Samara
—Vamos hija, ven conmigo, tenemos que escapar porque nos han encontrado —me dice mi madre con el rostro cubierto por las lágrimas, no sé si genuinas o es para convencerme.
—¿Qué culpa tengo yo? Llevamos huyendo toda la vida y ya me cansé de eso. —hace mucho que tengo la convicción de querer establecerme en un solo lugar; tengo un sueño y quiero cumplirlo a como dé lugar, huir se ha vuelto insoportable.
—Es mentira, lo que sucede es que te has dejado deslumbrar por ese hombre.
Quiero contarle la verdad, que sepa mis planes, que no me abandone porque pronto vamos a liberarnos, este es el último trabajo que me ha encargado. Aquel hombre prometió que después de eso me iba a dejar en paz. Tampoco soy tonta y sé que eso es mentira, por eso me he preparado, los últimos meses he ahorrado hasta el último centavo, suficiente para empezar en un sitio nuevo, para comenzar de nuevo.
—Déjame mamá, te prometo que es lo último. Confía en mí. —Tomo sus manos para dar mayor realce a lo que digo. Me mira y niega con la cabeza, las lágrimas comienzan a desbordarse y no soy capaz de verla así, necesito salir para olvidar que estoy haciendo sufrir a mi madre.
El tipo me envía un mensaje indicando la dirección a la cual tengo que ir. Es un bar.
Antes de que le responda recibo su llamada.
—Tienes que hacer todo lo que te diga, compórtate como la mujercita que eres, saca tus mejores encantos y conquístalo, has que se vuelva loco por ti, gánate su confianza para hacer las cosas más fáciles, tú decides si lo quieres hacer de este modo o a mi manera, muñequita.
Me cuelga, jamás permite que le responda.
Llego al bar indicado y busco con la mirada al hombre que vengo a conquistar. Observo la foto que el tipo me envía y lo ubico. Me acerco con cautela, es distinto en foto, desde que me acerco y observo sus movimientos, estoy segura de que los problemas van a empezar.
Daniel es un chico alegre, que sonríe por todo, es bueno, lo puedo observar en sus acciones, en la manera en que se dirige a las personas y por esta noche no lo escucho decir una sola mala palabra, mucho menos a quienes le sirven.
—Te dije que me dejes de molestar. —Comienza mi actuación—. Olvídame, no me busques y sabes que, vete mucho a…
—Eh, eh muñequita, una mujer tan hermosa, no debería de tener ese vocabulario.
Odio que me llamen muñequita, mucho más viniendo del hombre de las sombras, pero escucharlos de sus labios adquiere otro significado. Nuestras miradas se cruzan, estoy perdida. Finjo un desmayo, jamás toco el suelo porque los brazos del niño hermosos me sostienen.
Un instante basta para darme cuenta de que estoy perdida, que entre sus brazos estoy segura y entonces desde el segundo uno que me sostiene, comienzo a idear un plan, una idea y quiero que este hombre permanezca en mi futuro. No sé si es un capricho, una obsesión o la oportunidad que he visto en él de escapar para siempre.
Así es como comenzó una vida, así es como lo conocí y hasta el día de hoy me arrepiento de muchas cosas, pero no de amarlos. Desde el segundo uno en que ese hombre me dirigió una palabra, estaba segura de que es lo que quería. Tal vez era una chiquilla que no pensaba bien las cosas y todo lo vio tan fácil; sin embargo, este hombre que me convirtió en mujer es lo único que necesito para poder continuar, él y mis hijos son mi todo.
Últimamente, Daniel está más insistente porque investiguemos su pasado. Estoy sentada admirando como duerme, yo no pudo hacerlo porque mi conciencia no me deja hacerlo. Hay días que la culpa puede más y me impide dormir, justo como sucede ahora; sin embargo, lo considero como parte del pago de mis culpas.
—Te amo. —Le doy un beso antes de salir de la cama y caminar hacia la ventana.
Me siento en la silla viendo hacia la nada, esperando a que amanezca y seguir nuestra vida, una vida que yo escogí.