El sábado, por desgracia, llega demasiado rápido.
Y en verdad no tengo ganas de ver a Carson. Después de un nada amigable intercambio de palabras el viernes, llegamos a la conclusión de que tendremos el trabajo listo más rápido si en lugar de pasarnos la información, la analizamos juntos y la practicamos un par de veces.
Reviso el mensaje de Facebook con la dirección del café en el que quedamos de vernos una vez más, para comprobar que estoy en la calle correcta.
Me fastidia un poco el saber que ahora él tiene una de mis redes sociales, por muy paranoica y tonta que suene. No lo conozco hace tanto y parece un acosador en potencia.
Con cuidado subo la camioneta a la banqueta para estacionarla en el diminuto espacio que hay frente a la entrada del local.
“Café Soufflé” está escrito con enormes letras cafés en una pared completamente blanca.
Apago el motor de la camioneta y tomo el bolso con mis cosas para estudiar antes de salir.
A diferencia del jueves, que llovió casi todo el día, hoy el sol está en lo más alto, el cielo está despejado y hace un calor abrazador incluso en la sombra.
El tipo de días que más detesto, y que, por desgracia, caracterizan al lugar en el que vivo.
Desganada, entro al local. No tengo ganas de sonreír, pero procuro no tener ninguna expresión en el rostro. Creo que todas mis interacciones con Carson terminan en pelea, pero no hay una necesidad real de empezar peleando. Al menos no hoy.
En cuanto abro la puerta, el aire acondicionado se estrella contra mi cara de una manera muy agradable, por lo que agradezco a quien quiera que esté ahí arriba que Carson haya elegido este lugar.
El establecimiento es muy pequeño. Es una mezcla de mini-súper que vende desde cosas simples como refrescos y papas fritas hasta comida japonesa, todo en seis estanterías y dos refrigeradores.
Del lado derecho hay una barra para servir bebidas, y detrás de una pared situada al lado de la entrada hay unos sillones y una mesa baja, también al estilo japonés, con una pequeña estampa que dice “zona de internet”.
Al verme sola dentro de la tienda/café/lo-que-sea, dejo mi mochila en el suelo al lado del sillón donde tomo asiento y espero pacientemente hasta que Carson aparece.
—Lindo lugar —comento en cuanto se sienta en el sillón frente a mí.
—Claro.
Comienza a sacar una libreta y un folder que se ve que trae muchas hojas. Abro mi mochila y también saco mi carpeta y mi computadora cuando un mesero se acerca a nosotros.
—¿Les puedo ofrecer algo de tomar?
—No —contesta Carson antes de que yo pueda abrir la boca.
Finjo no haberlo escuchado.
—Yo tomaré un frappuccino, por favor.
—En seguida señorita.
Acomodo mis cosas en la mesa y me bajo del sillón para sentarme en el suelo. Carson me mira fijo de nuevo.
—¿Qué?
—Nada. Sólo no me tires tu bebida encima de nuevo —contesta con un suspiro.
—Ya supéralo.
Le ruedo los ojos sin verlo en realidad mientras enciendo mi laptop.
—¿Es que no tienes sentimientos? —Sigue quieto en su lugar, y apuesto lo que sea a que me está viendo otra vez.
Respecto a su comentario, no entiendo a qué se refiere, pero tampoco me importa.
—No, pero tengo ganas de trabajar. Saca tus apuntes.
—Sigo sin entender por qué nos harán ser parejas en el comité, hasta donde sabía, ningún modelo se maneja así.
Bueno, alguien había amanecido parlanchín.
Pero cuando te exijo respuestas simples a preguntas directas, el gato te mordió la lengua, ¿verdad?
Aunque no lo parezca, hoy no tengo ganas de pelear.
—Porque abrieron modalidad de principiantes para los comités en inglés. Como todos los de último semestre estamos obligados a ir, y no todos tienen el mismo nivel en la lengua, lo manejarán así para que puedan ser debates justos. Y no se les llaman parejas, son duplas.
—Como sea —saca algunas hojas de su folder, haciendo dos pilas—. Tengo información de todo lo relacionado en salud de Argentina hasta el 2016. Estas —apoya su mano en la pila más delgada—son todas las cosas confiables que encontré en inglés, y las de acá —con la misma mano señala la otra pila, más alta— son todas las cosas que encontré en español y no tienen traducción oficial.
Le echo un vistazo a todo lo que tiene él y hago un recuento mental de todo lo que tengo yo. Por mucho que llegáramos a tener información repetida, sigue siendo demasiado, aun tomando en cuenta que no buscamos mucho sobre lo que sea que haya pasado en los dos meses que lleva el nuevo año.
—¿Quién fue el genio que puso al comité de la OMS en inglés?
—¿Quién fue la genio que eligió un país hispanohablante en la clase de inglés?
Touché.
***
Empiezo a pensar que esto de las duplas es una vil excusa para usar horas clase de la materia de inglés y ahorrarle trabajo a los profesores.
Al final, el modelo va a ser realizado dentro de nuestra preparatoria, y van a venir delegados de otras tres escuelas diferentes que recibieron invitación directa de la dirección de la nuestra. De los ocho comités que abrieron, dos van a ser en inglés, la Organización Mundial de la Salud y el Consejo Económico y Social.
No sé qué es más aburrido, si eso, o escuchar los tontos intentos de peleas de Carson, que trato de evitar una y otra vez recordándole que estamos trabajando.
—Trabaja los puntos de defensa. La mayoría los puedo cubrir yo, pero hay que estar bien preparados. Y trabaja más la pronunciación.
—Yeah, whatever you want.
—What if I want something else?
—Something like what?
—¿Ves a lo que me refiero?
—¿Eh? —despega los ojos de sus hojas confundido, pero con una sonrisa a medias.
—Tu pronunciación. No es “tink”, es “thing” —comento exasperada por tener que hacerle las mismas correcciones cada vez que habla.