Levantó su rostro sorprendida. No esperaba volverlo a ver
- ¿Qué haces…aquí? - Lo tenía en frente sentado en cuclillas
- Rompiste tu promesa de esperarme- Le tocó su mejilla
- Alexis me jaló- volteó su rostro de lado, le avergonzaba decir eso.
- Sí, vi a un chico raptarte, ¿Quién es él? – Le preguntó intrigado
- Es un amigo
- ¿Qué te ha pasado? – Le preguntó volteando hacia su pie descalzo.
- Ese tonto hizo que se me falseara el pie, pero creo que ya está mejorando – El dolor se empezaba a neutralizar
- Solo te trajo para lastimarte – Tocó suavemente su pie - ¿Por qué te alejó de mí? – Le preguntó curioso
- Tiene miedo de que te aproveches de mi- le respondió franca
De inmediato comenzó a reír, la forma en que lo decía hacia verlo como lo peor del mundo.
- ¡No haré nada que tú no quieras! - le respondió sentándose a su lado. - ¿Sabías que este hotel tiene una de las mejores vistas para ver los amaneceres, tiene una tipo terraza, si es lo que se le puede llamar así, pero ideal para apreciar cada detalle del cielo - ¿Te gustaría observarlo? – Le preguntó pasando su cabello por detrás
Él se levantó y se dirigió a la puerta de metal color gris que se hallaba en el fondo del pasillo. Estaba cerrada, pero con un poco de fuerza logró forcejearla y abrirla. Regresó hacia ella y cargándola la llevó hacia la azotea. Apenas había tres sillas y una mesa de metal cubiertas con polvo, al lado de la puerta había latas de cerveza y bolsas llenas de basura. El área se encontraba totalmente vacío y dispersado. Prácticamente una azotea sin uso. La altura era lo suficiente como para presenciar lo que ocurría hacia abajo y arriba. El viento se sentía más fuerte, pero siendo agradable, sin frío o calor extremos, perfectamente controlado. La azotea se cerraba con bordes de un metro de altura.
Farah levantó sus brazos colocándose al borde, la noche seguía oscura y apenas y podía distinguir edificios y otras cosas más por las luces y la luz de la luna. Escuchaba el sonido del mar y la ciudad tranquila. Sintió el cuerpo de Alexander pegarse a ella, la abrazó de la cintura mientras se acercaba a su cuello.
- Oye - se volteó de frente hacia él. – Lo siento, pero conmigo no harás nada - le expresó distinguiendo sus ojos esmeralda
- ¿Y qué se supone que voy a hacer? – le preguntó con una sonrisa traviesa
- No voy a tener sexo contigo, te has equivocado al elegir a una chica.
Alexander comenzó a carcajearse, su tono serio lo intrigaba más.
- Bueno, al menos esperaba solo un beso - Sus manos permanecían en su cintura, se acercó a su rostro acariciando sus labios
- Tampoco lo tendrás. – Volvió a decirle bajando su brazo
- ¿Y por qué no? ¿Acaso tu amigo es algo más? – pasó sus brazos a la pared encerrándola.
- Él es solo mi amigo, no tiene nada que ver, solo que yo no puedo sentir nada, no entiendo los sentimientos de amor ni nada referente y simplemente no estoy interesada. – Su voz demostraba franqueza
- ¿Enserio? Al menos deberías intentarlo, no sabrás que algo no te gusta si nunca lo pruebas, tal vez yo sea una buena opción para experimentar- Volvió a su cintura
-Ya lo he experimentado, pero… no siento nada, además… - Pensó en que alguien no se fijaría en ella sinceramente, era solo de comparar a las demás con ella.
Recordó a todas las chicas del antro, a veces tenía esa costumbre, voltear a las chicas, apreciarlas y entonces rebajarse ante ellas. La gran mayoría portaban vestidos que se adherían a un cuerpo hermoso, sin dejar atrás el maquillaje y empeño que usaban al mover sus caderas. Desde un principio se lo había preguntado ¿Por qué un hombre atractivo se fijaba en ella? Vestía de manera casual, era tan simple a comparación de las demás, incluso cuando había usado un vestido la noche anterior nadie la había invitado, ¿Por qué ahora él? Era la clase de tipo que todas las chicas deseaban: alto, buen cuerpo, piel clara, cabello rubio, ojos verdes y con voz sensual que hechizaba. Además, era caballeroso, parecía ser un príncipe y aun así a pesar de tener una gran oportunidad de estar con alguien que tal vez ya nunca volvería ver, no se atrevía a hacer nada. Era como una pequeña tentación, era atractivo, y algo en ella decía que se atreviera a besarlo, recordaba sus bellas palabras, pero por otro lado las palabras de su madre y el dolor que aún seguía del abandono de su padre decían que los hombres eran personas no tan buenas.
- ¿Lo experimentaste con tu amigo? – Le preguntó con tono serio. El asombro de sus palabras se reflejaba
- Sí – No le importaba declararlo, sabía que mañana se alejarían de esta ciudad
- ¿Por qué? ¿Te obligó? – seguía intrigado en su vida
-No, él lo hizo para ser mejor con su novia y yo por la ciencia- le confesó
Alexander se volvió a carcajear de nuevo. Era tan sincera que su interés aumentaba. Solo era una chica dulce, alguien tan extraña que nunca antes se había encontrado con alguien parecida, inclusive las inocentes habían caído en su cama, pero parecía que esta vez la noche no terminaría como deseaba. La inocencia no era su problema, tampoco era tonta y no se dejaba engatusar fácilmente, había un cierto interés especial que le causaba.
- Pero tu amigo no es una buena opción para experimentar, deberías hacerlo con alguien más. Se acercó a sus comisuras
- Aunque seas el tipo de chico ideal no lo haré, pero confiésame algo, ¿Por qué te has interesado en mi cuando pudiste haber invitado a otras chicas que en verdad son hermosas?
Su sonrisa volvió a salir. Se alejó de ella y se apoyó en la pared.
- Te lo diré si me das un beso- Le dijo cruzando sus pies y apoyando su brazo en el borde
- No lo haré, pero por favor dímelo – Se acercó a él
- Al menos deberías intentarlo - sonrió dulcemente - y como me caes bien te diré una parte de tu pregunta. – se acercó a ella tomándola de la cintura. – Porque te ves inocente, dulce, y… simplemente me interesaste. – le acarició sus mejillas. – Pero dime algo, si soy un chico ideal al menos podrías intentarlo, la ciencia te permite hacer varias pruebas ¿no? – La volvió a arrinconar