¿cómo deshacerse de una chica?

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La chica no protestó. Caminó junto al hombre con la cabeza bien alta, tratando de no mostrar la desesperación que la había cautivado. Ya en el coche, por fin pudo hablar:

—¿Qué le dijiste a Antón? ¿Por qué esa conversación privada?

—Hablaremos en casa, necesito pensar.

El hombre sacó su teléfono y se puso en contacto con su manager de relaciones públicas. Discutieron qué versión sería mejor mantener para no manchar aún más su reputación. Ilona miraba por la ventana, pero no veía nada. Ante sus ojos estaba Antón con una mirada lastimosa. Estaba enfadada consigo misma, ya que todavía no podía aniquilar ese amor inútil dentro de sí.

Al entrar en la casa, se quitó la ropa de abrigo y se dirigió directamente al salón. Se acomodó en el sofá y miró a Oleksandr, quien se había quitado la chaqueta. Se quedó en camisa blanca, se aflojó ligeramente la corbata azul oscuro y se sentó a su lado. La chica comenzó a hablar con timidez:

—Lo siento, no quería hacerte daño. ¿Tienes grandes problemas por culpa de Antón?

—Sí, me ha dado algunos problemas. ¿Lo amas?

Ilona se estremeció y miró asustada a los ojos marrones. No podía mentirle a Oleksandr, pero tampoco quería confesar sus sentimientos.

—No importa. No voy a salir con él, puedes estar tranquilo, nuestro acuerdo sigue en pie. Escuchaste que le hablé de nuestra boda.

—Escuché —el hombre se rascó la nuca pensativamente. Después de un breve silencio, como si estuviera sopesando opciones, continuó—: Por nuestra conversación con él, entendí que no se rendirá y nos arruinará la vida constantemente. Me parece que de verdad te ama.

El cuerpo de Ilona se encendió en fuego. La esperanza se encendió en su corazón y calentó su alma con su calor. Conteniendo la respiración, siguió escuchando:

—Cuando te fuiste, le ofrecí dinero a cambio de que se olvidara de ti. Mira, escucha —Oleksandr reprodujo la grabación de la conversación que había hecho en su teléfono.

La voz de Antón sonaba irritada. Parecía indignado por tal propuesta y cuando ella escuchó su rotunda negativa, se mordió el labio sin querer. Se negó. ¿De verdad alguien podía amarla? Ilona escondió el rostro entre las manos y no sabía cómo reaccionar. Quería creer, pero la amarga experiencia no se lo permitía. Se pasó los dedos por las mejillas y por fin pudo pronunciar algo:

—¿De verdad le habrías dado ese dinero?

—Claro que no, solo lo estaba probando, quería atraparlo, que cayera en la trampa que él mismo había tendido. Solo lamento no haber grabado el inicio de la conversación, donde él me imponía a Nadiia como esposa. Ilona —el hombre puso el teléfono en el sofá y le agarró la mano—, no quiero que él nos envenene la vida. No quiero ser el dragón que ha encerrado a la princesa en una torre oscura.

—Yo misma vine a ti y te propuse el acuerdo. No te preocupes, lo cumpliré.

Ilona hablaba con sinceridad. Y aunque las dudas se arremolinaban en su corazón, no quería fallarle a ese hombre. Oleksandr sonrió con tristeza:

—No lo dudo. Sin embargo, no quiero que estos años te parezcan un calvario. Si quieres volver con Antón, lo entenderé. Tienes hasta el domingo.

Klymyuk le soltó la mano y se levantó. Salió de la habitación con pasos firmes. Ilona no entendía el significado de sus palabras.

—¿Me vas a dejar ir tan fácilmente? ¿Y tu carrera y la empresa?

El hombre se detuvo y se dio la vuelta. Ilona realmente no entendía por qué estaba renunciando a ella, ya que la había instigado a este matrimonio durante tanto tiempo. Oleksandr cogió su chaqueta y se la echó al hombro, sujetándola por el cuello con los dedos.

—Puedo poner la empresa a nombre de una pariente lejana y he pensado que un padre soltero, un soltero codiciado, abandonado por una prometida infiel, también es una buena historia. No te estoy echando y cualquier decisión que tomes, la apoyaré. Necesito que le digas a la prensa la versión que ideemos.

—Pero me has ayudado mucho, estoy en deuda contigo.

—Si te refieres al dinero, considéralo un pago por lo que le dirás a la prensa. No quiero que, después de la boda, te veas con él a escondidas y me engañes en hoteles. Mi exesposa hizo eso y no quiero tropezar con la misma piedra.

Oleksandr se fue, y la chica se quedó inmóvil en el sofá. En su cabeza resonaban las palabras de Antón sobre el amor. Se había negado al dinero, lo cual carecía de sentido si realmente quería salir con ella por su gran fortuna. Pero ahora ella no tenía nada. Desempleada y sin hogar, y aun así él la necesitaba para algo. Ni siquiera el despido del trabajo lo entristeció. El hecho de que Antón hubiera salido con Nastia frenaba los impulsos de la chica de llamarlo. Lo consideraba incorrecto y salvaje, ya que él había tenido una relación con su hermana. Aunque hacía tiempo que no se hablaba con Nastia, seguía siendo su hermana. No sabía qué hacer. Incluso a pesar del buen trato de Klymyuk, esa casa le parecía ajena.




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