¿cómo deshacerse de una chica?

7(1)

La chica se acercó a la mesa con paso ligero y ocupó el asiento libre. Solo entonces Anton notó al corpulento hombre que la seguía. Los músculos entrenados se marcaban bajo la camiseta negra, provocando su envidia. El cabello corto, del color del carbón, la ligera barba de pocos días y las cejas perfectamente delineadas parecían salidos de una barbería de lujo. Sus ojos castaños lo miraban con desprecio, sin esconder la altanería. Entre los dos hombres se libraba una auténtica guerra de miradas. Anton sentía cómo el párpado le temblaba de las ganas de parpadear. Se esforzaba por resistirse, pero los ojos comenzaban a arder y las lágrimas vergonzosas asomaban. No aguantó y desvió la mirada. Cobarde.

—¡Vaya, Anton! ¿Eres tú? —la voz clara de Nastia atrajo toda la atención.

Ilona suspiró aliviada. Por fin sabía el nombre de ese chico y ya no tendría que seguir llamándolo “mi amor”. Aún no entendía cómo había podido beber tanto como para pasar la noche con él. Pero bueno, seguía siendo mejor que Klymchuk. Al menos con él se separaría en un par de meses, y ni siquiera tendría que inventar motivos. Por ejemplo, el alcoholismo. Esperaba que fuera argumento suficiente para convencer a su padre de romper el compromiso.

Observaba con sorpresa cómo el supuesto borracho se recuperaba de pronto. Con voz clara y afectuosa charlaba con su hermana:

—Sí, te reconocí de inmediato. No has cambiado nada, sigues siendo tan guapa como siempre.

El hombre que se sentaba junto a ella frunció el ceño. Su voz dejaba oír notas de celos:

—¿Se conocen?

—Sí, estudiamos juntos en la universidad, en el mismo grupo. Anton siempre sabía cómo hacerme reír, era tan gracioso…

Esas palabras fueron como una bofetada para Anton. “Gracioso”. Así que así lo veía ella. Entonces él estaba locamente enamorado, pero nunca se atrevió a confesarlo ni a invitarla a salir. Temía que una chica tan refinada no se interesara por él. Los años habían pasado, ahora era un hombre hecho y derecho, y esta vez no pensaba dejarla escapar. Nastia, como si leyera sus pensamientos, añadió:

—Te presento a Apolo, mi prometido.

Anton observaba resignado cómo sus manos se entrelazaban. En el dedo anular de Nastia brillaba un anillo de oro con un enorme diamante. Hizo una mueca involuntaria: qué mal gusto. Pensaba que unas piedrecitas más pequeñas habrían sido más elegantes. ¿Y por qué lo llama Apolo? No es tan apuesto como para compararlo con un dios griego, y su voz rasposa suena más bien como la de un cuervo viejo.

Apoyó los codos en la mesa y, con curiosidad, preguntó:

—¿Y cuál es su verdadero nombre?

—Apolinario. Apolo es solo un diminutivo —respondió el tal Apolo con voz grave y malhumorada. Su rostro enrojecido delataba su enfado. Anton se encogió de hombros. No entendía tanta susceptibilidad. ¿Quién le pone ese nombre a un hijo?

La tensión en la sala creció aún más cuando Eduard intervino:

—Nastia lleva un año comprometida, pero como Ilona es la mayor, queríamos que se casara primero. Qué bien que Anton tenga intenciones serias, y después de lo que vi esta mañana, entiendo que lo son mucho. Sea como sea, el dieciséis de octubre el restaurante Aristocrat está libre y lo reservé para la boda de Ilona, por si acaso.

Hoy se publicará la segunda parte del capítulo. Espero poder continuar con la publicación diaria. ¡Os espero!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.