Clauxtro

Capítulo 19

- ¿Has llegado ya? – Me preguntan mis padres una vez entro en la sala de la casa.

- Si, - respondo dejando la llave en el llavero de la pared. –iré a dormir, hoy fue agotador y mañana es el gran día ¿no?

- ¿Supongo que no te alegra? – Me interroga mi madre y yo rio con tristeza, - pero lo superaras, eres fuerte mi guerrera; - se pone de pie y me pasa un paquete que tomo de la mesita de té. – llego esto para ti, hoy en la tarde.

- Gracias. – Le digo y empiezo a subir las escaleras, miro extrañada el sobre, lo suelto sobre mi cama junto a mi bolso, dejándome caer en la cama tomo el sobre y lo miro con interrogación - ¿De verdad cancelaras tu compromiso? – me pregunto a mi mima.

- Abro esto después de un baño, - digo dejando el sobre otra vez sobre la cama y me incorporo para sacar mi celular de la cartera y en ese momento entran varios mensajes y una llamada del hombre que me ha robado el aliento y me ha salvado desde siempre. - ¿Tan pronto me extrañas? – pregunto al descolgar.

- Sólo quería desearte buenas noches, - y yo sonrío como tonta, aunque sé que no puede verme. – Descansa hermosa.

- Tú también, - le contesto y cuelgo; voy directo a mi ducha una vez más, ya que me he detenido dos veces.

Tomo una ducha relajante con agua caliente, me cepillo los dientes y me meto a la cama; tomo el sobre y los abro parece una tarjeta de invitación la abro y mis ojos se salen de sus orbitas de lo tanto que los abro hay una foto de cuando era pequeña y estuve encerrada en aquel cuarto oscuro, la volteo y no dice nada detrás, busco en el sobre encontrando un papel “Te queda poco tiempo perra, volverás de donde nunca debiste haber salido”. Entro todo en el sobre y lo guardo en mi mesa de noche, quito la colcha la cama y me meto en ella dejando de lado todo.

Estoy luchando por no dormirme, hoy hace más frío que nunca y la lluvia paro hace un largo rato; - ¿Por qué nunca me escuchan? – digo en voz alta cerca de la puerta, - ¡hace frío! – grito, - una manta, - pero solo se escucha la música.

La puerta se abre de golpe mostrando a León quien tiene una mirada diferente, no esa de odio o falso amor con la que me miraba cuando Thiago me salvo de ahogarme.

- Vine a cumplir lo que prometí, - al escucharle decir eso mis alarmas se disparan, - no te asustes lo vas a disfrutar, - empiezo a arrinconarme nerviosa por el miedo de aquello que acaba de decir. – prometí volverte una experta para el jeque, - al decir aquello mis lágrimas salieron de mis ojos.

- ¡ALEJESE! – grito, - ¡VALLASE! NO SE ACERQUE, - le pido llorando asustada.

- No te sientas mal, si lo vas a disfrutar, - dice y se ríe; - será un bonito recuerdo de cumpleaños. - / eso quiere decir que ya entro noviembre /, pronto te iras y quiero darte tu despedida; - se acerca y me acaricia el pelo, yo me aparto, pero termino más arrinconada, se acerca y me huele aspirando ruidosamente el olor que desprendo; parece parecerle bien, pero yo lo único que siento es miedo.

Me atrae hacia él, forcejeo para alejarme, pero es mucho más fuerte que yo por ser más grande, en un momento se descuida y logro alejarme hacia otro lado. – Esto será muy divertido. - dice pido que no se me acerque, que se vaya que no me haga nada, pero me sujeta y me gira, se inclina conmigo entre sus piernas y me aprieta entre ellas con una mano tapa mi boca y con la otra empieza a acariciarme sobre la ropa, luego toma la orilla de la blusa que llevo puesta.

 - ¡No por favor! – logró decir cuando deja libre mi boca.

- ¡Cállate mocosa! – vuelvo a llorar, me tapa la boca y lo muerdo, - ¡Eres una perra! – Me aprieta con las piernas para que no escape. Me remuevo con la violencia para que no entre su mano en mi pantalón, - Estate quieta o será peor. – dice apretándome.

- ¡SUELTALA SUCIO BASTARDO! – escucho y siento como su agarre se afloja y salgo a toda velocidad de su llave, al girarme y pegarme a la pared veo como le propina otro golpe en la cara cuando intenta levantarse para cogerle el bate de béisbol que tiene Thiago en las manos; golpea una vez más a León y este no se mueve.

Toma mi mano, - ¡Vamos Loa no tardaran en venir! – reacciono cuando siento lo tibio de sus manos y salimos corriendo de aquel cuarto, tropiezo algunas veces porque mis ojos no se han adaptado aún a la luz de las bombillas que hay; - vamos, saldremos por la casa, - dice; - así tendremos tiempo para alejarnos hasta que nos descubran.

- ¿Dónde vamos? – pregunto secando mis lágrimas.

- Lejos, - dice y salimos por la puerta; todos parecen estar en el lugar del que siempre se escucha la música; no hemos terminado de doblar cuando escuchamos una voz gritar.

- ¡Allá están, id por ellos! – Ambos miramos atrás, - ¡Traedlos a ambos, carajo!

- ¡Corre! – grita él apretando mi mano y halándome para correr más a prisa; cruzamos y dos minutos después nos persiguen cuatro hombres, dos cruzan para seguirnos en el mismo lado y otros dos van por la otra acera. - ¡vamos corre! No pares, - vuelve a gritarme.

Miro hacia atrás y veo como nos alcanzan, cruzamos un semáforo en verdad y se oyen los cláxones y muchas palabras feas que escuchaba al pasar los autos, los perdimos por un momento, miramos a todos lados para ver si podemos escondernos; él es un poco más alto que yo y observa el vehículo que esta frente a nosotros, sube y me ayuda, nos escondemos acostados y nos cubre con algo azul, pasan algunos minutos y escuchamos a los hombres acercarse, - ¡buscadlos deben estar cerca! ¡No pudieron ir muy lejos! – miro a Thiago con desesperación en mis ojos y el me hace señas para que me relaje y guardo un sollozo que se me quiere salir, de pronto vuelven a hablar; - ¡Separaos y buscadlos! – De pronto sentimos el vehículo moverse y sabemos que nos hemos alejado, el viaje se alarga y nos quedamos dormidos.



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En el texto hay: venganzas, miedo psicológico, amor

Editado: 01.11.2018

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