Capítulo # 6
En el departamento Markus.
Hera quería desahogarse todo lo que estaba sintiendo, en eso sintió que alguien le tocaba el hombro.
—Zeus, por favor. Quiero estar sola —le pidió ella tratando de tranquilizarse, pero no podía.
—No te sientas culpable —dijo Zeus con voz suave—. Yo también tengo la culpa por dejar, que mis inseguridades me ganaran y perderte a ti a nuestra pequeña, no llores.
—Ze —dijo Hera levantándose para abrazarlo por fuerza—. Abrázame fuertemente.
Él la abrazó con fuerza y espero que ella se desahogara.
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En la mansión Dimou.
—¿Y Zeus? —preguntó molesta, Briseida, lo había ido a buscar a su casa y no lo encontró, sabía que podía estar en casa de sus suegros.
—Aquí no está —informó Tiara seria.
—Mi hermano, se fue de vacaciones con su exesposa —le comentó Sofía—. Mejor prepárate, no vaya a hacer que regrese con su esposa.
—Eso es imposible —dijo ella furiosa—. Él no pudo irse con Hera, me dijo que cuidaría a su hija —alterándose con ella.
—No sé, para que estás con mi hijo —habló Tiara molestándose por la actitud de esa mujer—. Sabes muy bien, que Zeus no ha podido olvidar a su esposa, porque, aunque no lo quieres reconocer, para mí la única esposa de mi hijo siempre será Hera y tú solo estás con mi hijo por diversión.
—¡Cómo se atreve! —exclamó Briseida alzando la voz.
—Un momento —dijo Letha apareciendo—. Es mejor que te retires Briseida, aquí tú no eres nadie, no sé cómo Zeus puede andar con una mujer como tú.
—Por algo está conmigo —dijo ella retándola—. Zeus me va a escuchar —murmuró molesta, saliendo de la casa y golpeando fuertemente la puerta.
—¡Qué mujercita! —exclamó Letha, seria—. No sé por qué, el idiota de mi hermano, tuve que meterse con esa zorra.
—Yo también me lo pregunto —comentó su progenitora—. Gracias a Dios que Kairós no sé, dio de cuenta—. Tiara agradecida, conociendo el carácter de su esposo, él no le importaba si era hombre o mujer para poderlo en su lugar y más si le estaba faltando al respeto a su esposa.
—Sí —afirmó Letha aliviada, su padre era de carácter dócil, pero al momento de estar enojado era muy explosivo, su hermano también era así, con la diferencia que no se guardaba las cosas y expresaba sus sentimientos más rápido que su progenitor—. Vamos para el jardín, así estamos un rato con los niños.
Tiara sonrió encantada, le gustaba estar con sus nietos y sobre todo con su nieta mayor, estar con ella siempre era un deleite.
Madre e hija al llegar al jardín.
Notaron que la pequeña Helena estaba ayudando a unos de los gemelos a caminar, mientras Sofía dormía a uno de ellos, Elie se encontraba corriendo por el jardín y su tía Nora corría atrás de ella con Ceres en brazos, observaron como Elie gritaba y se reía divertida, miraron adónde se encontraba Derek entretenido jugando legos.
—La única que falta por tener un bebé es Sofía —comentó su madre.
—Esa es un caso perdido —dijo Letha sonriendo—. Aunque tiene que llegar un hombre que le cambiara la vida.
—Espero que llegue pronto —comentó Tiara, notando que su nieto Derek corría hacia ellas.
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En el departamento Markus.
Hera se quedó dormida de tanto llorar, Zeus se quedó a su lado acariciándole el cabello, mientras esperaba que despertara, le pediría que le diera una última oportunidad para saber si podrían recuperar su familia, volver a tener una verdadera familia, que disfrutaba de todos los momentos juntos y sonrían de cualquier cosa de la vida, las ocurrencias de Helena, lo divertida que era Hera al hacerle maldades a él, la risa contagiosa que siempre se encontraba en su casa, no podía evitar recordar ciertas peleas, estaba consciente que todos los matrimonios había habido momentos malos y bueno, pero era lo maravilloso del matrimonio.
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Horas después.
—Entonces —habló Zeus mirándola—. ¿Quieres que seamos una familia?
—Vámonos a intentarlo —dijo Hera mirándolo—. Es por nuestra hija, pero si no funciona Zeus. Olvídate de mí para siempre.
—Por nuestra hija —dijo él sonriendo—. Te juro, que no te vas a arrepentir.
—Eso espero, que haremos con tu novia —lo miró desafiante.
—Lo mío con Briseida no es nada serio —expresó con serenidad.
—Ibas a pedirle matrimonio —le recordó cruzando los brazos.
—Era para verte rabiar —confesó divertido, vio su seriedad—. Hera, yo sé lo que hago y lo mío con ella no era importante.
Ella lo miró incrédula, porque era tan canalla, lo único que quería era intentarlo de nuevo y tratar de ser felices esta vez.
—Ahora tenemos que esperar, mañana para que demos la noticia.
—Mientras, llegue mañana, vamos a la cama a darle un hermanito a Helena —dijo Zeus agarrándola por la cintura.
Ella sonrió.
—Olvídalo —cómo rugía su estómago en símbolo de protesta—. Necesito alimentarme o si no moriré de hambre.
—Comamos algo —le propuso él ayudándola a levantarse—. Quiero unas hamburguesas.
—De nuevo —dijo sin poderlo creer.
—Sí.
—Ayúdame hacerlo —lo miró alegre—. Necesito una mano.
—Claro que sí.
Entre los dos prepararon la cena, luego de estar lista. Comieron y la pasaron platicando sobre su nuevo futuro juntos, y decidieron en dónde vivirían, aunque Zeus le tenía una sorpresa a Hera.
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Al día siguiente.
Hera amaneció en la cama y miró a su lado, allí estaba Zeus durmiendo tranquilamente, tomó su ropa que se encontraba en el suelo, se vistió y salió con cuidado para no despertarlo, al llegar a la sala notó una nota en la mesa, la llave y la tomó.
—Buenos días, par de tortolos, espero que por fin ya sean una pareja nuevamente, aquí les dejó la llave y ropa limpia de mi hermano. Todos estamos en casa de mi madre, los esperamos allá, se despide con cariño Sofía Dimou.
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Editado: 26.05.2023