Como Dos Extraños

Capítulo 17

- ¿Te sientes mejor? - le preguntó mientras se mantenía a dos metros de distancia. Aún quedaba la gélida temperatura de la lluvia. Ella asintió su cabeza. El silencio que permanecía desde hace quince minutos era incómodo. Miraba hacia atrás y adelante, su consciencia marcaba pesar, le disgustaba que ningún carro pasara para pedirle raite. – Oye, mañana podríamos ir a comer algo ¿No crees? Yo invito – se acercó a ella con una leve sonrisa forzada – No es que mañana fuéramos a trabajar o algo… por el estilo, de seguro tú tienes tiempo ¿No?

- Sí claro - sonrió de lado. Su tono era frío y distante

- ¡Por favor perdóname! ¡Ya me disculpé muchas veces contigo! Y para recompensarte, te llevaré a un restaurante bellísimo o un puesto de tacos donde preparan unas tortillas así de grandes- extendió sus palmas representando una circunferencia - y no sabes, la carne sabe muy sabrosa, y después podríamos ir a un puesto de nieves, ¿Qué sabor te gusta? Yo amo la nieve de crema con chispas de chocolate – Besó las puntas de sus dedos mientras expresaba su felicidad por la comida.  

- Si vas a pagar entonces haré que gastes mucho por mi comida - empezaba a sonreír ante sus gestos

- Claro que pagaré, tengo muchísimo dinero después de no haber ganado ni un centavo en una fábrica donde provoqué miles de problemas. – se burló - pero no te preocupes llevaremos moscas muertas y las pondremos en los platos y así obtendremos comida gratis. – Empezaba a platicar más cómodamente.

- ¿Es enserio? – se asqueó ante su comentario

- No tienes idea de cuanta comida he conseguido así, y el cuerpo del débil insecto es el postre principal, sabe riquísimo. - Ella se asqueó aún más, pero sus chistes mantenían su estado alegre.

- ¡Lo siento! - habló interrumpiendo su plática graciosa. – Por todas las cosas que te dije y por ensuciarte y por…- Se sentía culpable por su comportamiento. Nunca antes se había comportado de una manera nefasta. Reconocía que no era culpa de él, se sobresaltó tan rápido que sus actos condujeron a reacciones violentas.  Le favoreció que él le haya hablado, no sabía como empezar una plática ni menos, cómo disculparse. 

- No te preocupes, en realidad me encantó revolcarme como puerco, nunca había tenido una pelea en lodo, fue muy… exótico y divertido, ahora me siento más pariente de los puercos que de los simios – Ella comenzó a carcajearse. - ¡Y por Dios! ¡Golpeas como Hulk! ¿Qué eres? ¿Una raza alienígena?

- ¡No exageres! – lo empujó levemente

- ¡Auch! Oye, tranquila- Se acarició su brazo donde lo había tocado. –  Te ves mejor cuando sonríes - paso de lado su flequillo

- Igual tú, sino estuvieras enojado todo el tiempo y no provocaras una pelea cada semana, o no fueras un ladrón o…- quería seguir definiéndolo

- Está bien, ya entendí, - Viró sus ojos - entonces… ¿Aceptas ir a celebrar? – No quería que volvieran a hablar del pasado

- ¿A celebrar qué? – estiró sus manos, pensaba en todo lo malo que había sucedido

- ¿Cómo que qué? Pues que vamos a ir a comer un banquete por estar despedidos, y no te preocupes, vamos a conseguir trabajo, después de que disfrutemos nuestros sagrados alimentos buscaremos un nuevo lugar, ¡Ya verás que conseguiremos un nuevo empleo!  

- Celebrar que nos han corrido y que encontraremos uno al día siguiente. – bufó

- ¡Exacto!

Su platica continuaba, hablar de comida los satisfacía, marcaban sus planes de trabajo ideal. Ambos descubrían su carácter real del otro, no eran lo que en verdad demostraban en su trabajo. Disfrutaban hablar de una forma sarcástica.

- Súbanse - les ordenó el “jefe”. La camioneta que se había parado para ofrecerles un raite los sorprendió. Su subieron temerosos. Se veían uno al otro mientras se preguntaban si hablar o no. Prefirieron callarse y esperar hasta que los bajara en el centro.

- Muchas gracias - le agradecían mientras se bajaban.

- ¡Mañana llegan puntuales! – Ambos voltearon antes sus palabras.

– pensé que nos había corrido - ojitos intercedió. Por casi veinte minutos de camino habían permanecido callados, preguntándose si se enojaría más por manchar sus asientos de piel.

- ¿Y dejar que te salgas con la tuya? - mantenía sus manos al volante - ¡Hasta que me hayas pagado todo, es entonces cuando te largarás! ¡Buenas noches niños! – empezó a avanzar.

Aquellas palabras de recontratación marcaban alegría en sus rostros. No buscarían otro lugar más, pero atrasarían su comida tan anhelada. Chocaron sus puños. La vida perfecta que se habían plantado se desfiguraba tan rápido. No les importó.

- Te dije que conseguiríamos un trabajo - sonreía mientras hacía unos pasos de baile. - ¡Oh sí!

- ¡Pero aún me debes mi comida! – Le exigió mientras avanzaba por la calle, doblaron hacia la derecha. La ciudad marcaba un silencio, no más autobuses más que algunos coches transitando a las diez cuarenta de la noche. Algunos negocios de comida rápida y farmacias y tiendas de 24 horas eran los únicos establecimientos que podían seguir abiertos. Se miraron tras nuevas luces. Su aspecto era degradante, su ropa cubierta por lodo seco. El color de sus prendas se opacaba ante el tono café-negro, su cara apenas se reconocía. Y su cabello tan tieso como gel. Se rieron de sí mismos.




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