Máximo
— Si me lo preguntas yo te aconsejaría optar por una niñera, Maximo. — dice Elliot pasandome otro trago de whisky.
Cuatro años, cuatro malditos años desde que eche de mi vida a Miko a la cual se que no he dejado de amar, me odio por eso, ella me engaño, me falló y mintió pero aún así la sigo amando de cualquier manera que pueda haber. Mi vida es una mierda, tengo dinero, poder y estatus pero no lo único que quiero.
Esa maldita mujer sigue en mi cabeza como un tumor que nunca piensa irse. Aquel día que me divorcie de ella fue el día más horrible de mi vida, no puedo sacar de mi cabeza el como la trate y como la hice sentir, incluso a mi me dolió tratar tan fríamente pero ella se lo merecía.
Miko me engaño con un cualquiera y eso para mí es imperdonable, estaba tan contento y feliz del ascenso que me habían dado en el trabajo que inclusive me dieron un enorme adelanto, ya quería llegar a casa con mis hijos y poder celebrarlo a solas con ella.
Pero mi fantasía se vio descartada cuando recibi un correo en el cual habían fotos y videos de ella con otro tipo que ni de chiste me llega a los talones. Yo no quería ni podía creer eso, pensé que era una broma de muy mal gusto, sabía que Miko jamás sería capaz de engañarme o de siquiera pensar eso, ella era hermosa y obviamente la clase de mujer por la que cualquiera babearia.
Pero ella estaba conmigo y mientras lo estuviera sabía que no tenía ojos para nadie más, o me hice creer eso por qué de todos modos me engaño, se que en aquel entonces no le podía comprar cosas costosas o todo lo que se merecía pero le daba mi amor condicional y trataba de hacer lo posible por sacarnos adelante.
Desde que la vi por primera vez en casa de mi padre supe que ella iba a ser mía si o si, no tarde mucho en declararle mi amor aún habiendo muchos que me decían que me estaba precipitando demasiado rapido, no les hice caso y ahora entiendo por que me lo decían.
Ambos éramos jóvenes y inexpertos en muchos aspectos pero según yo eso no iba a separarnos o limitarnos, estaba muy equivocado y ahora sí conozco mi error. No me arrepiento de haberla conocido por qué decirlo sería decir que no quiero a mis hijos y eso más alejado de la realidad no podría estar.
Yo los amo con todo mi ser pero no enteramente como alguna vez ame a la traicionera de su madre, ella les arruinó la niñez con sus mentiras y no puedo evitar que se me revuelva el estómago de solo pensarla a ella gimiendo o besar a otro con la misma boca que lo hacía conmigo.
Mis hijos no se merecen haber sufrido por su madre, ella misma los daño y les causo tanto dolor como a mi, tuve que irme del país con ellos para que Miko no los pudiera dañar más, si ellos la llegaban a ver no me hubiera perdonado los llantos de mis cachorros.
Con el dinero que había ganado con esfuerzo y el amor que creí tener regrese a Londres con ellos, mi padre me recibió de brazos abiertos y eso me tomo por sorpresa, pocos —como es el caso de Elliot— saben que no me fui de viaje de negocios enrealidad sino que me escape para poder hacer mi vida con ella, mi padre se había encariñado con ella pero la que no fue mi madre y mi hermano menor.
Decidí irme por qué no quería que tuviéramos una vida llena de prejuicios de otros y que nos sofocaran por eso. Volé hasta hasta ella y le propuse escapar, sin dudarlo ambos desaparecimos del mapa o creíamos, por qué tanto Mai como Elliot se enteraron, pero nos guardaron el secreto.
Nos casamos por el registro civil sin boda ya que debía administrar bien nuestro dinero para poder alimentarnos, consegui un trabajo decente y un departamento que aunque pequeño se volvió nuestro nido de amor.
Un año basto nada más para que los trillizos llegarán al mundo, esos nueve meses fueron una tortura para mí, el cuerpo de Miko no soportaba tanto y su salud se vio afectada, durante el parto sentía como mi corazón bombeaba de manera frenética y mi cuerpo se tambalea de la desesperación de saber si ella iba o no a sobrevivir.
Al final después de muchos gritos y sangre tanto Miko como mis cachorros lograron sobrevivir y los años posteriores fueron mi época dorada. Crei estar completo pero como dicen: nunca cantes victoria tan temprano.
Ella me fue infiel con un desconocido y su descaro fue tal que seguí mintiendome en la cara con que me amaba. Hice todo lo posible por no desarmarme frente a ella y la única manera que me resultó efectiva fue haciendo caso omiso a su existencia. Una vez todo acabó lo siguiente fue un auténtico infierno para nosotros.
Mera y Mike lloranban a diario exigiendo la presencia de su madre mientras que Maxwell parecía entender la situación pero incluso yo se que el se aislaba para llorar solo sin que nadie lo viera. Su rebeldía y exigencias me llevaron a un punto de no retorno, me ví obligado a empezar castigos más fuertes —pero nunca llegué a agredirlos físicamente— como no permitir que usarán aparatos tecnologícos o salir a jugar fuera hasta que se comportarán.
Me dieron guerra como no tienen idea, poco a poco senti que me iba deteriorandome más y más hasta que Elliot intervino y ayudó a controlarlos.
— Dime maldita sea, dime qué fue lo que no le di —murmuro casi inaudible con un dolor y furia contenidos.
— Ah, escucha amigo, deberías darle vuelta a la página de una vez por todas, acepta que ya no la volverás a ver. —señala Elliot sellando la botella de alcohol— ¿Por qué no piensas en algo más?
— ¿Cómo el hecho de que mis hijos me odian o que? —bromeo ebrio.
Cómo de costumbre siempre para estás fechas me emborracho a más no poder para tratar de olvidarla pero simplemente nada en mi sede, ya no puedo siquiera tener relaciones con otras mujeres por qué no siento ni la mas mínima emoción o sentimiento. Miko me engaño y se llevó mi ser con ella.
— Vamos Max, ellos no te odian, bueno, salvó por la vez que faltaste a su obra escolar, o por la vez que no pásaste por ellos a la escuela, y la vez que se te perdieron en el centro comercial también aque.....