Capítulo # 5
En el departamento de Markus.
Zeus sé inclinó, y la beso con aquella dulzura que solía hacerlo, años atrás, sintió como las manos de Hera como lo rodean su cuello, el beso fue aumentando segundo a segundo por la intensidad de los dos, él siguió caminando y la deposito en la cama, se separó.
—Ya te besé —le habló él mirándola—. Ahora descansa.
—Quiero, que me beses en todo mi cuerpo —le pidió con los ojos brillantes.
—Estás pidiendo mucho —dijo Zeus sonriendo, tentado a la petición.
—Anda, Ze —dijo haciendo puchero y agarrándolo por la camisa—. Quiero que me hagas sentir nuevamente mujer.
Zeus quedó observándola, tenía mucho tiempo que no le decía Ze, solo en la intimidad, estaba recordando buenos momentos.
—No, después me vas a querer matar —le aseguro él con firmeza y con sensatez, alejándose de ella y entonces sintió como lo abraza de espalda.
—Eres un viejito —dijo Hera provocándolo—. Ya no funcionas.
—No lograrás nada —contestó Zeus sabiendo que lo estaba tentando, pero no iba a caer.
—Tú te lo pierdes —dijo Hera suspirando y soltándolo—. Cuando salga de aquí, me buscaré a un hombre para que me haga sentir mujer —acostándose en la cama y sonriendo—. Muchos hombres han querido estar en mi cama.
Zeus estaba hirviendo de la rabia.
—Tú eres mía —dijo girándose y mirándola—. Tú me perteneces.
—Podemos decir, tú también eres mío —dijo ella con voz seductora—. Ven, Ze no quieres probar esta jovencita.
—Sí —dijo Zeus besándola nuevamente, esta vez fue e igual que al principio con aquella dulzura y frenesí, ella aceptó el beso con pasión, él sintió como las manos de su exesposa le acariciaban su cuerpo, él no se quedó quieto y le acarició las piernas, Hera se separó de él para quitarse el vestido que llevaba puesto, para quedarse en ropa interior, bajó sus besos a sus senos y con maestría le quita el sostén quedando estos libres, Zeus los acarició y los besos, podía escuchar los gemidos que ella soltaba. De repente sintió como Hera rodeaba sus piernas en su cintura, se separó de ella—. Déjame quitarme la ropa.
Ella obediente lo esperó, que se quitara toda la ropa y ella se quitó la única prenda que tenía, sintió de nuevo el peso de él y siguieron besándose y acariciándose como siempre lo hacían.
Cuando él entró en ella, se percató que no había colocado protección, no importaba, no creía que estuviera tan fértil para embarazarla en una sola noche, sería imposible. Ser padre nuevamente lo ilusionaba en cierto modo.
Hera no dijo nada, para que él creyera que, en verdad, se encontraba borracha, en realidad no lo estaba, deseaba hacer el amor con él desde hace mucho tiempo y esta era la oportunidad, que no podía dejarla pasar, ver como soltaba esas carcajadas al decir cada palabra sin sentido, la estaban enamorando cada vez más él, y también percató que no usaron ningún método de protección, sí Dios la bendecía con otro bebé se sentiría muy dichosa.
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Horas después.
Zeus y Hera volvieron hacer el amor y se quedaron dormidos, ella despertó al sentir como Zeus le acarició el cabello.
—¿Qué hora es? —preguntó bostezando y mirando que Zeus la observa con una mirada acusadora, entendió y tenía que disimular—. ¿Qué hacemos en la cama?
—No va a funcionar, mentirosita —le advirtió él levantándose y agarrándole la barbilla—. Estabas consiente de todo.
—¡No! —exclamó Hera aterrada de ser descubierta—. ¿Lo hicimos verdad?
—Sabes que odio el juego de la pérdida de memoria, cariño. Tú deseabas esto y te lo di, ahora. ¿Qué pasará entre nosotros? —preguntó el serio.
—Nada —aclaró ella—. Solo fue un momento de pasión o necesidad —levantándose, pero al hacerlo se mareó, logrando que se sentara.
—¿Estás bien? —le preguntó acercándose a ella.
—Sí —contestó tratando de tranquilizarse, no se estaba sintiendo bien—. Creo que me cayó mal el vino.
—No creo que te haya embarazado —dijo Zeus para molestarla—. Sería muy rápido.
—¡Claro que no! —exclamó Hera molesta y notando que el mareo no cesaba, se sorprendió cuando Zeus la tomó por la cintura e hizo que su cabeza quedara en su hombro.
—Sigues mareada —dijo él—. Así te pasará.
—Gracias —dijo Hera sintiéndose más aliviada.
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En la mansión Dimou.
—Vamos a jugar —habló Sofía como toma a los gemelos de Clío y sonreía.
—Con cuidado hija —le habló Tiara, quién conocía por primera vez a los sobrinos de Hera, quedó encantada con los pequeños, más le dio gusto ver a su nieta Helena corriendo por la mansión y jugando con sus primitos.
—Abue —dijo Helena acercándose—. Sabes, estoy muy feliz.
—¿Y eso por qué preciosa?
—Mis papitos, van a volver a ser esposos —comentó emocionada.
—No es muy seguro —intervino Letha—. A lo mejor tus papis, no se vuelvan a juntar.
—Tía —dijo Helena con ganas de llorar.
—Cariño, no llores —le habló Nora abrazándola—. No le hagas mucho caso a tu tía.
Helena sonrió y se fue corriendo a jugar.
—Estos padres tienen que volver —habló Kairós serio—. Nunca he visto a mi nieta tan feliz y radiante, mi princesita necesita tener una familia.
—Espero que piensen en mi nieta y no en ellos —dijo Tiara molesta y triste a la vez.
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En el departamento Markus.
—¿Mejor?
—Sí —contestó Hera separándose de él y se levantó para ir al baño.
—¿A dónde vas? —le preguntó.
—Al baño.
—Vamos, juntos —dijo él sonriéndole.
—No, no estoy de ánimo —dijo Hera seria.
—No seas mal pensada, voy a bañarme —le aclaró.
Los dos se fueron a bañar, fue incómodo, porque el baño era pequeño, ella salió primero y recordó que Helena hace unas semanas había traído por error ropa de su padre, creyendo que era de ella al momento de tomar su bolsa, ella la lavó, pero siempre se le pasaba entregársela, la sacó de su armario y la dejó en la cama, Hera se colocó un pantalón y una blusa cómoda. Prefirió ponerse unas sandalias, Zeus entró, quedó impresionado al ver ropa limpia.
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Editado: 26.05.2023