Cometiste un error

8

Máximo

Años antes

— ¿A dónde vas, Máximo? —pregunta mi padre empinandose su décima taza de café en la noche.

Este señor se va a morir de tanta cafeína que toma, a el no lo van a ver bebiendo alcohol o sodas, solo café; que con leche, azúcar, cremora y infinadad de complementos más. No tengo nada que hacer aquí, hay cable y una pésima señal pero lo único entretenido que tengo y vale la pena es verle el trasero a la sirvienta mientras barre y mopea, se los juro, es bastante entretenido.

Llámenme superficial pero no lo soy, no tengo nada encontra de hayar el amor, que no se haya presentado antes es otra cosa; me gustaría encontrar una mujer que me quiera sin dinero y por lo que valgo, una mujer que me entienda y disfrute el sexo al igual que yo. Ya lo he tenido y no lo disfruto nada, las dejo saciadas pero a mí nada.

— Saldré un rato, ví unos clubes que parecen divertidos.—cuento haciendo que a mi padre se le dibuje una sonrisa de oreja a oreja, que rarito que es.

— Que te vaya bien, ve con cuidado que no quiero ir por ti metido en otra de esas peleas por acostarte con una casada, adultero.

— No es mi culpa que no digan que están casadas, cornudo.—explico ofendiendolo de manera personal.

— ¿Que dices? —inquiere enojado frunciendo el ceño.

— Nada papá, que ya me voy. —indico tomando las llaves de mi auto y saliendo de la casa.

El barro me sigue quemando la cabeza ya que ensucia mis zapatos— que cuestan limpiar— y debo tener cuidado de no deslizarme y romperme la columna, ahí se me va toda la pasión y me quedo desmuelado. Las luces neon del club Streak ciegan mis ojos y la música está que rompe los tímpanos de aquellos que no recurren está clase de lugares.

A dónde quiera que volteo la vista hay de todo, gente bailando, alcohol, y muchas bellezas —pero no ninguna como la que tengo en casa de mi padre— hablando de Miko no la he visto desde que se fue a a las cinco de la tarde, la vi en la mañana cuando iba saliendo del baño y era medicina para mis ojos, esa piyama de saten que utiliza para dormir la tengo que robar, se ve adorable en ella y me genera celos que esa cosa si puede dormir a su lado y yo no.

<< Ya Máximo, si no tienen nada oficial >>

Pero lo tendremos, encuanto tenga tiempo y me anime a quitarle unas cuantas horas de su tiempo para conversar, ella es bien puntual en su trabajo y sabe lo que debe hacer, es perfecta para mí. Voy directo hacia la isla del bar donde ya oje a una castaña hermosa que me hacía ojitos desde que entre y relativamente familiar, le doy menos al asunto por qué solo es una coincidencia menor.

— Dame un vaso de whisky, y para ella lo que quiera. —le dicto al bartender quien empieza a preparar mi bebida— ¿Cómo te llamas, princesa? —insinuo

— ¿Me invitas tragos para saber mi nombre? Que original —responde con gracia dándole otro sorbo a su vodka.

— Tienes actitud, pero no, no te invito para saber tu nombre, lo hago para conocerlo. —revelo y ella fija la mirada en mi, sus ojos son del mismo azul que los de mi muñeca, mejor dicho, su rostro es similar al de ella pero no es ella, lo puedo sentir desde la forma en que me observa, está chica parece más experimentada y sabe cómo jugar.

— Oh vaya, eres refinado y todo un caballero, pero no me llamas la atención, estás aburrido.

— Puedo ser interesante y divertido si me lo propongo. —me acerco a ella de manera juguetona, la chica ronronea y con las mismas ladea la cabeza y ríe.

— Sabes, ya me aburrí, me voy —indica ella levantándose y perdiéndose entre la multitud.

<< Lastima, otra será. >>

El whisky pasa por mi garganta calentadome, necesito bajar las ganas de coger pero no eh encontrado a nadie más que me llame la atención o me genere atraccion alguna, como quisiera tener al tonto de Elliot a mi lado, el sabe que clubes de estás zonas así son los que tienen las que son fuego puro. Alguien se sienta en dónde estaba la castaña y para mi suerte no es otra que mi muñeca.

— ¿Necesitas este asiento? —pregunta ella tratando de sonar coqueta, ¡no!, que me le hicieron que no suena como ella misma.

— Para ti si, muñeca —digo poco molesto de verla en este lugar, ¿Será que no es tan inocente como pensé? Al contrario de molestarme mucho me alegra por qué significa que tiene la teoría pero no la práctica, se la doy si me lo pide.

— ¡Maximo! —exclama ella asombrada de saber que yo soy a quien le trataba de coquetear — que, pero, mierda —masculla ella.

— Vaya, si tienes boca sucia después de todo — expreso de manera burlona lo que hace que mi reina se avergüenze escondiendo su tierno rostro entre sus manos — Quédate un rato, aprovechando que ya estás sentada ¿pruebas? — le deslizo un vaso de ron que acepta y traga sin dudar.

— ¡Ah! —jadea de la manera más suave y profunda que podría existir, ya se me levanto— por qué siempre me va mal —replica ella más para si misma que para mí.

— Oye no, no te está llendo mal, ¿que no ves que me encontraste? Eso no es malo, refuerza la teoría de que debemos conocernos más. —insisto de manera suave, no quiero sonar muy desesperado por eso.

<< Aunque no parezca lo estoy. >>

— Sueñas —dice ya ebria, ahora se por que no toma alcohol, una vez que bebé no para — ¿dónde has visto que me voy a acostar con el hijo de mi jefe? —rie tentandome más.

No puedo mentir, Miko me sigue sorprendiendo y me encanta. Está es la señal que necesitaba para empezar a conquistarla de la mejor manera que tengo, de solo pensarlo me emociono hasta estallar. Se que adelanto a hechos que no son del todo válidos, aún, pero tengo una corazonada que me dice que vamos a tener una muy buena relación.

— Nunca dije que nos acostaramos, pero si quieres te ayudo con eso, muñequita — me acerco y paso mi brazo por detras inhalando su seductor aroma, hoy me tendré que masturbar, eso ya lo ví claro, ella no hace esa clase de cosas y está bien, todo a su debido tiempo, puedo esperar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.