Como Dos Extraños

Capítulo 13

Al llegar, corrieron a bajar sus maletas y hacer su check-in en el hotel, buscar su habitación y apresurarse a cambiar para aventurarse a su gran destino.

Estar en una ciudad con mar era totalmente distinto a su ciudad natal. Las casas, las calles, y el ambiente caluroso, denotaban una sensación tan alegre; tan solo al caminar era como si su cuerpo se llenara de sal provocando una sensación extraña en su piel. El bloqueador y la gorra que usaba no era suficiente para cubrirse de los rayos penetrantes, no obstante, con las palmeras y el aire fresco que provocaban éstas, parecía que en verdad el calor disminuyera.

Aun era temprano, pero la playa ya se encontraba con numerosas personas y en cuanto más avanzaba el tiempo más muchedumbre aumentaba. Recorrían el malecón admirando todo lo que había cerca; tiendas, restaurantes, hoteles, espectáculos en las calles. Posaban para fotos y corrían de un lado para otro contemplando cada rincón del malecón.

Llegaron a su destino especial, un mar infinito que parecía no tener final, color azul sin serlo, tan grande e inesperado. Tan solo al verlo y mirar a su alrededor sentía que sus pesares disminuían, giraba estirando sus brazos y golpeando la arena, era tan fina, café claro, y en cuanto aparecía el agua en las orillas la cubría formando capas finas.

Se adentró sin saber nadar, prosiguió caminando hasta que el agua cálida y salada tapara su cuerpo. En cuanto hundía su rostro podía afirmar la salinidad y la fuerza que acarreaba. Desde lejos se veía tan tranquilo y amable, pero una vez entrando era un poco distinto, ahora que entraban en su territorio uno tenía que hablarle quedito para hacerse su amigo. Permaneció hasta donde el agua le llegara hasta el pecho. Podría percibir peligro si se adentraba más, y aunque demás jóvenes se adentraban más profundo, a diferencia de ella parecían no ser ignorantes en la habilidad de comunicarse con el agua.

Miró a su alrededor, cada vez más se integraban amantes del mar, mujeres vestidas en su mayoría con trajes de baño que apenas cubrían sus partes íntimas y hombres con bermudas cortas y sin playera.  Se preguntó si ese tipo de vestimenta era una especie de protocolo, ella al igual que sus amigas portaban un short y una blusa. Su traje de baño parecía diferente a las demás. Se reconfortó cuando observó a otras cuantas chicas en su misma situación.

Nora se encontraba en la arena tomándose fotos y Martina y Lola estaban a dos metros jugando con la pelota que habían comprado, parecía divertido jugar un deporte en el agua, se integró a ellas originando sonrisas en su ser.

No quería desprenderse, intentar a aprender a nadar era su propósito, quería enorgullecer a su maestra Lola, pretender a sobrevivir y perderse en su infinita vista. No obstante, la tarde comenzaba a llegar.

- ¡Apúrate, Farah, tienes que pedir! - gritó Martina desde la mesa del pequeño restaurante de mariscos. A su lado se encontraba Lola observando el menú.

- ¡Ya voy! – gritó retorciendo su blusa para que saliera el agua.

 – Te dijimos que te salieras antes, mi ropa ya se secó. – Nora observó el traje de su amiga: un short de mezclilla negro y una blusa azul. De su cabello aun corría agua. Volteó hacia el restaurante, había unas cuantas personas comiendo, no podía entrar así, mojaría el piso de madera. Era mejor esperar un rato a que se secara, aunque el hambre la estuviera matando. Volteó hacia el mar, definitivamente ya no quería volver a meterse, solo anhelaba un baño. De pronto, sus ojos se centraron en una persona que se acercaba con una bermuda café y playera blanca con su cabello recogido en una coleta.  - ¿Has hablado con Alexis? – preguntó sin apartarle la vista

- ¿Alexis? No, ¿Por qué? – siguió exprimiendo su blusa.

-Se ve diferente, no lo sé, pero… tal vez le haya pasado algo. – miraba con la vista hacia el frente, pero su rostro no asentía felicidad como antes. Últimamente lo veía decaído.

- ¿Enserio? – levantó su rostro, se sorprendió al notarlo. Nora ya le había dicho que él también había venido, se lo dijo al hacer check-in, sin embargo, ella nunca lo miró, pensó que tal vez se había confundido.

Lo observaron seguir derecho, a su lado iba su compañero Adrián hablando por teléfono.  Por un instante Nora gritó su nombre, estaba segura de que a pesar de los dos metros de distancia que los separaban podría escucharla, pero, él nunca se detuvo. Nora se irritó. Sabía que sus amigos con los que siempre andaba no habían venido, al principio le pareció extraño, pero recordó que ellos habían subido fotos a sus redes del viaje que había realizado la profesora, tal vez él no había podido ir a ese viaje y por eso venía a éste. Además, aún no se encontraba solo, estaba con Adrián y todos sus demás amigos de los otros salones. Recientemente si no lo veía con los otros dos lo veía con él y a comparación de los otros le parecía mejor tipo.

Sin darle tanta importancia entró al restaurante, el desprecio del que pensaba que ya era su amigo no le afectaría el gozo que estaba disfrutando.

 

- ¿Están seguras de que me veo bien? ¿No está un poco… atrevido? – miró a sus compañeras, levantaban su pulgar en señal positiva mientras posaban en el espejo.

- ¡Te ves muy linda! ¡Te ves sexy! ¡Toda una diva! - le sonrió Martina lanzándole un beso con su mano.




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