la recibí me molesté en colgar y aflojar el nudo de mi corbata.

- Ya la hemos dejado cómoda, durmiendo. - Se escuchó la voz de la señora Jennifer, me giro entrando mi celular en la chaqueta que deje temprano en el mueble de la sala de los Otto; tomo la chaqueta conmigo y voy hacia la puerta. - ¿Por qué no te quedas? si Loa despierta y no te ve se sentirá triste; demás sabes que siempre eres bienvenido aquí, eres como un hijo para nosotros. - dijo caminando hacia la cocina conmigo a sus espaldas.

- Mis cosas están en la habitación de Thomas, llegue tarde porque mis padres no dejaron la llave de repuesto y la mía esta en mi maleta que aún no llega del aeropuerto, estará aquí mañana.

- Sabes que no hay problema con ello, ¿Aún te sirve la ropa de mi Thomas? - dijo como si recordara aquellos tiempos.

- Será mejor que suba a ver si ya despertó, - le inquirí a la señora Otto; me dio un asentimiento de cabeza y yo subí por las escaleras traseras hacia la habitación de Loa.



#12577 en Thriller
#7199 en Misterio

En el texto hay: venganzas, miedo psicológico, amor

Editado: 01.11.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.