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Capítulo # 2

Capítulo # 2

En el departamento de Hera.

Hera se separó brutalmente de él y lo miró con mucha rabia, como se atrevía a besarla después de tres años y teniendo una novia “según” le pedirá matrimonio. 

—No te golpeó, porque nuestra hija se daría de cuenta —le dijo con una mirada amenazante, dio media vuelta y se fue. 

—Papi —grito la niña—. Termina de comer.

—Allá voy —dijo él con una sonrisa triunfante.

Zeus y su pequeñita terminaron de desayunar, Helena tomó su plato y lo lavo, a continuación, guardo en su sitio y lavo el vaso en dónde había tomado jugo, hizo lo mismo que cómo había hecho con el plato.

—Es tu turno, papi —lo miró.

—¿Hacer qué? —le preguntó, al mirarla con extrañeza.

—Lavar tu plato, el cubierto y el vaso —le explicó.

—Para eso está tu madre —respondió el serio.

—Eres un cochino —le dijo molesta—. Mamá dice; que todo lo que ensuciamos tenemos que lavarlo, así ayudarla con la casa, así que hazlo. 

—En mi casa, tenemos una sirvienta y lo sabes muy bien, antes tu madre no lo hacía —dijo Zeus a regañadientes. 

—Nosotras vivimos, modestamente —le recordó—. Mamá trabaja y ahora es duro para ella mantener un hogar.

Zeus se le quedó mirándola con asombro, su hija era muy madura a su edad, sabía diferenciar los sacrificios que su madre hacía por ella, en una parte sentía culpable, si se hubiera negado a darle el divorcio, Hera y menos su hija vivirían como lo estaban haciendo actualmente, ella logró comprar un pequeño departamento, el comedor casi cerca de la cocina, las habitaciones no eran tan grandes y un solo baño, la sala era tan pequeña que se sentía encerrado, le dolía verlas así, le daba a Hera la mensualidad a la niña y un poco más para ella, descubrió que cada vez ella solo tomaba lo necesario y casi el dinero se encontraba intacto. 

—Voy a hacerlo —dijo él tomando su plato acercándose a lavaplatos.

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En otra parte.

—¿Qué te pasa Hera? —le preguntó su jefe.

—Hola, Elián —habló Hera sonriéndole—. Estoy bien, solo cansada. Ya sabes, no es fácil criar a una niña sola.

—Te entiendo, a mí tampoco se me hace fácil criar a Ulises —confesó él—. Desde que Ariadna murió, todo ha sido difícil.

—Al menos, tú enviudaste —aclaró ella seria—. Zeus sigue molestándome y eso que hemos llegado a un acuerdo para que todo esté bien, y seamos una familia rota, pero familia.

—Deberíamos salir, tú con tu niña y yo con el mío. Así podemos pasar un día diferente —le comentó alegre, le gustaba Hera desde que la vio por primera vez, hace un año y medio, la admiraba porque había sacado a su hija adelante sola y no le había importado ser la ex del presidente de los hoteles Dimou, era superfamoso, también era reconocido en todo el mundo, aunque la prensa había querido molestarla, ella se había defendido—. ¿Qué te parece?  

—Muy bien —dijo Hera, necesita salir con alguien, a ver si su ex entendía que también podía tener una nueva historia—. ¿Qué día?

—En la noche o mañana —le informó.

—Hablaré con Zeus, para que me deje a Helena esta noche.

—Esperaré tu llamada —dijo Elián guiñándole un ojo y alejándose de ella.

Hera sonrió y siguió en lo suyo.

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En departamento Markou.

—¿Qué haces aquí? —miró su ex cuñada Fedra con seriedad, le caía tan mal.

—Estoy cuidando a mi princesita —le respondió él con brusquedad—. Fedra, pinta una puerta y lárgate.

—Eres un grosero —dijo Fedra alterada—. A veces, pienso que te vio Hera —recordando como su hermana llegó emocionada que se casaría con Zeus porque estaban embarazados, sus padres casi la mataban y Clío no decía nada.

—Muchas virtudes —contestó con sarcasmo.

—¡Eres un idiota!

—Dejen el escándalo —grito Letha acercándose a su sobrina—. Hola, preciosa.

—Mi tía hermosa —habló la niña sonriendo.

—Hola, primita —habló un niño de cuatro años y sonriéndole a su madre.

—Hola, Derek —dijo ella feliz—. ¿Y mi tío?

—Se fue al trabajo —le informó—. Vamos a jugar.

—Vamos.

Los niños se alejaron.

—¿Qué pasa? —le preguntó Nora entrando con una bebé en brazos—. Están asustando a Ceres.

—Hola, sobrina —le habló Zeus acercándose y se la quitó—. Estás enorme.

—Ya tiene cuatro meses —le comunicó su hermana.

—Hola, hola, hola —dijo Clío sonriente.   

—Llegó, la ex cuñada favorita —comentó Zeus con ironía.

—Lo mismo digo —dijo Clío a regañadientes.

—¿Y qué haces aquí? —preguntó su hermanita Sofía.

—¿Qué es esto? ¡Un complot! —dijo él mirándolas.

—Más o menos —dijeron todas al mismo tiempo.

—Tienes que irte —le dijo Nora con seriedad.

—No —dijo Zeus con firmeza—. Me voy a quedar con mi niña.

—Solo serás estorbo —habló su hermana Letha—. Además, Hera te va a llevar a Helena a tu casa en la tarde.

—¿Desde cuándo mis tres preciosas hermanas, son tan amigas de mi exesposa y mis ex cuñadas?

—De hace un tiempo —respondió Sofía—. Desde que descubrimos que alguien es un verdadero idiota, así que lárgate.

—¡Ahora, todas contra mí! —exclamó él indignado, no sabía el cambio de actitud de sus hermanas con él, cuando anunció su divorcio. Bueno, cuando informó que ya estaban legalmente divorciados.

—¿Y cómo sabes que es contigo? —le preguntó Fedra, con una sonrisa burlona.

—¿No es conmigo?

—¡Claro que sí! —exclamaron todas.

—No pienso, irme —dijo Zeus sentándose en el sofá—. Aquí me quedó.

Las mujeres se miraron y entre todas lo botaron del departamento, Zeus se encontraba en el suelo.

—¡Animales! —grito furioso—. Me las van a pagar.

—Adiós, hermanito —dijo con una sonrisa macabra Sofía.

Zeus se quedó mirando la puerta y prefirió irse. Juro así mismo que se vengaría de ellas.




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