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Epílogo

Epílogo

Siete años después.

En la mansión Dimou Markus.

—¡Basta! —grito Hera observar que Zale se había ido corriendo, dejando en su habitación un gran desastre, lo siguió y notó que unos pequeños que corrían dónde estaba su esposo, cuando llegó. Él los estaba escondiendo debajo de la mesa—. ¡Aja! —exclamó seria y aguantándose la risa, de ver a su esposo que se había golpeado con la mesa en la cabeza por el susto. 

—¿Quieres quedar viuda? —le preguntó Zeus, se quejó, le dolía.

—Eso te pasa por ser tan alcahuete —dijo ella sonriendo.

—Así es papá —habló Helena soltando una carcajada.

—Apóyanos —le pidió su padre—. Eres mala.

—Yo tengo que apoyar a mamá, somos las únicas mujeres en esta casa —le recordó Helena con seriedad. 

—Salgan —habló Hera con autoridad.

Los pequeños salieron de su escondite.

—Falta Zack —dijo ella buscándola con la mirada.

—Mamá no está —dijo Zale un hermoso niño de cabello castaño, con unos hermosos ojos azul zafiro, se parece mucho a su madre, también tenía un cierto aire a su padre, su piel blanca como la nieve—. Sabes que él no hace travesuras —le recordó con fastidio—. Es muy tonto.

—No es tonto —dijo Hera molesta—. Ustedes dos —mirando a dos pequeños, que eran la viva imagen de su esposo, con la diferencia que los diferencia por el color de sus ojos—. Zeus y Hércules, ¿en dónde está su hermano?

—No lo sabemos —respondió Zeus y sonrió—. ¿Y tú? —mirando a su trillizo.

Hércules negó.

—Ustedes tres castigados y cuidadito los veo comiendo pastel —les habló con autoridad.

—Mamá —replicó Zale—. Fueron ellos.

—Tú eres el mayor, tienes siete años y ella apenas cinco años —le recordó mirándolo.

—Ellos son tres y yo estoy solito —dijo Zale serio.

Hera se fue.

—Vayan con mamá, creo que no se merece un cumpleaños, así —le dijo su padre—. Mami los ama mucho y los quiere a todos por igual. Dejen los celos y travesura por un buen rato —mirando a los tres—. No digo, que no se diviertan, a veces sus acciones son un poco desastrosas y eso pone triste a mamá—. Zeus observó cómo sus niños asintieron—. Vayan a decirle lo mucho que la aman.

Los niños se fueron corriendo a buscar a su madre y cuando la encontraron, notaron que Hera sonreía con su hermano Zack, le había regalo rosas rojas, sintieron celos y se fueron corriendo.

—Mami. ¡Discúlpanos! —dijeron, los niños se miraron y esa reacción hizo reír a Hera.

—Los perdono, aprendan a Zack, me regalo flores y me dijo un poema —dijo Hera con orgullo. 

—Solo lo quieres a él —comentó rabioso Zeus.

—Para nada —dijo Hera sonriéndoles—. Amo a todos mis hijos, amo a Hera por ser una niña estudiosa y especial conmigo, amo a Zale por ser un niño fuerte desde mi vientre, lucho para estar a mi lado, amo a Zeus por ser un niño muy cariñoso y seguro de sí mismo, amo a Hércules por ser tan risueño, coqueto con sus compañeras y con las madres también, amo a Zack por ser tan atento y especial con todos. Zac está con ustedes siempre, observó cómo se esconden y como se tapan sus travesuras, ustedes creen que papá y mamá no sabe quién es quién, por qué son trillizos y son una copia exacta de su padre. Están equivocados; sé que Hércules es Zeus y Zeus es Hércules, así que lleven los nombres cruzados, lo sé porque son mis hijos —les sonrió, era una mentira si no fuera porque cada uno tiene los ojos en diferentes tonos. Ellos jugarían con ella y sin ella enterarse, desde que nacieron se dio de cuenta y observó que con los demás lo hacían y Zeus sufrió varias travesuras, ella le explicó su táctica. Así los niños dejaron el juego, algunas veces intentaban engañar, Hera se daba de cuenta mucho antes, por sus ojos, era un secreto que jamás lo iba a revelar.

—Te amamos mamá —dijeron los niños abrazándola con fuerza.

—Yo también, los amo —habló Hera feliz—. Vamos a ayudar a mamá con los pasteles que hice.

—¡Súper! —gritaron emocionado.

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.

Adentro de la mansión.

Helena y Zeus estaban mirando la escena.

—Ves, sin mamá no somos nadie —le recordó Helena mirándolo.

—Eso lo sé —dijo él abrazándola—. Amo con locura a tu madre.

—Lo sé papá —sonrió alegre.

El timbre sonó.

—Deben de ser todos —dijo Zeus camino hasta la puerta y la abrió, era la familia de su esposa y la de él.

—Hola —habló su madre dándole un beso a su primogénito—. ¿Y mi nuera en dónde está?

—Aquí —habló Hera con Hércules en sus brazos—. Estos diablitos se estaban portando mal.

—Hija. Felicidades —habló Dafne abrazándola.

—Gracias, mamá —dijo Hera feliz.

—Hola, papá —dijo ella.

Athan la abrazo.

—Campeones están enormes.

—Sí, abuelito —dijo Zack emocionado.

—Eres la nuera que más amo —dijo Kairós feliz—. Me regalo cuatro varones.

Hera alegre.

—Una nuera cómo yo —dijo divertida—. Jamás tendrá.

—De eso no hay duda —dijo él contentó.

—Feliz cumpleaños, cuñada —habló Letha contenta.

—Gracias —dijo Hera risueña.

—Niños, feliciten a tía —dijo Nicolás mirando a sus hijos. 

Derek y Elie la felicitaron con un beso y un abrazo, después se acercó Ceres dándole un fuerte abrazó y regalo, atrás venía pequeño Aquiles de tres años, le dio un piquito en la boca, Sandro le dio un beso en la mano y una rosa blanca, Hera sonrió ese pequeño sería el dolor de cabeza de Elián, luego se acercó Ariadna la pequeña hija de su cuñada de solo cinco años, le sonrió y la abrazo.

Ulises la felicitó con educación y le regalo un hermoso retrato. Él tenía un don para dibujar, los sobrinos de ella también la felicitaron, Bemus y Darío, Lily y Alexis. Sus hermanos no tuvieron más niños, decían para que, si con los de ella tenían. 

—Hermanita, estás viejita —dijo Clío bromeando.




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