Como Dos Gotas De Agua

Primera cita

—¿Anya? —Bajo el volumen de la música cuando escucho el leve murmullo que es su voz. 

No tengo ganas de quitarme los audífonos.

—¿Hum-mm? —Pregunto en voz baja después de bajarle a la música, sin siquiera mirarla, esperando que me haya escuchado. Elene no contesta.

No suspires… no suspires.

Levanto los ojos de mi ordenador para fijar mi vista en la entrada de la habitación. Ella está asomando su cabeza por la puerta, manteniendo el resto de su cuerpo fuera de mi cuarto.

—Maureen está abajo esperándote —mira a mis audífonos con desconfianza, como si no estuviera segura de si aún le estoy prestando atención.

—¿Le puedes decir que suba, por favor?

Regreso mi mirada a la pantalla, tecleando en mi computadora, y espero a que se vaya para poder volver a subir el volumen. Pero no lo hace.

—¿Pasa algo, Elene? —Finjo intentar que mi voz no suene cansada.

—¿Por qué tienes que ser tan cortante? —Pregunta con un ápice de ansiedad—. No me digas Elene, soy tu madre, llámame como tal.

Sé que estoy siendo grosera, y que ni de chiste me había criado para ser de esta forma, pero actuar diferente me cuesta trabajo.

—Lo siento, madre —corrijo desganada, pronunciando las palabras con los dientes apretados.

Procuro ver tan debajo de la pantalla como sea posible para que no note las lágrimas acumuladas al borde de mis ojos. Es una tontería y no planeo llorar, pero para lograr eso, necesito que se vaya y deje de verme.

Supongo que no hay una forma linda de decirle a tu madre que necesitas que se vaya, así que sólo acomodo los mechones de cabello que me quedan de fleco, en un nuevo intento de que no vea mis ojos.

Pero ella sigue ahí.

—Maureen sigue abajo. No creo que sea bueno hacerla esperar —a pesar de cómo me siento, consigo que mi voz se mantenga neutra.

—¿De verdad quieres que pase? —La voz de Elene se vuelve más suave. 

Yo no quiero su lástima.

—Sería descortés decir que no después de que haya venido hasta aquí.

—No te pregunté eso.

Despego la mirada de la pantalla de mi laptop para ver de nuevo la cara de mi madre. Ya ni siquiera puedo detener el suspiro. Intento ordenar mis ideas, esperando que los inicios de lágrimas acumuladas desaparezcan de mis ojos o por lo menos que ella no los alcance a ver.

—¿Pasa algo? —Pregunto de nuevo.

Y no obtengo respuesta. Me mira una vez más con gesto preocupado antes de volver a cerrar la puerta, ignorando mi pregunta.

Supongo que sólo me queda ignorar también mis lágrimas.

Le resto importancia y cierro todos los programas que tenía abiertos, apagando también la laptop. Guardo la computadora y por último me tiro en mi cama, actuando como si hubiera estado así todo el tiempo, justo antes de que Maureen entre y su voz inunde el silencio de mi habitación, tirándose a un lado mío sobre el colchón.

—¡Anya! Necesito tu ayuda.

—¿Qué necesitas?

Con un leve movimiento de cabeza me giro para verla, manteniéndome seria hasta que noto que está sonriendo, entonces estiro mis mejillas tanto como lo hace ella e intento sonar más alegre.

—¿Es sobre Aarón?

—¡Sí! —Suelta un largo chillido al que no tardo tiempo en imitar, y luego continua—. ¡Por fin me invitó a salir! ¡¿Puedes creerlo?! ¡Porque yo no! Dios, necesito ropa —se levanta de la cama y camina hasta mi armario como si fuera un torbellino— ¿Qué tienes por aquí? ¡Aún no lo puedo creer! —Avienta un par de blusas al suelo hasta dar con lo que quiere— Necesito verme perfecta, ¿qué me recomiendas? Éste —me muestra un vestido blanco— o esto —señala una blusa guinda y después unos tacones del mismo tono que están hasta abajo en el armario.

—Te queda mejor la blusa, —comento, confundida— pero… no es por sonar grosera, creí que usarías algo de tu propio armario.

—¿Y por qué haría eso?

La miro extrañada, manteniendo mi voz lo más relajada que puedo.

—Tu armario es muchísimo mejor que el mío —y es tuyo, por si fuera poco.

—Quizás eso sea cierto —rueda los ojos—, pero es que últimamente siento que mi ropa es tan “agh” y tu ropa es tan cute. Esto va mejor para una primera cita que toda la ropa recatada que tanto insiste mamá en que compre. Aún no puedo dejar que Aarón me vea con eso. Hablando de, necesito un enorme favor tuyo —alarga la “o” cuando dijo enorme y se lanza encima de mí— por favor, por favor, por favor, por favor, por favor…

—¿Qué sucede?

—¡Acompáñame!

—¿A dónde?

—¡A mi cita! —Se quita de encima mío, pero permanece bastante cerca—. Quiero decir, no quiero que vayas a hacer mal tercio ni nada por el estilo, sino que andes por allí. Tú eres como mi ángel guardián —agrega con fingida inocencia, porque ambas sabemos que eso sólo lo dice para convencerme.

—Que a veces la hace de cupido…

—¡Exacto! Siento que, si estás allí, incluso un poco lejos, todo marchará mejor. Quiero que mi mejor amiga comparta conmigo el recuerdo de mi primera cita con el que algún día será mi esposo. De paso, podrías tomar un par de fotos.

Una pequeña alarma empieza a sonar en mi cabeza con su último comentario, la alarma que dice que Maureen-Histérica está aquí.

—Creo que lo que intentas hacer tiene buenas intenciones, —hablo con lentitud— ¿pero no crees que sería algo acosador tomarles fotos a ambos mientras no se dan cuenta?

O verlos desde la lejanía, para empezar...

—¡Claro que no! Lo sería si no tuvieras autorización. ¡Pero tienes la mía!

—Pero la de Aarón no —la miro seria, con preocupación real—. Maureen, estás exagerando.

—¡No me importa! —Al parecer, escuchar la desesperación en su propia voz la hace volver en sus casillas después de estar a la defensiva—. Lo siento, creo que estoy muy nerviosa por todo esto. Es sólo que… todo ha sido tan rápido. Quiero decir, me hubiera gustado que hubiese pasado desde antes, claro, pero ahora que ya está sucediendo… aún no me siento del todo preparada.



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En el texto hay: amor, amistad, preparatoria

Editado: 14.07.2024

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