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Miko

Años atras

Sabía que los hijos del señor Esteban debían ser apuestos como el en su juventud pero no me imaginé que el mayor seria así de caliente y guapo, no, ni guapo puede describir lo que es: es como un regalo para mis ojos y mi corazoncito, su voz... su voz es arte carajo, podría oírlo todo el día y jamás me cansaría de escucharlo. Y la manera en que me habló me hizo enrojecer como no tienen idea alguna.

Me llamo muñeca y yo arruine el momento preguntandole que si era a mi que me lo decía, lo sé, soy una tonta pero como no serlo si semejante hombre está frente a mi, me hizo babaer y creo que también mojarme. Esto es culpa de Mai por enseñarme este pecado llamado hombres empresariales con traje fino y arrogancia.

Eso sí, me ha sorprendido y es que el al parecer no es arrogante— tal vez un poco— y es el más unido a el señor Esteban, Máximo, creo que asi se llama el. Hasta el nombre es fino y como no si parece semejante papucho tallado por los mismos dioses. Temprano cuando llegue mi jefe me comentó eso de que uno de sus hijos venía a quedarse un tiempo; por eso arregle lo mejor que pude la habitación cerca de el para que tuviera a su hijo al lado, originalmente me había pedido que fuera la habitación cerca de la de huéspedes que es donde me quedo a dormir pero le dije que era mejor si se quedaba cerca de el.

El señor Esteban es muy considerado conmigo que hasta me invitó a cenar para celebrar que su hijo estaba aquí, trate de negarme por qué no me gusta abusar así de otros pero el dijo qué si no los acompañaba entonces le diría a mi abuela lo de las fiestas, por que si, el sabe que le he mentido a ella con que me quedo aquí y mi abuelita para comprobarlo suele llamarlo a el y me cubre las espaldas.

Acepte y aquí estoy, arreglandome lo mejor que puedo para ir a cenar con ellos aunque siento que voy a sobrar allí por qué no se ni la etiqueta básica para los restaurantes exageradamente caros a los que ellos recurren. Este vestido corto vino fue el mejor que pude encontrar y ni es mío, es de Mai por qué ella adora comprar estos vestidos así de elegantes, suelen ser de segúnda mano pero en buena calidad y presentación.

Llevo el cabello negro suelto con ondas que caen por mi espalda y hombros, estos tacones—que van a juego con el vestido— son altos pero me gustan. Ya dije que no coincido mucho con el estilo de ropa de mi hermana pero admito que tiene buen gusto en zapatos y accesorios como lo son los aretes y el collar de perlas que llevo puesto. Cuando salgo de la habitación de huéspedes —donde me cambié y maquille— veo una puerta medio abierta y me dirijo a cerrarla cuando alguien detrás de mi me asusta.

— ¿Puedo ayudarte con algo? —pregunta el joven Máximo detrás de mi ya cambiado.

— ¡Ay que susto!— controló mi respiración después del espanto que me di— no es nada, solo ví la puerta abierta y iba a cerrarla.

El la cierra por mi pero yo no soy capaz de moverme ni un solo centímetro de dónde estoy, peinado y vestido así se ve aún mejor, es armonía y deseo para mis ojos. Parece que el se da cuenta de mis delirios subidos de tono y sonrie con picardía acercándose más a mi y dejándome acorralada contra la pared.

— ¿En qué piensas tanto que tienes las orejas rojas? —dice sacándome de onda.

¿Desde cuándo se me pintan las orejas al pensar en esa clase de cosas? No lo había notado y nadie me lo había hecho saber, quizás es por qué me mantengo a raya o por qué siempre ando el cabello recogido y no se me notan mucho las orejas pero no entiendo cómo el, que apenas me ha visto hoy se dió cuenta de algo que ni yo—la dueña del cuerpo— había notado.

— ¿De verdad se me enrojecen? —pregunto como estúpida.

— ¿Te das cuenta que preguntas cosas muy obvias? —refuta el haciéndome sentir más vergüenza.

Concha de la madre, el debe pensar que soy retrasada mental o ignorante por seguir preguntando cosas obvias; trágame tierra y escupeme lejos de el.

— Aquí están —dice el señor Esteban subiendo las escaleras, Máximo y yo nos separamos rápido, me cubro el rostro para que no piense que tengo alguna reacción alérgica al maquillaje — ¿Nos vamos ya? —pregunta el apoyándose en el barandal.

— En visto de que estamos listos yo diría que si, papá. —responde Máximo acomodando su corbata y haciendome babear más.

Cristo redentor, siento que voy a morir por culpa del hijo de mi jefe y su sensualidad y no por mis enfermedades como creí.

Actualidad

Deje ir a Elliot por qué no voy a ganar nada mostrandome desesperada y dolida, ahora que se donde están voy a hacer lo que no pude, pelear por ellos, ahora ya no tengo excusa para hacerlo y lo voy a hacer por qué ellos son mi mundo y quiero ver qué tan grandes deben estar. Debo verlos pero me tengo que contener por el bien de mi misión, todo el dinero que he generado estos últimos años no fue por puro gusto y lujos, aquel juez tenía razón cuando dijo que no tenía los recursos para hacerme cargo de ellos y ahora que los tengo puedo pelear al mismo nivel que Máximo quien deseo que sepa que estoy más que viva ahora que lo encontré.

Mi venganza comenzó desde el momento en que me abandonó, y ojalá no dude en que lo voy a llevar al tribunal por qué con unas simples y estúpidas fotos falsas me robo mi todo y ahora con verdades y objeciónes yo se lo voy a hacer. Se lo dije cuando nos casamos y el prometió nunca dudar de mi y menos pensar mal, me mintió y yo ahora lo voy a tratar igual que aquella noche en que empezó mi tormento eterno, lo voy a tratar con lo que se merece pero primero quiero jugar con el, hacerlo sufrir de manera denigrante y humillante pero necesito una variable mas en la ecuación.

— Tia, ¿Podemos llevar algo de fruta? —la voz chillona y añiñada que necesito me ilumina.

— Si —contesto— Jenna tu me ayudarías en lo que fuera ¿cierto? —cuestiono y ella asiente.

— ¿Que me das a cambio? —pide, ella no hace nada de gratis.




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