Comenzar de nuevo

5. Tiempo

—¿Daniel? ¡Eres Daniel! —grita su hermano y antes de que pueda decir algo más, veo como poco a poco, el amor de mi vida se va desvaneciendo.

Enseguida coloco mis brazos para impedir que se haga daño al golpearse con el suelo.

—¡Suéltalo! —me grita el hombre y obviamente, hago caso omiso a su petición.

—Vamos amor, despierta, hazlo.

—¡Papá! —Mis hijos están asustados y es claro que ninguno de los dos entiende nada de lo que ocurre.

En menos de lo que me imagino, se ha formado un caos en el establecimiento, mi esposo es llevado en la ambulancia y yo voy con él. El miedo se hace más y más fuerte al imaginar que algo terrible le puede pasar.

Entre tanto, el otro hermano me grita algunas cosas a las que no presto atención, prefiero refugiarme en mi familia y cubrir los oídos de mis hijos para mantenerlos lejos de las palabras.

Al llegar al hospital, me detienen al llevarlo a urgencias, no me queda más opción que quedarme en la sala con mis hijos.

Al poco tiempo se escuchan varios pasos y es la familia de Daniel, su hermano y para mi sorpresa, también mi hermana. Me encuentro en shock por este reencuentro, no hablo, tan solo me sigo aferrando a mis pequeños quienes están igual que yo.

—Familiares del señor Daniel Torres.

—Soy yo, soy su hermano —Se adelanta Fernando impidiendo que me presente como la esposa—. Ni se te ocurra cercarte a él —me advierte antes de que desaparezca tras la puerta que lo llevará a ver a su hermano.

—Mami, ¿Quién es el señor que grita y se parece a papá?

¿Qué respondo ante semejante pregunta? Mis hijos necesitan explicaciones, a pesar de su corta edad, ellos son conscientes de mucho y quiero que ellos crezcan sin mentiras y al mismo tiempo sin que nada les haga daño.

—Es verdad, eres tú, eres real. —Escuchar decir aquello a mi reflejo me lastima.

El destino es tan incierto, después de huir demasiad, de poner la mayor distancia posible, de mantenerlo oculto por demasiado tiempo y resulta que me los encuentro aquí, que después de años y de la lejanía, están aquí. No cabe duda de que todo sale a la luz tarde o temprano.

—No soy quien crees, no soy nada de lo que buscas y prefiero que dejes las cosas así, es mejor mantener la distancia para que no termines llorando más de lo que ya hiciste. —No sé nada de ella, desconozco su historia, pero el presentimiento me dice que ha sufrido demasiado.

—Ya tendremos tiempo para hablar.

Haciendo uso de mi autocontrol, me alejo sentándome en el sofá que me da más distancia sobre ella, esperando que el tiempo pase y que Daniel esté bien.

—Mami, queremos ver a papá. —Ya perdí la cuenta de las veces que me lo han pedido y comprendo que debo de complacerlos, para que podamos irnos a casa, tranquilos.

Camino hasta la habitación que me ha indicado la enfermera y después de suplicar un permiso especial para mis hijos, ella me deja, pero con la condición de que sean unos minutos y enseguida de eso, me los lleve a casa porque estos no son sitios adecuados.

No me atrevo a entrar y desde aquí escucho su conversación, después de un tiempo y ante su insistencia le dan el alta, ya que no es grave lo que ocurrió. Todos están pendientes de cada movimiento que da, sobre todo su hermano, quien además no me quita los ojos de encima, mismos que están llenos de reproches, de rencor y de odio, nada que se parezca a su hermano salvo el físico.

Nos dispersamos en nuestros respectivos coches y a mí me toca resignarme a ir a en compañía de Fernando. Mi esposo no va a mi lado y siento el vacío al negarme su contacto y al igual que él, me pierdo entre el paisaje.

—Llegamos, yo te ayudo a entrar. —Fernando indica. Enseguida salgo del coche para ayudar a mis hijos a hacer lo mismo.

—No, suficiente has hecho con traernos hasta aquí, deja que yo me encargó de él. Ustedes pueden volver mañana —le digo segura al estar en tierra. La verdad es que su cercanía me incomoda y entre más lejos mejor.

—Estás loca si piensas que lo voy a dejar solo y a tu merced. —Su reproche es comprensible. Nunca experimenté el amor de un hermano, pero puedo asegurar que de eso se trata, de defenderlo de cualquier peligro.

—Yo lo único que he hecho es cuidarlo. —Me enfrento a él ocultando el miedo en lo más recóndito de mi ser.

—No hablemos de eso por ahora que tienes muchas explicaciones que dar, tú sabías a la perfección de quien se trataba y decidiste que lo mejor es separarnos. Que su familia llorara su muerte —Sus palabras están llenas de verdad, no tiene caso que diga lo contrario, mi silencio me acusa.

—Vamos a mi departamento. —Vuelve a pedir su hermano.

Antes de darle una respuesta a su hermano, me mira buscando una solución. Desde siempre hemos hecho estos, somos un equipo, un equipo que se vuelve uno solo cuando de la integridad de nuestra familia se trata, por eso me consulta con la mirada, tal como ha ocurrido todo este tiempo. Todo lo que se pueden imaginar, lo hemos decidido juntos; la ropa, los hijos, la decoración de la casa, incluso pequeños detalles siempre se consultan y esta no es la excepción. Nada se hace sin que el otro se entere, aunque, a decir verdad, aquí la única que ha mentido, soy yo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.