Club "Ilusión"

Capítulo 28. Era ella.

León.

Cuando finalmente llegué al hotel, el aire en mi pecho estaba tan tenso que sentía que podía cortarlo con un cuchillo. El pequeño oasis en medio de la ciudad que había elegido para nuestra primera noche juntos se veía perfecto desde fuera, pero por dentro, era como si el tiempo se hubiera detenido en la expectación. La luz suave de las lámparas de pie, la decoración minimalista pero elegante, el ligero perfume a madera y jazmín que flotaba en el aire… todo estaba diseñado para crear un ambiente íntimo, acogedor, como si el mundo exterior no existiera. Como si solo importara lo que sucediera entre esas cuatro paredes.

Mi corazón latía con fuerza mientras me dirigía hacia la habitación. No sabía si estaba nervioso por la expectativa de la noche o por la intensidad de lo que sabía que iba a ocurrir entre nosotros. Cada paso era una lucha entre el deseo y el miedo, entre la necesidad de tomar el control y la conciencia de que, en cuanto cruzara la puerta, ya no tendría control alguno.

La puerta se abrió con un suave clic, y ahí estaba ella.

Diana. De pie, cerca de la ventana, su figura recortada contra la luz tenue de la ciudad que se extendía más allá del cristal. Su cabello estaba suelto, cayendo en suaves ondas por su espalda, y su vestido, negro y ajustado, le abrazaba el cuerpo con una perfección inquietante. La imagen era casi irreal, como si la ciudad misma la hubiera creado para mí, para este momento.

Al girarse, sus ojos me encontraron al instante. No había sorpresa en su mirada, solo una tranquila determinación. Y algo más. Algo que no pude identificar en ese momento, pero que me golpeó como una ola en la orilla.

—Llegas tarde —dijo con una sonrisa en los labios, pero sus ojos seguían fijos en los míos, despojándome de cualquier defensa.

No supe qué responder. Estaba paralizado por la magnitud del momento, por la forma en que se movía, por lo segura y poderosa que se sentía, como si estuviera en su propio territorio. Sin embargo, algo en su tono me hizo recordar que era yo quien había planeado esta cita, quien había trazado cada detalle. Pero estaba claro: Diana no era de las que se dejaban llevar por los planes de otros. Tenía sus propias reglas, sus propios deseos.

Me acerqué, sin apartar la mirada de la suya, y el aroma de su perfume, afrutado y fresco, me envolvió como una niebla embriagadora. Me detuve a unos pocos centímetros de ella, lo suficiente para poder sentir su calor, pero no tanto como para invadir su espacio personal. Aun así, esa distancia me parecía insostenible.

—Quítate la ropa. Lentamente —dije, mi voz baja, como una orden que se deslizaba entre el aire denso de la habitación. Di un paso atrás y me senté en el borde de la cama, observándola fijamente. Mi sonrisa era una mezcla peligrosa de desafío y tentación, sentí que el control de la situación se deslizaba hacia mí, por eso añadí, solo para apoderarse de ella con mayor fuerza—Pero las medias... déjalas puestas.

Por un instante, su cuerpo se detuvo, como si mi orden la hubiera atrapado en una especie de trance. Me miró fijamente, sus ojos eran un espejo de incertidumbre y desafío, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto o recordando…

—No perdamos el tiempo —le dije, mi tono implacable, retando cualquier resistencia que pudiera haber quedado. —Quiero verte toda.

Fue como si una chispa la despertara de su parálisis. Se movió entonces, lentamente, deslizándose las mangas del vestido hacia abajo, dejando que la tela cayera con la suavidad de un suspiro. Cada movimiento suyo era como una coreografía estudiada, llena de sensualidad. El vestido se deshizo sobre su piel, revelando cada curva, cada centímetro de su cuerpo de una forma tan natural que me pareció una performance, una obra de arte que se desarrollaba ante mis ojos.

—¿Así que esto es lo que querías? —su voz era suave, pero el tono de desafío seguía en sus palabras. Me miraba como si tratara de desentrañar cada pensamiento, cada deseo que podía estar oculto en mí.

Su pregunta me desconcertó, no porque no supiera la respuesta, sino porque ella ya la sabía. Lo sabía todo. Diana Fontaine no era ingenua. Y, aunque sus palabras eran suaves, su mirada estaba cargada de una intensidad que me hacía sentir como si estuviera al borde del abismo. Me deseaba no menos que yo a ella.

Antes de que pudiera responder, ella se acercó un paso más, y el espacio entre nosotros desapareció. Sin una palabra, sus labios se encontraron con los míos en un beso tan inesperado como feroz. Fue un choque de deseos reprimidos, una explosión que atravesó cada centímetro de mi cuerpo. Su boca, tan cálida, tan exigente, me hizo olvidar todo lo demás: el control, las reglas, la razón. Solo existía ella, su perfume, su sabor, su cuerpo contra el mío.

Me separé de ella solo un momento, apenas el tiempo para recuperar el aliento, pero ella no me dio tregua. Su mirada fija en la mía, desafiándome a continuar, a dar el siguiente paso. Era como si estuviera completamente segura de lo que quería, y ese poder sobre mí me dejaba sin palabras.

—No sé por qué lo hacemos… —musité, mi voz baja y ronca, mientras mis manos recorrían la silueta de su vestido, deslizándose con ansias sobre la tela fría y suave.

—Porque lo quieres, porque lo quiero —respondió ella, en un susurro que me atravesó.

Y fue en ese momento, al oír esas palabras, que entendí lo que realmente estaba sucediendo. No solo era deseo lo que nos consumía, no solo era el juego de poder. Era una conexión más profunda, más feroz, que había estado latente en cada encuentro, en cada palabra, en cada mirada que habíamos compartido antes. Yo ya no podía esperar más. No quería esperar.

La habitación desapareció, el ruido de la ciudad se desvaneció. Solo existíamos nosotros, el uno para el otro.

***

Cuando mis labios rozaron suavemente la piel de su pierna, algo inesperado llamó mi atención. Bajo el tenue resplandor de la habitación, un destello de tinta apareció como un secreto revelado: un tatuaje pequeño, pero inconfundible. Un as de trébol, perfectamente delineado, situado justo en la curva de su muslo.




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